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Abrigo de abuelas: entregaron mantas tejidas en un geriátrico

Por redacción
| 12 de septiembre de 2015
En las manos apropiadas. Las mamás de los bebés que se recuperan en neonatología recibieron mantitas, gorritos y escarpines. | Jose Morales

El fruto del amor y esfuerzo de las abuelas de una residencia de adultos mayores llegó al área de Neonatología para abrigar a los pequeños bebés que esperan el alta en el Policlínico Regional "Juan Domingo Perón". Ayer responsables de la residencia e hijas de las mujeres que elaboraron mantitas, escarpines y gorritos entregaron todo lo que las mujeres mayores confeccionaron durante dos meses.

 

Las abuelas hicieron 20 mantitas, 12 pares de escarpines y 12 gorritos tejidos para los bebés.


El círculo de ternura y solidaridad completó su ciclo, o al menos el primer ciclo de muchas otras actividades similares. Lo que comenzó como una idea entre las 14 abuelas y responsables de la residencial “Virgen de Lourdes” se concretó ayer, cuando un grupo de madres recibió el abrigo que les permitirá proteger a sus hijos con el abrigo de tela, lana, y el incomparable calor del amor por el otro.

 


“Cada bebé trae consigo una bendición al mundo, felicidades”, decía una sencilla tarjeta que acompañó las 20 mantas, 12 pares de escarpines y 12 gorritos que confeccionaron las mujeres mayores que viven en la residencia. “Hacía como 25 años que no tejía o cosía, hasta lloré muchas veces cuando no me salía lo que quería hacer en la mantita. Pero todo el esfuerzo valió la pena ahora que veo como quedó y les gusta a todos”, le había contado Florencia, que padece Parkinson, en la nota que El Diario publicó el 23 de agosto.

 


Es que no fue sencillo para las abuelas, algunas tienen problemas de vista, otras de movilidad o en sus manos, pero el amor superó cualquier imposibilidad física o emocional y lograron no sólo terminar sus confecciones sino incluso fortalecer a las mamás que recibieron la ropita para sus hijos.

 


“Estos gestos ayudan mucho, porque además permiten que una no se sienta tan sola, llevo 34 días acá esperando que mi bebé se recupere”, contó Yanina Aguilera, que es de Buena Esperanza y espera que Máximo salga de la sala de Cuidados Intensivos de Neonatología. “Esto es relindo, fue una gran sorpresa, hay muchas mamás que necesitan este tipo de ayuda, y el cariño que nos enviaron”, dijo Yanina Aguilera, la mamá que recibió dos paquetitos con mantitas para abrigar a sus mellizos (Samid y Yoselin) que recuperan su peso en el hospital.

 


Ése fue el momento donde se cerró el círculo de amor, que fue directo de las manos de las abuelas a esas mamás que abrigarán a sus criaturas en recuperación. En realidad, fue más que eso, porque retroalimenta a esas mujeres de entre 70 y 94 años, que demostraron cuánto aún tienen para brindar, para dar y enseñar a los demás desde una residencia.

 


La baja temperatura de la mañana de ayer (con una sensación térmica que superó los 10 grados bajo cero) y la precaución de evitarles un “golpe” emotivo a las abuelas, hizo que no pudieran ir ellas mismas a entregar su obra caritativa. Al hospital llegaron con bolsas y prolijos paquetes la responsable de la residencial Zulma Miranda, Ayelén Migliavacca, la trabajadora social que impulsó la iniciativa, y dos hijas de las abuelas de la residencia que también colaboraron con la actividad.

 


“Mi mamá toda la vida tejió para sus hijos, nietos, bisnietos, toda su vida lo hizo, y volver a hacerlo para estas criaturas fue especial. Disfrutó mucho todo este trabajo y se sintió útil, creo que eso es lo más importante, saber que puede y todo lo que fueron descubriendo a medida que veían que avanzaba lo que se propusieron, que se pudo terminar, que tenía un resultado y un fin”, explicó Mabel, hija de “Suni” la abuela de 86 años que fue parte de la obra solidaria.

 


La hija de “Chola” Campana, otra de las abuelas tejedoras, también destacó lo importante que fue hacer esta tarea para su madre. “Fue sumamente especial para ella, la motivó un montón porque ella en realidad no tenía mucha motivación pero esta actividad, la llevó a compartir con las demás abuelas de la residencia, le cambió la vida; y además conmueve poder ayudar”, aseguró Nancy Giovannoni.

 


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