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"Stuka": vuelo rasante de un punk que se quiere renovar

Por redacción
| 27 de febrero de 2016
Viaje a las estrellas. "Stuka" en pose. El guitarrista de "Los Violadores" tomó asiento y tragos. | Ángel Altavilla

Una pequeña figura desgarbada caminaba por plaza Pringles y generaba miradas extrañas y cuellos torcidos. Alguno lo reconoció -sin creerlo demasiado- como Stuka, el histórico guitarrista de "Los violadores".
Gustavo Fossá, conocido como "Stuka", es uno de los fundadores del grupo madre del punk nacional y no tuvo ninguna intención artística o comercial en su paso por San Luis. Su único motivo era  conocer la provincia. “Me gusta lo que vi, mucho verde en la ciudad, paisajes copados… una pena que la Catedral esté en ese estado, hay que cuidar más los edificios, eso hace a la cultura y a la historia de un lugar”, dijo mientras buscaba un bar para reposar.
Base fundamental del punk argentino y una piedra en el zapato para las instituciones, "Los violadores" detonaron en la fatídica época de la dictadura donde “cualquier rarito de pelo largo” era detenido sólo por portación de cara. “Lo real es que pasó algo en la Argentina, algunos lo vimos y lo pudimos canalizar”, recordó Stuka porque lo peor de aceptar reglas es hacerlo por miedo. “La gente lo veía pero se mentía a sí misma: no lo quería creer”.
Para los rebeldes, el riesgo era evidente. “Si ibas al cine o a un bar caías en cana pero los jóvenes nos cansamos de eso y lo salimos a cantar”, dijo "Stuka", quien elaboró su grito de protesta con el cantante Pil Trafa, el “Polaco” Zelazek al bajo y el baterista Sergio Grammática. Los notables cuatro del punk argento se quejaron mucho en vivo, y como siempre hubo un motivo para festejar. Por estos días celebran los 30 años del disco  “Uno, dos, ultraviolento”, en un único show en el Luna Park, el 24 de abril.
Stuka agradece la inspiración que le da la actualidad.  “Los tiempos y los gobiernos cambiaron: pero todo fue para peor”, se rió el músico, inquieto y vivaz, un duende del bardo que lograba la atención de los que escuchaban en el bar, interesados en sus anécdotas. “Los políticos son un caldo de cultivo para el rock and roll, siempre dan letras”.
Gustavo aprendió a tocar a los 9 años porque su abuela lo llevó a una escuela de música. Cuando escuchó el primer disco de Pappo se volvió loco: “Me lo saqué de punta a punta”, dejó el folclore y se metió en el rock hasta que descubrió el punk. “Son sólo tres acordes: pero hay que saber tocarlos”, recalcó Stuka sobre su técnica. Con la mano con la que ajusticia las cuerdas sostenía un cigarrillo que revoleaba sin perder la brasa y formando líneas de colores fugaces. En la otra tiene tatuado el famoso avión.
Con casi seis décadas, él es la mística del punk. Todo de negro, en San Luis se paseó con jean, remera y buzo anudado a la cintura. Pero priorizó el glam: a la primera foto casual pidió tiempo, lejos del divismo cambió sus gafas recetadas por unas oscuras.
La noche de su visita se realizó en Panacea un tributo a "Viejas locas" por el bajista “Fachi” Crea. Rolingas y punks convivieron en el reducto y a Stuka le gustó el fervor local. Tanto como para traer a “Stuka & The Fusers”, su grupo actual. “Por fin tengo una banda que suena bien”, bromeó y aunque no renegó de su pasado histórico sí lo hizo del musical, ya que “algunos fans son como los chicos, quieren escuchar igual a lo que sonaba antes, siempre tiran para atrás, y yo quiero ir hacia adelante”, comentó con respecto a su propuesta artística.
"Me divierte tocar siempre, el contacto con la gente es lo que le marca la diferencia a los que estamos en esto", concluyó.

 

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