Para Fabiana Collado, la tarea más importante que tiene que realizar al despertarse cada mañana es preservar y transmitir alegría a los demás. Fiel a esa consigna, la bailarina mercedina lució sus mejores sonrisas en el Corsódromo de Gualeguaychú. La semana pasada formó parte de una reconocida escuadra y sambó en uno de los carnavales más importantes de América.
Lleva la pasión por la danza desde pequeña, pero comenzó a formarse profesionalmente cuando tenía 25 años. Hoy es la pasista principal de Oberá, una comparsa local que impregna de colores los corsos de la provincia. A sus 37 años cumplió el sueño de bailar en el histórico festival entrerriano desde las filas de la comparsa "Papelitos", una de las murgas protagonistas en cada edición del evento.
"Me comuniqué con ellos a través de internet. Me inscribieron y obviamente tuve que pagar un caché para acceder al lugar porque si fuera gratis sería inmanejable", contó Fabiana, quien en principio viajaba con sus compañeros con la intención de disfrutar del show. Pero la noche del 23 de enero le dieron la posibilidad de estar en una escuadra integrada por personas de distintas partes del país y del mundo. "Fui la única que representó a mi grupo y a Villa Mercerdes, pero ellos me hicieron el aguante. Es la primera vez que viajo y ahora quiero ir todos los años", confesó feliz.
Su pasada fue junto a la comitiva de personas que cerró la participación de "Papelitos" en el tercer sábado de carnaval (en total son diez repartidos entre enero y febrero). Los quinientos metros de por los que desplegó sus pasos la hicieron vivir un momento "mágico". "Veía a la alegría de la gente que incluso nos pedía fotos. Después empezaron los fuegos artificiales y mis pulsaciones aumentaron hasta que se me cayó una lágrima", relató.
La mujer adquirió el gusto por los corsos en la primera edición del Carnaval de Río en San Luis. Ahí conoció a Eduardo López, productor de Oberá, y decidió sumarse al elenco. Desde entonces es una pieza primordial en la comparsa, en la que además comparte tiempo con su hijo Jonathan, de 22 años, que toca el tambor en la batucada.
En el grupo, Fabiana colabora con el armado de las coreografías y la formación de las bailarinas más jóvenes. Y es que además, es profesora de danzas y tiene su propia escuela en el barrio La Ribera. En la academia llamada "Rincón de fantasía" trabaja con un grupo de niñas con las que ejecutan cuadros de rock, salsa, merengue, bachata, y más. Pero más allá de las técnicas de baile, las alumnas aprenden a ser solidarias. "Ayudamos a un comedor en el barrio Eva Perón 2. Les pido que traigan ropa que ya no usen más y la llevamos al lugar para los que menos tienen", dijo.
Como si eso fuera poco, la mujer también da clases de ritmos latinos en un gimnasio y es atleta. "Bailar y divertirte te sacan de un montón de cosas. Te libera de los problemas de todos los días. Hay que buscar reír todo el tiempo, dedicar a uno mismo una o dos horas por día. Podés envejecer y arrugarte, pero la alegría que llevas adentro no envejece jamás", sentenció.


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