Tal vez nunca se sepan los motivos que llevaron a Brenda a hacer lo que hizo. Los que la conocen dicen que tuvo una vida muy dura, que creció en la calle y que fue despreciada por su familia. Tal vez esos fantasmas del pasado, o quizás otros más oscuros, le nublaron la razón la noche del viernes, cuando golpeó brutalmente a Raúl Oscar Garrido con una pala y un caño de pileta hasta matarlo. El cuerpo del hombre fue hallado sobre un charco de sangre, con los pantalones bajos y golpes en todo el cuerpo. Horas más tarde, fue la misma homicida quien llamó al 911 para pedir una ambulancia. Cuando una médica le dijo que Garrido estaba muerto, Brenda se agarró la cabeza, dijo “qué bajón” y continuó limpiando la precaria habitación que compartía con la víctima. Ayer, cuando la citaron a indagatoria, no habló.


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