Celina González Gregory, una adolescente de 14 años con síndrome de down, regresó de Estados Unidos con una medalla colgada en su cuello. Obtuvo el quinto puesto en equitación en las Olimpíadas Especiales en Los Ángeles, Estados Unidos que se celebraron del 26 de julio al 2 de agosto. Orgullosa de sus logros y el de sus compañeros, contó lo feliz que se sintió de representar a su país y de compartir con sus nuevos amigos.
Antes de viajar a Estados Unidos, Celina estuvo una semana en Buenos Aires en donde conoció al resto de la delegación que viajaría con ella. “Conocí la Bombonera, el Monumental, anduve en bote por El Tigre, fui a museos y me gustó mucho la Casa Rosada”, dijo Celina.
La primera parada de los chicos fue en San Diego, Estados Unidos, en donde los recibieron con un gran festejo. “Paseamos por la playa, nos hicieron una cena de gala, bailamos y los chicos jugaron al vóley. No nos dejaron meter al agua porque dijeron que había tiburones”, expresó.
El acto de inauguración fue el sábado 25 de julio en el histórico Coliseo de Los Ángeles, escenario de los Juegos Olímpicos de 1932 y 1984. Todavía con un poco de sueño, Celina contó, entre risas, cómo fue la experiencia. “Había una alfombra roja que nos esperaba y mucha gente por todos lados, mi papá me pudo ver por televisión y eso me puso muy feliz”, dijo.
Los juegos duraron dos semanas y en la disciplina de equitación, que se dividía en tres categorías, compitieron en total más de 150 atletas. Celina participó en trote y paso y obtuvo un puntaje del 59,9 por ciento en las pruebas.
“Estoy orgullosa de mis compañeros y feliz porque a mí me fue bien. El caballo que me tocó se llamaba Maxi. También me peinaron y me hicieron una trenza cocida para la competencia”, expresó con una risa inocente que trataba de esconder con sus manos.
En una de ellas, tuvo que montar a un caballo que no conocía y no le resultaba fácil porque no tenía la relación que tiene con los animales con los que entrena en Valle Azul, en Potrero de los Funes.
Claire Gregory, la mamá de Celina, explicó cómo le asignaban el caballo a cada competidor. “Hacían un perfil de cada caballo y de los chicos. Después, seleccionaban el que mejor iba con la personalidad de cada uno. Tenían la posibilidad de probar, y si no se sentían cómodos, o no les gustaba, tenían una segunda opción. Pero después de eso, no podían volver al primero”, comentó.
Para Celina fue una experiencia inolvidable porque pudo compartir con chicos de otras partes del mundo como Uruguay, Egipto, Alemania, Italia, Holanda, Inglaterra, Costa Rica, Irlanda, entre otros.
Confesó que lo único que no le gustó fue tener que levantarse temprano todos los días.”Me levantaba a las 6:30 de la mañana para desayunar con mis compañeros. Había chicos de
atletismo, natación, gimnasia artística”, recordó. La delegación argentina se hospedó en la Universidad de Carolina del Sur.
El regreso a casa
El jueves, en la escuela Cristiana Evangélica sus compañeros y profesores también la recibieron muy emocionados. Todos querían saludar a la atleta que los había representado en las Olimpíadas Especiales.
Hoy, a la una, sus compañeros de Valle Azul, lugar en el que entrena desde los nueve años, festejarán el regreso y harán una caravana por Potrero de los Funes.
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