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Otra vez premiaron a las llamas de Lama Malal

Por redacción
| 09 de agosto de 2015

Además de ser una de las provincias con fuerte presencia de ganado bovino y, en menor medida, caprino; San Luis va ganando reconocimiento de a poco en la cría de especies no tradicionales, como la llama y la alpaca. Y todo gracias al establecimiento Lama Malal, ubicado en el paraje Los Membrillos, que volvió a festejar importantes distinciones en la Exposición Rural de Palermo con sus camélidos.

 

La relación de Poplasky con los camélidos se dio un poco por casualidad. Estaba en un criadero y una llama bebé había perdido a su mamá. Él se la llevó a su campo.


Carlos Poplasky, quien empezó hace diez años con Lama Malal ("Lama" significa llama en latín y "Malal" es hogar, en lengua mapuche), ya está acostumbrado a salir victorioso de la más grande exposición que tiene el país. La cabaña participa de la Rural desde el año 2002 y durante ese tiempo ha obtenido diversos premios, que se vieron reflejados con medallas y cucardas en 2010, 2012 y 2013. Este año ganaron el premio en las categorías Gran Campeón Macho en llamas y Gran Campeón Hembra para una alpaca. Esta última distinción resultó especial para el establecimiento, porque fue la primera vez  que asistieron a la exposición con esta especie muy apreciada por su finísimo pelaje.

 


Al  productor le gusta contar que las llamas lo encontraron a él (o que lo llamaron, parafraseando aquella publicidad de Telecom). Allá por 1992 tenía una empresa de agroquímicos. Por aquella época se había puesto de moda la exportación de carne exótica y un cliente de su empresa de alimentos balanceados le había pedido un preparado especial para armar un feedlot de ciervos. Intrigado por el emprendimiento, Poplasky quiso incursionar en el negocio aprovechando que ya tenía uno de los insumos, el alimento, y la tierra sería de un conocido con el que se convertirían en socios. Así llegó a un criadero de ciervos de Tandil para empezar con cuatro ejemplares. Cuando estaba en las tratativas, un empleado le avisó al dueño que se había muerto la madre de la llama, y que él no cuidaría de la pequeña, por lo que sedujeron a Carlos de llevarse la pequeña, la que viajó en el asiento del acompañante y se convirtió en el puntapié para un cambio de vida. Con los ciervos no tuvo la misma suerte: a los dos días de llegar a las dos hectáreas que el socio de Poplasky tenía en Berazategui, los cuatro animales murieron. Mientras, la llama se paseaba oronda por el comedor, mientras él se entretenía investigando los cuidados que debía tener el animal. "Intenté saber más acerca de las llamas, me gustó ir probando y compré cuatro”, cuenta.
Poplasky recuerda que "en ese momento no me interesaba la calidad sino que quería probar, no conseguía que se reprodujeran ni nada, al principio fue caótico. Hasta que en 1999 estoy compitiendo en la primera Rural y un puntano me ofrece comprarme las llamas. En ese viaje, por una sugerencia, fui a ver el campo que hoy es mío y me enamoré. En un año y medio me vine a vivir a La Toma, en cinco ya había liquidado toda mi empresa  y me dediqué a las llamas".

 


“La inteligencia de estos animales es de un coeficiente que está entre el perro y el caballo, pero la relación que establecen con el hombre es igual a la de un gato, a través de la comida”, continúa. Jura que ha comido carne de llamas y alpacas, "pero nunca de mi campo, cuando un animal se muere lo enterramos, no se puede mirar a alguien a los ojos y después comerlo”, sonríe. Por eso es que Yshara (significa número uno en lengua aymara), la primera cría de esta cabaña y primera campeona en Palermo que hoy tiene 15 años, sigue corriendo y por el campo de Los Membrillos.

 


Si bien estos animales son propios de la zona montañosa, de allí su desarrollo en las provincias andinas como La Rioja, Catamarca y Jujuy, no es un factor determinante a la hora de empezar con la crianza ya que sólo se necesita de un mínimo de espacio y se adaptan con gran facilidad. Además tienen carácter tranquilo, como sucede con los camélidos en general. La llama, por sus características físicas y su temperamento, necesita un mínimo de estructura, similar a la de un rodeo vacuno u ovino. Es un animal pacífico y delicado en su andar, por lo que no rompe ni salta alambrados ni estructuras de madera. En Lama Malal, durante todo el día están sueltas y a la noche las encierran en un lugar techado para resguardarlas del frío. La esquila depende del clima,  aunque siempre se realiza en época de verano para resguardar a los animales que quedan descubiertos.

 


Las llamas poblaron las tierras de  Sudamérica desde tiempos ancestrales. Desde los llanos del Ecuador actual hasta el Alto Valle de Río Negro en Argentina, y desde el océano Pacifico hasta el Atlántico, millones de estos mansos animales pastaban integrados a la flora y fauna de la región y sirviendo de sustento, abrigo y transporte a los antiguos habitantes de nuestro territorio del que sí son totalmente nativos. “Por eso se sienten totalmente  a gusto, si uno mira las pinturas rupestres, esta zona estuvo habitada por llamas y guanacos desde siempre”, cuenta el productor.

 


Hay dos factores importantes en la crianza: se puede utilizar su carne y su lana. La carne de estos animales es muy nutritiva, ya que se alimentan de forraje y fibra, por lo tanto son libres de grasa y no transmiten enfermedades contagiosas. Como segundo factor, la lana sirve para  diversos usos como tejidos de telares y prendas finas de invierno.

 


La llama no contribuye a la erosión de los suelos como la oveja y por su forma de pastoreo (no arranca de raíz sino que sólo corta la parte más alta de la hierba) la conformación de sus patas (tiene almohadilla plantal) y la forma en la que se mueven los rodeos, es un animal que contribuye a la conservación y mejoramiento de cualquier superficie que pisa, sobre todo si se trata de suelos erosionados por el viento o las inundaciones, como sucede en San Luis.

 


Es una producción que se adapta a todas las empresas agropecuarias, desde las más grandes a las más pequeñas, ya que la carga equivale a multiplicar por 10 el equivalente de una vaca, lo que la hace ideal para aquellos campos chicos o chacras donde quizá la ganadería vacuna no es muy rentable. Por otra parte, la llama puede compartir el campo con vacas, ovejas u otro animal doméstico sin ningún problema. En el caso de Lama Malal hay también ovejas y chivos.

 


Todos los camélidos proveen de muy buena calidad de lana. “En dos años tenemos un proyecto para empezar a poner la carne de llama en algún mercado, en Europa está considerada como muy sana, incluso se utiliza para hacer alimento de los niños”, adelanta Poplasky.

 


La producción textil, que es uno de los fuertes de la empresa, se realiza en Buenos Aires. Trabaja con una comunidad de origen boliviano que conoce de cerca el tema del hilado y los tejidos, ya que las producciones más grandes  de estos animales están en ese país. En San Luis, al menos por ahora, no dio resultados la comercialización directa de tejidos de llama.

 


La producción de la cabaña fue por años de origen manual porque no existía en Argentina una hilandería industrial, pero eso no detuvo el motor de Carlos, quien se asoció con un grupo de personas para buscar la forma de modificar una máquina de hilandería para poder hacer los productos de forma industrial y en serie. “Es lo que lo que nos impedía que pudiéramos exportar o hacer grandes cantidades de prendas en diferentes  tamaños y forma. Lo artesanal terminaba siendo muy caro y muy lento, el mercado era pequeño teniendo en cuenta  que nosotros sólo vendemos la lana”, dice el criador, entusiasmado porque “ahora podemos hacer productos en serie y exportarlos”.

 


El crecimiento de este año estará dado por el desarrollo de las alpacas, una especie que tiene mejor pelaje.  “Acaban de llegar de Chile 44 alpacas que están en cuarentena, es decir se les hace un control antes de que salgan de su país y después se les extrae sangre y se las controla en la cabaña antes de mezclarlas con el resto del rodeo”, describe Poplasky. En su cabaña sólo quedarán 14, otro grupo 30 está destinado al campo de un vecino que recién comienza con la producción y las demás repartidas entre Corrientes y Buenos Aires porque la crianza de camélidos es una actividad en pleno crecimiento. Por otra parte los índices indican que la provincia es una de las pioneras en la cría de alpacas. La cifra es más que interesante, con Lama Malal como el principal criadero, pero no el único. “Son el futuro, no se puede seguir plantando soja y maíz”, concluye el productor

 


El proyecto de Palaga (Productores Argentinos de Llamas Alpacas y Guanacos Asociados), del cual Poplasky  es el fundador y presidente, tiene un objetivo ambicioso para 2016 y es empezar a poblar todas las zonas de la Argentina  con guanacos, una especie totalmente nativa, con el apoyo de la provincia de Santa Cruz. A través de un acuerdo con  el gobierno de esa provincia  llegarán  a San Luis entre 10 y 20 mil animales para ser soltados en diferentes zonas.

 



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