Alberto Rodríguez Saá: “Los medios y el centro del país buscan que no se escuchen otras voces”
Con el semblante tranquilo, sonriente, de elegante saco azul, pulóver rojo y camisa celeste, Alberto Rodríguez Saá llegó a la Escuela Rivadavia a las 12:10. El candidato a gobernador por Compromiso Federal habló en dos oportunidades con la prensa: antes y después de emitir su sufragio.
Previo a ingresar al cuarto oscuro, saludó a las autoridades de su mesa y se sacó fotos con varios vecinos que se le acercaron. Entre ellos “Chiqui” Valenzuela, el boxeador campeón argentino de los livianos en la década del 70. “Este era mejor que Nicolino Locche”, dijo Alberto y se fundieron en un abrazo interminable.
Al salir de la escuela Rodríguez Saá contó que iba en busca de su hermano Adolfo y que los dos almorzarían con el gobernador Claudio Poggi. “Nos invitó a comer en Terrazas”, detalló.
“Estoy muy feliz de estar en esa escuela, una de las más antiguas de San Luis. Acá a la vuelta era la casa paterna de mi mamá (Teté), es mi barrio este. Yo di clases de dibujo técnico aquí”, recordó con nostalgia.
Alberto recordó que las elecciones PASO “son una primera ronda para clasificar”. “Participamos con entusiasmo, con sueños. Creo que todos en San Luis van a clasificar”, dijo ante una veintena de periodistas y camarógrafos que lo rodearon en un círculo compacto.
Cuando le consultaron por los cinco precandidatos a intendente que presenta el partido para San Luis capital explicó que esa fue la forma que encontraron para que todos pudieran presentarse, “decidimos unificar la lista de concejales”, dijo Rodríguez Saá. Y opinó que si los que ganan las PASO “se abrazan con los que no ganaron eso va a ser muy bueno. Así llegaremos a la elección del 25 de octubre juntos, con todos nuestros sueños y proyectos”.
Antes de partir habló sobre el panorama nacional electoral: “Algunos buscaron siempre que hubiera dos partidos solamente, que no se escuchen otras voces y eso no es bueno”.
Quince minutos antes de las 13 Alberto saludó a la prensa, subió a su auto y partió. Con el semblante tranquilo y sonriente. Exactamente como había llegado a la Escuela Rivadavia a las 12:10.


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