Si el 21 de julio, cuando le robaron su moto adaptada, alguien le contaba a Oscar Maldonado lo que iba a vivir un mes y medio después difícilmente lo creyera. El viernes por la noche “Oscarcito” como lo conocen todos, recibió en una disco su moto íntegramente reparada y además sumó un paso más hacia el sueño de su casa propia. Otra vez los amigos, la solidaridad y los buenos corazones demostraron el increíble potencial que tienen al unirse.
Pasaron 51 días desde que delincuentes sin escrúpulos le robaron y destrozaron con un hacha y una maza la moto que era la movilidad del muchacho en silla de ruedas. Ese hecho repudiable generó bronca pero esa sensación, casi imposible de contener, se transformó de a poco en una explosión de solidaridad que contagió a toda la ciudad y le devolvió la sonrisa a ese joven sencillo, que sólo busca abrazos y cariño y se gana la vida vendiendo fragancias en una estación de servicio.
“La verdad es que estoy feliz, me demostraron y me hicieron ver que no estaba solo y que valgo algo en la vida. Antes no recibía el cariño que hoy me da la gente, los abrazos son mis piernas, tanto como mi moto, son mis piernas y me dan ganas de seguir para adelante”, le dijo Oscarcito a El Diario.
Desde que sucedió el robo hubo varias acciones solidarias para que pudiera rearmarse su vehículo: un show artístico benéfico en el Club San Martín organizado por Claudia Romero, un encuentro de motos en el picódromo de “Villa Mercedes al corte”, y finalmente, una fiesta en un boliche el sábado pasado.
Eduardo Zamora y Walter Alfonso, ideólogos y responsables de la primera moto que le regalaron al chico en noviembre de 2013, sumaron más amigos y crearon “Vamos por más” junto a Sergio Sosa y Pablo Della Vedova. Con ese nombre el grupo empezó a sumar voluntades y esfuerzos en toda la ciudad (y también aportes que llegaron de otros países como Paraguay, Uruguay y Chile) para no sólo rearmarle la moto a Oscarcito, sino también cumplirle el sueño de la casa propia.
“Con todo lo que conseguimos le compramos hace dos semanas un terreno que está en Tomás Ferrari y General Paz. Ahora queremos construirle la casa como se merece y con las adaptaciones necesarias para que él pueda vivir. El lote tiene levantadas las paredes de dos habitaciones y un bañito hasta la altura del techo, pero hay que terminarla y hacerle todo lo demás”, contó Zamora.
Para cumplir el objetivo organizaron una fiesta en “Iguana Disco” con una entrada/bono contribución de 50 pesos, destinados en su totalidad a la misión solidaria. Entre los más de 350 asistentes sortearon una moto cero kilómetro (el ganador fue Carlos Quevedo), órdenes de compra para un supermercado local y una productora de fotografía y video.
Fue una noche mágica en la que Oscar volvió a subirse a su moto renovada y sonrió de nuevo. “La moto tiene el mismo motor que la otra, pero todo el frente es nuevo gracias a donaciones de comercios: cachas, cubre tablero, luces, espejos, que se los saqué a la moto de mi hija. La cubrimos con chapa a los costados, le agregamos una baulera más, una baliza y utilizamos la misma plataforma trasera pero con un malacate nuevo que donó una ferretería”, explicó Walter Alfonso, el herrero que junto a su hijo Ariel habían logrado la carrocería de la moto original y volvieron a hacerlo con la brillante 110 de color azul claro.
Fue una noche llena de emoción y de satisfacción, en la que un grupo de amigos casi no podía creer todo lo que lograron en menos de dos meses y con el invalorable aporte de toda la comunidad que colaboró con Oscar. “Ojalá que esto sirva para que haya más grupos así, hay muchos amigos en la ciudad, Villa Mercedes es solidaria y es tierra de amigos, quizá esto sirva como ejemplo y otros puedan hacer también lo mismo y ayudar a alguien que lo necesite”, dijo Sergio, el propietario de “Iguana Disco”.
“Oscarcito” impregnó de ternura toda la noche con su risa permanente, abrazos, fotos y baile con la gente; a su felicidad plena se sumó también la posibilidad de estar por primera vez en una disco. “Es la primera vez en mis 23 años que entro a un boliche, me encantó, la pasé bárbaro. Bueno, quizá ahora que ya tengo mi moto de nuevo pueda venirme más seguido por acá”, bromeó el joven antes de despedir al periodista con su sello inconfundible, ese abrazo fuerte que llega a lo más profundo del corazón.


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