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Plan Ganadero: inversión genuina con apoyo estatal

Por redacción
| 13 de marzo de 2016
Fernando Fidelibus posa junto a los flamantes corrales que están a la espera de los terneros. Además hará engorde intensivo.

Las inversiones siempre son bienvenidas. En el campo no sólo aportan mano de obra, sino también producción de granos o carne y evitan que los lotes queden sin trabajar. Y da aún más gusto cuando vienen de otras provincias, como la que hizo Fernando Fidelibus, quien reconoce que las ventajas que otorga San Luis son inigualables en otras partes del país, incluso en estados como el de Córdoba, del que es originario y es uno de los más grandes y experimentados en materia agrícola y ganadera.

 

Fidelibus se guarda el segundo día hábil de la semana para venir a San Luis y disfrutar de su campo. Lo hace en compañía de su ingeniero agrónomo y del veterinario.


“San Luis me abrió las puertas como nunca había visto. No sólo ofreciéndome el Plan Ganadero para poder descontar de los impuestos parte del dinero que yo invertí, sino también con las autopistas, el agua de los dique, el WiFi extendido a todos los rincones y la cordialidad de sus funcionarios”, cuenta Fernando, todavía entusiasmado a pesar de que pasó casi un año desde aquel primer encuentro en Terrazas del Portezuelo.

 


“Fue bastante curioso. Yo había ido al Ministerio de Industria por otro tema, ya que estaba interesado en tomar la concesión de la estación de servicio que querían abrir en la Zona de Actividades Logísticas. Salí de esas oficinas y, camino al estacionamiento, veo un cartel de publicidad en un pasillo de entrada al Ministerio del Campo que hablaba del Plan Ganadero y de los beneficios impositivos. Entré, me recibió Martín Rodríguez y a los pocos meses ya estábamos metidos a fondo en la inversión de este campo. Y al final lo de la ZAL no se dio”, recuerda Fidelibus, boina bien calzada, andar decidido y un ritmo de conversación que parece más de un porteño que de un cordobés por su velocidad y falta de cantito.

 


El campo al que se refiere no es justamente un ‘campito’. Son 1.470 hectáreas de las cuales un 80% que ya venía sembrando con maíz y soja y ahora habrá otro sector al que, Plan Ganadero mediante, le está agregando corrales, aguadas y toda la infraestructura necesaria para armar un feedlot y una recría de terneros Angus y Hereford que luego engordará a corral para la venta. Y si la revista El Campo está allí es porque acompañó a los funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción a la primera inspección comandada justamente por Martín Rodríguez, quien es el jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural. Ellos deben hacer visitas periódicas para controlar que los beneficiarios vayan cumpliendo en tiempo y forma con las inversiones prometidas. Y en este caso en particular, además, le fueron a llevar una copia del decreto que ya firmó el gobernador Alberto Rodríguez Saá, aceptando el proyecto y aclarando todos los puntos que habían convenido anteriormente.

 


Fidelibus invertirá, en un lapso de tres años, $5.118.412; mientras que el costo fiscal para San Luis, que lo descontará de sus ingresos por tasa inmobiliaria rural, es de $2.408.975,89. “El negocio nos cierra a los dos, el productor porque ve un retorno del dinero que está poniendo y San Luis porque recibe gente con ganas de trabajar y producir, puebla sus campos, da trabajo y abre nuevos caminos comerciales para toda la zona”, dice Rodríguez, a quien acompañó en la visita el jefe del subprograma Producción Pecuaria, Juan Martín Preti Celi.

 


El campo de Fidelibus se llama La Perla y queda sobre la vieja ruta 148, todavía de tierra, que recibió un trabajo de mejora importante. Se puede acceder por allí o bien por un camino muy glamoroso: el que conduce al casco de Antiguas Estancias Don Roberto, ya que hay muy buena relación entre ambos productores. Son  unos 37 kilómetros al sur de Villa Mercedes, por la autopista 55, en una zona donde predominan los verdes intensos de la soja y los maíces ya crecidos, a punto de cosecha.

 


“Hace ocho años que compramos el campo. Primero era eminentemente ganadero, pero después los precios internacionales de los granos se fueron a las nubes, y fueron dejando de lado las vacas. Ahora queremos tener todo: soja, maíz y terneros para cerrar el círculo. Soy un apasionado de la producción y noté que San Luis me premia por eso, mientras Córdoba siempre me castigó. Antes de llegar acá estábamos acostumbrados a que la norma sea el maltrato”, asegura el empresario afincado en Río Cuarto, quien toma casi como un acto religioso venir los martes a La Perla. “Antes parábamos en una estación de servicio a comer un sándwich y seguíamos, pero nos dimos cuenta que no hay placer mayor que llegar, tirar un poco de carne a la parrilla y comer acá, en este paraíso”, reconoce mientras les hace un guiño a sus compañeros de ruta en esta aventura. Son empleados suyos, pero también amigos, el ingeniero agrónomo Alejando O’Donnell y el contador Ezequiel Reale. De Río Cuarto se trajo también a Sebastián Melano, quien es el encargado general del establecimiento, mientras que el veterinario Víctor Iglesias fue una recomendación ‘puntana’ de la gente del ministerio, porque es un hombre de amplia experiencia en la producción vacuna, muy actualizado en técnicas de desarrollo ganadero.

 


Las primeras inversiones de Fidelibus llegaron hace un tiempo: una línea de energía tomada de la ruta 148 (antes era eólica), una antena parabólica para aprovechar el WiFi de San Luis, y una computadora para poder sacar al instante las cartas de porte para el traslado del ganado. También funciona un Buster (amplificador) para que los celulares tengan señal aún en el medio del campo, e incluso ya está concluido un patio de estacionamiento, que tiene luz y toma corrientes, para dejar las maquinarias de los contratistas y para espera de los camiones. “Todo está pensado para que la gente esté bien, se  sienta cómoda en su trabajo”, reflexiona el empresario, quien encaró una profunda reforma de la vieja casona de la estancia y la convirtió en una casa funcional, moderna y con todos los adelantos tecnológicos. Lo mismo pasó con la casa del encargado, que es del mismo estilo de construcción que la principal.

 


Pasión por los árboles

 


Otro ‘berretín’ del productor es la forestación. Ya lleva plantados unos 800 árboles, de los que deben quedar cerca de 300 entre pinos, eucaliptos de hojas plateadas y moras híbridas. “Nos mata el calor y el viento, por eso ahora estamos intentando una protección más intensa”, cuenta Melano, mientras muestra unas lonas verdes que envuelven los pasillos con árboles que tienen riego por goteo, lo mismo que la soja y el maíz, porque en La Perla no se escatiman esfuerzos económicos.

 


Lo que vinieron a ver los funcionarios luce impecable y es lógico, porque todo es nuevo. Los corrales de 60 metros por 40 con enormes postes de quebracho colorado pensados para albergar hasta 800 cabezas, que son muy cómodos, ya que no quieren más de 120 o a lo sumo 150 animales en cada uno. “Son muy operativos, van a servir de encierre y de adaptación al feedlot”, anticipa Iglesias. También lucen impecables las mangas, los cepos, la castradora, la apreta-vacío, el brete y las puertas laterales para tacto y raspado, técnicas sanitarias que sirven para la detección de enfermedades venéreas. Hay bebederos muy funcionales, con tapa corrediza de cemento para proteger el agua y comederos con piso de cemento y hormigón, algo elevados respecto del piso, para comodidad de la hacienda y para evitar que los ratones, atraídos por el alimento, terminen haciendo pozos por debajo de las estructuras. “Al fondo de las hileras habrá además un patio de comidas junto al mixer y la guarda del alimento, que puede ser burlanda o expeller de soja”, agrega Fidelibus.

 


El intento con la ganadería es hacer recría a corral para ganar kilos y, si resulta, a futuro duplicar el mismo modelo. “Vamos a hacer calidad, primero con la raza Aberdeen Angus y luego con Hereford. Tenemos que lograr una buena capacidad de conversión de granos en carne”, se propone el titular de la firma agropecuaria. Una vez que los corrales comiencen a producir, apuntarán a la venta en pie para consumo con dos clientes en la mira: Aiello para la hacienda chica y Quickfood para los novillos más pesados. La hacienda que comenzará a poblar La Perla la van a comprar en el próximo remate de Alfredo Mondino en Buena Esperanza.

 


Cuidado del medio ambiente

 


En materia ecológica, el campo también es de avanzada ya que tiene pendientes para conducir los efluentes y el agregado de piletas de decantación. “Los suelos arenosos ayudan a esta tarea, pero además queremos dar el ejemplo en todo lo que es cuidado del medio ambiente”, cuenta O’Donnell, mientras caminamos por extensos campos de soja que están al costado de los corrales. Allí, el yuyo colorado no perdonó, como pasó en la mayoría de las explotaciones del país, aunque sólo aparece por manchones. “Logramos retrasarlo un poco, pero es una lucha constante. Lo que pasa es que llega por las palomas y por las máquinas de los contratistas, que por más que las controles siempre tienen algunas semillas pegadas”, completa el profesional cordobés.

 


La tarea del ingeniero agrónomo es de las más importantes porque en La Perla llevan adelante un plan de agricultura de precisión, con relevamientos topográficos, muestras de suelo y cosecha con mapeo. “Tratamos de optimizar los recursos al máximo, por eso antes de la siembra, detectamos cómo funcionaba cada lote para hacer una definición de los ambientes. Al potencial de rendimiento lo dividimos en tres colores que explican por qué se da determinado potencial en cada uno, entonces ponemos los insumos de acuerdo a ese rendimiento, tanto las semillas como la fertilización”, describe O’Donnell. Ese relevamiento va a un software que contiene un GPS geodésico y todos esos datos se cargan en la sembradora, que tiene a su vez su propio ordenador satelital y un plano con las dosis que debe dejar en cada porción de terreno. Una maravilla tecnológica.

 


“Gracias a estos estudios hoy sabemos que el maíz tiene mayor retorno que la soja, sobre todo si lo plantamos tarde, pero a su vez la soja es más estable. La inversión inicial es grande, pero los resultados la respaldan en los hechos y hoy tenemos un campo perfectamente estudiado, con la producción diseñada para cada sector”, cuenta el encargado de la agricultura. Con el agua no hay problemas, tiene buena presión y llega por desnivel en una cañería de tres pulgadas desde Don Roberto a través de molinos.

 


Otra decisión que se respeta a rajatabla en La Perla es la de rotar cultivos. Los procesos que van de la soja al maíz, y viceversa, siempre tienen en el intermedio un cultivo de cobertura, que en este caso es centeno porque probó su efectividad. “Lo dejamos secar para que ‘encañe’ entre abril y agosto. Protege como ninguno de la erosión y sirve de ancla contra las voladuras. Acá gastamos 500 mil pesos sólo en cobertura, pero vale la pena”, cierra O’Donnel, con el orgullo a simple vista de contar con el respaldo del dueño del campo, que lo deja hacer a sus anchas, ya que se conocen desde hace muchos años.

 


La rotación hace que de las 1.175 hectáreas agrícolas, el maíz y la soja tengan el cincuenta por ciento cada una, con rindes que llegaron en los últimos años a los 6.500 y a los 3.000 kilos por hectárea respectivamente. “Fueron campañas excepcionales en materia de lluvias, sabemos que no siempre va a ser así, por eso hay que aprovechar para hacer inversiones en el campo y no quedarnos atrás”, asegura Fidelibus, consciente de las oportunidades que brindó el clima de San Luis. Las mismas que le dio la provincia en general y que él supo aprovechar en un acuerdo beneficioso para todos.

 


Un decreto exigente

 


La inspección a La Perla demostró que la inversión está en marcha, pero recién son los primeros pasos. El decreto que los funcionarios le entregaron a Fidelibus deja en claro que el productor agropecuario deberá cumplir ciertas metas productivas en los próximos cinco años, plazo en el que se desarrolla la totalidad del Plan Ganadero.

 


Para entonces se considera que debe alcanzar el "pleno desarrollo" y alcanzar los siguientes índices de producción y rendimiento:

 


En ganadería, una producción proyectada de 304 mil kilos de peso vivo a partir de la existencia de 800 novillos (peso promedio 380 kilos por cabeza) y 800 terneros de reposición (160 kilos cada uno). En cuanto a los coeficientes técnicos, la mortandad no debe superar el 1%, una recría de 800 gramos y una terminación de 1,1 kilo.

 


En cuanto a la agricultura, en secano serán 550 hectáreas de maíz con un rinde promedio de 65 quintales por hectárea y 558 hectáreas de soja que deben arrojar 27 quintales.

 


También existe el compromiso de la empresa inversora de crear tres nuevos puestos de trabajo genuino para cumplimentar con la tabla de desgravación impositiva, que acuerda un 90% en el primer año hasta cerrar con un 13,5% en el año 15, último del acuerdo.

 


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