Una mujer y sus hijos, otra vez en el banquillo por un asesinato en San Antonio

Hay una segunda oportunidad de dilucidar qué ocurrió entre las últimas horas del 29 de octubre de 2010 y las primeras del día siguiente en la casa donde Julio Ceferino Lucero vivía con su esposa, Eliana Claudia Manzur, y sus hijos, en el paraje San Antonio. Hace ya casi medio año, el Superior Tribunal de Justicia resolvió hacer lugar a un recurso presentado por un fiscal de Cámara y anuló la sentencia que había dictado la Cámara del Crimen Nº 1 de San Luis, que había absuelto por el beneficio de la duda a Manzur, acusada como autora del asesinato, y a dos de sus hijos, Julio y Daniel Lucero, sospechados de encubrimiento. Por ello, la próxima semana, comenzará en la Cámara del Crimen Nº 2 un nuevo debate oral, para establecer si fueron responsables o no.

En rigor, la fecha establecida en el cronograma es el próximo martes, informó la secretaria de ese tribunal, Griselda Murcia. Tres años y dos meses después de escuchar el primer fallo –el fallo se dio el 20 de julio de 2013–, madre e hijos vuelven a una sala de juicios.

En mayo pasado, los jueces Omar Uría, Horacio Zavala Rodríguez y Oscar Eduardo Gatica coincidieron de modo unánime a la hora de votar al respecto de 11 puntos de análisis.

Uno de ellos fue el recurso extraordinario de inconstitucionalidad por la causal no reglada de arbitrariedad planteado por el fiscal de Cámara Nº 2, Fernando Rodríguez, que actuó como subrogante. El máximo tribunal lo avaló. Dicho en otras palabras, el fiscal consideró que hay una falta de coherencia, que surge “no sólo de los fundamentos de la sentencia, sino también de la parte resolutoria”.

Dijo que la Cámara del Crimen Nº 1 omitió valorar algunos testimonios trascendentes –entre los que se cuentan los de psicólogas que entrevistaron a otra integrante de la familia, que en ese momento era adolescente, y del comisario mayor Hernán Soloa, quien era en ese entonces el jefe de la División Homicidios– y que las pruebas científicas incorporadas fueron interpretadas de modo “discrecional y voluntarista”. En particular, se refería el dermotest hecho a Manzur, que dio positivo.

En la mano derecha de la mujer hallaron restos de plomo, bario y antimonio, tres componentes de la pólvora, lo que indica que la persona manipuló un arma de fuego. Lucero recibió un disparo de escopeta en la nuca. A él también le dio positivo el dermotest.

Para el fiscal, el tribunal, “sin ningún elemento razonable (…) ni elemento probatorio que lo sustente (…) sostiene que la imputada se pudo haber contaminado al tocar el cadáver, tomando este elemento como suficiente para aplicar el principio de la duda”.

Uría, el juez que votó en primer término y que fundamentó, opinó que “la sentencia impugnada evidencia falta de logicidad y de congruencia (…) Surge de los fundamentos del fallo un análisis parcializado y arbitrario de las pruebas producidas en la causa, en especial de la prueba pericial química” a la que hizo referencia la Fiscalía.

Por otro lado, si durante la investigación no se logró determinar de modo fehaciente quién fue el autor del homicidio, ¿a quién encubren los hermanos Lucero?, se preguntó el fiscal.

En el juicio precedente, la fiscal de Cámara Nº 1 que intervino en ese momento, Diana Bernal, pidió que Manzur fuera condenada a prisión perpetua. La representante del Ministerio Público Fiscal no dudó de que sus hijos la encubrieron. Pero no los acusó, pues el encubrimiento de un familiar directo no es castigado por la Ley.

En este sentido, Rodríguez dijo que para que opere esa exención –la de la acusación por encubrimiento de los hijos–, “no sólo debe existir la individualización de la persona que cometió el delito, sino que la misma debe caer dentro de los supuestos que la norma prevé”, esto es que sea el cónyuge, un pariente directo dentro del cuarto grado de consanguinidad, o el segundo de afinidad o un amigo íntimo.

Bajo ese razonamiento, los integrantes del Superior Tribunal opinaron que si el tribunal no tuvo elementos para condenar a Manzur como autora, el responsable no está individualizado, y, por ende, no hay forma de establecer si tuvo encubridores y qué grado de relación hay con ellos.