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Cárcel para acusada de matar a una mujer en un arrebato

Por redacción
| 20 de octubre de 2016
CAMINO AL PENAL. CELESTE "LA PIOJITO" DELGADO, DE 20 AÑOS. Foto: Unidad Regional II

Celeste “La Piojito” Delgado salió de la oficina Judicial de la Policía y recorrió diez metros. Cuando transitaba la mitad del pasillo notó que adelante un policía le apuntaba con un teléfono celular. Le tomaba fotos. Y bajó la cabeza. No quería que la retrataran así. Esposada, custodiada y camino a la camioneta que la llevaría al Servicio Penitenciario de San Luis. Por lo visto no estaba al tanto de que, en esta última semana de encierro, su rostro y el de su amigo o novio de 16 años, Brayan, se hicieron populares por la web. Circularon por las redes sociales de cientos de vecinos de Villa Mercedes que en cuanto supieron que ellos eran los principales sospechosos de haber matado a Verónica Soledad Quiroga, en un arrebato, no dudaron en compartir sus fotos, con nombres y apellidos. Así como no pudo escaparle a esa fotografía tampoco pudo evadir la cárcel. Ayer, el juez Alfredo Cuello los procesó a ella y al adolescente por el homicidio de la joven y por otros dos robos casi idénticos.

 


Ambos están acusados de ser coautores de dos “robos simples” y de “homicidio en ocasión de robo”. El juez instructor los notificó de su resolución a las 8. La medida que disponía el inmediato traslado de Delgado al penal tampoco se hizo esperar. A la hora, un grupo de policías de la oficina Judicial arribó a la Comisaría del Menor. La subieron a una camioneta y la llevaron a la jefatura de la Unidad Regional II.

 


Ahí la revisó la médica policial. Luego, en la oficina de Antecedentes, le tomaron las huellas dactilares. En medio de esos trámites, se atacó. Quería que su madre, que estaba en el hall de la jefatura y había ido a despedirla, entrara a verla antes. Amagó con golpearse la cabeza contra una pared, con tal de que le hicieran caso, confió una fuente.

 


Nada por lo que pasó ayer fue una novedad para “La Piojito”. Aunque no contaba con antecedentes penales antes de la última semana, los policías la tienen vista desde hace un tiempo. Ella fue o es la novia de un interno de la penitenciaría, cuyo apellido es casi marca registrada en el ámbito delictivo de Villa Mercedes, debido a los pesados prontuarios que cargan varios de los miembros de esa familia: Iván Diep. Delgado ha ido muchas veces a la cárcel a visitarlo y también a la jefatura, contó el informante.

 


En la Comisaría del Menor, a la espera de que definan su futuro, quedó Brayan. Eso dependerá de lo que disponga la jueza de Familia y Menores N° 1, Mariana Sorondo Ovando. Ayer la magistrada trabajaba en las medidas tutelares que debe resolver. Pidió, por un lado, informes socioambientales y, por otro, psicológicos, psiquiátricos y médicos, reveló otra fuente.

 


 Tres arrebatos en una semana

 


En su resolución, Cuello comienza a desmenuzar los elementos que determinaron el procesamiento de la pareja con un repaso de la saga de robos que habría cometido. Empezó por el que sufrió Silvina Soledad Sepúlveda, la mañana del 30 de setiembre.

 


La mujer relató que ese día, aproximadamente a las 10:30, circulaba en su motocicleta por León Guillet, cerca de Mundet. “Cuando voy llegando a una loma de burro que hay ahí siento que una pareja en una moto me quiso pasar por el lado izquierdo”, contó. Cuando ella atravesó la lomada, los del otro vehículo se le pusieron a la par, a su derecha, y empezaron a tironearle el morral de tela que le cruzaba el torso. En el tirón, le rompieron la bandolera.

 


“Los seguí y, antes de entrar al barrio Ate II, me tiraron el morral vacío. Después los perdí”, dijo. Pero Sepúlveda reconoció quiénes eran los delincuentes. Brayan y “La Piojito”. Entonces, antes de ir a la comisaría 30ª fue hasta la casa del chico, en Leonismo Argentino extremo sur, y habló con su madre. “No me digas que fue mi hijo. Yo sabía que iba a terminar mal porque anda con esta chica que es mayor que él, y ésa anda en malos pasos”, le comentó la mujer. La damnificada fue a lo de Delgado, pero no la encontró.

 


Una semana después Sepúlveda se juntó con los sospechosos y con sus madres en lo del cuñado de una de ellas. Allí la víctima les propuso que si le devolvían lo que le habían robado ella no iba a asentar la denuncia. En la charla, “La Piojito” y Brayan trataron de explicarse. Le dijeron que cuando escapaban un policía, de apellido Alcaraz, los interceptó en la costanera y les disparó dos veces al aire desde la patrulla. En la huida, el móvil tocó su motocicleta y los hizo caer. Le contaron que cuando estaban en el suelo, el efectivo se les acercó, tomó los documentos (de Sepúlveda), los arrojó en la costanera y les llevó su dinero.

 


Durante el día, las madres de los imputados se ocuparon de regresarle a Sepúlveda los 1.500 pesos que le habían sustraído.

 


Ese mismo día, a las 21:40, al parecer, la dupla atacó de nuevo. La víctima fue Mayra Carolina Becerra Díaz. La mujer había salido de su trabajo, en la panadería Closa. La sorprendieron por calle San Juan, entre Brasil y Bolivia.

 


“Yo venía en bici, cuando se me acercó una moto oscura con dos personas. Manejaba un chico con casco y atrás iba una chica (…) Los dos empezaron a tironearme el bolso”, narró.

 


En un momento, el conductor dejó de hacerlo, pero su acompañante no paró. “Soltá, soltá, o vas a ver”, le decía la “motochorra”. “En el forcejeo se lo di (…) Después me caí para el lado de la moto y me lastimé la pierna”, recordó.

 


Veinte minutos después, la pareja de delincuentes se atravesó en el camino de Verónica Soledad Quiroga. La mujer de 35 años volvía de estudiar en la casa de una compañera.

 


Fue en Guayaquil 520. La joven iba por esa calle a contramano, de norte a sur. Los ladrones también. La sorprendieron de atrás. Un testigo alcanzó a ver que ella luchaba con dos jóvenes que trataban de sacarle su mochila y marchaban en una moto oscura, sin luces encendidas ni plásticos delanteros.

 


La declaración de ese hombre, del resto de las víctimas, de vecinos y otros informantes de calle que aportaron lo que sabían, a raíz de otros robos similares, fueron cruciales para que una semana después los policías de la Comisaría 10ª localizaran a "La Piojito" y Brayan.

 


El jueves pasado, en la primera indagatoria que afrontó Delgado, se jugó la última carta que tenía. A través de su defensora, Susana Graziano, solicitó que en caso de ser procesada le otorgaran la prisión domiciliara porque no quería dejar desamparada a su nena de casi 2 años y tampoco poner en riesgo a la criatura que lleva en el vientre. Además, de que la invadían las ganas de quitarse la vida. Durante la semana, el juez comprobó que su hija está muy bien, al cuidado de su familia, y que ella no está embarazada.

 


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