19°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

19°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

EN VIVO

Un puntano escaló el Aconcagua y ahora le apunta al Everest

Por redacción
| 28 de marzo de 2016
Un premio al esfuerzo. Marcos Orellana alcanzó la cima del techo de América el 29 de febrero.

Marcos Orellano nació en San Luis hace 27 años. Hijo de docentes, fue criado, junto a sus seis hermanos,  con la libertad de poder elegir las aspiraciones de su corazón. A los 22 años encontró el rumbo de su destino después de realizar una expedición junto a dos amigos por el Salto de la Negra Libre, en el Valle de Pancanta. Esa experiencia lo cautivó y fue el inicio de todo, y desde entonces no paró de escalar cerros. Su último logro fue arribar  a la cima del Aconcagua, una ascenso que está dentro de la Tecnicatura de Guía Superior de Trekking que cursa actualmente en Córdoba. Ahora quiere alcanzar el Himalaya y su pico más elevado, el Everest.

 

Antes del Aconcagua, Marcos escaló otros cerros de los Andes para mejorar su preparación.


“La primera vez que subí a un cerro me di cuenta que así quería que fuera mi vida de ahí en más. Estar en un ámbito natural donde todo está en armonía, sin la intervención o los intereses del hombre, marcó un cambio para siempre en mi forma de ver las cosas. Aprecié más las cosas cotidianas y sentí una gran satisfacción. Quería que todos mis seres queridos estuvieran allí conmigo y experimentaran lo mismo”, contó Marcos. 

 


Después de esa experiencia volvió a casa, en el Durazno Alto, pero a la semana estaba de regreso en el Salto y ya no pudo despegarse la vida en las sierra. Cruzó varias veces desde Potrero de los Funes pasando por Valle de Piedra, Cerro Retana, cerro Agua Hedionda, Estancia Pancanta, hasta Nogolí, entre otros y sólo en cuatro días.

 


 “Llegué hasta La Carolina en bicicleta. Después empecé a estudiar Guía de Turismo y realicé cursos de Guía de Trekking municipales, en el Potrero. En ese momento éramos unos sesenta aspirantes y lo terminamos siete. Luego hice un curso de guardavida, y trabajé en los últimos tres años en el dique de La Florida”, dijo.

 


Entre el estudio y la experiencia sus expectativas fueron expandiéndose, y creció la necesidad de profesionalizarse cada vez más. Hace dos años comenzó sus estudios para ser un guía profesional, actualmente se encuentra cursando el último año.

 


“Para poder terminar la carrera tengo que presentar un 'currículum  de montaña'. En el cual tengo que demostrar haber subido cerros de cinco mil, seis mil y seis mil quinientos metros sobre el nivel del mar. También travesías en altura, con trayectos de entre 40 y 60 kilómetros. Escalada en roca, en hielo, en tramos de doscientos metros”, explicó.

 


Mientras planeaba el mapa de ruta, entrenaba y juntaba recursos para poder cumplir con los ascensos requeridos, recibió una llamada para trabajar durante el verano en el Parque Provincial Aconcagua. “Me vino justo. Había dejado mis datos en todos los campamentos que visitaba y se me dio en el mejor momento. Subir requiere un gasto grande, entre equipamiento, logística y movilidad. Son muchos recursos que uno siempre no los tiene a mano, por eso trabajar en el parque me ahorro la mitad del camino”, señaló.

 


A los dos días ya estaba en su puesto de trabajo. La climatización lleva mucho tiempo, por eso aprovechó las tareas que debía realizar para ir preparándose. Luego habló con el dueño de la empresa y acordó para el final de la temporada unos días libres para poder intentar el ascenso a la cima del Aconcagua.

 


El 28 de febrero a las 16 junto a Sebastián, un compañero de trabajo, agarraron las mochilas y emprendieron la subida hacia el próximo campamento. Pasaron por Canadá, y llegaron hasta Nido de Cóndores con el crepúsculo.

 


“Nos anunciamos con la patrulla de rescate del lugar y nos detuvimos a cenar un guiso de lentejas a la española con chorizo y panceta, que viene listo en un sobrecito para disolver en agua caliente. En cinco minutos tenés ‘un sabor de reyes’”, dijo bromeando con la marca del producto.  

 


Luego a la bolsa y a dormir hasta las 4, donde el itinerario marcaba un desayuno y la continuidad del viaje.  A las  7:30 llegaron hasta el campamento Berlín. Allí Sebastián empezó a sufrir de falta de coordinación, dolor de cabeza y sueño por lo que tuvo que abandonar la travesía.

 


“De ahí decidí seguir solo, había gente en el cerro y el día tenía muy buen clima”, aseguró Marcos.  Con una radio mantenía la conexión con la patrulla de campamento, siguió ascendiendo y  llegó al Independencia que se encuentra a unos 6.500 metros sobre el nivel del mar. “En ese campamento me encontré con dos guardaparques y un policía, Gustavo, Jorge y Cristian. Ellos también estaban ascendiendo y encontré colocándose los ‘grampones’ para poder cruzar por los planchones de nieve dura. Seguí subiendo y llegué a la travesía del viento, que te mueve todo y me encontré con unos rusos y un guía Leo, y su cliente, Martín”, narró.

 


Todos llegaron a una cueva, se hidrataron y siguieron viaje juntos, en fila india. Pasaron por La Canaleta y Filo Guanaco, dos sectores más peligrosos, por la cantidad de rocas sueltas. Llegando al destino pautado, el grupo decidió darles los primeros lugares a Marcos y Martín, ya que era la primera vez que harían cumbre.

 


A las 3 de la tarde del 29, Marcos y sus compañeros llegaron a la cima del pico más elevado de América se dieron un abrazo y festejaron la hazaña.

 


“Nos emocionamos, sacamos fotos y luego sólo miramos el paisaje. Pensé todo lo que significo el trayecto, el tiempo, el trabajo y todas las personas involucradas que me ayudaron a que cumpla mi meta. Me acordé de todos. Desde el ‘vamos, vos podes’ de un amigo, el aliento de mis hermanos, mis  padres y me sentí feliz”, recordó con emoción.

 


Marcos manifestó que llegar a la cima es sólo la mitad del viaje, luego hay que descender y afirmó que es más peligroso que subir. Indicó que el 90% de los accidentes suceden en ese tramo de la travesía.

 


La experiencia en el Aconcagua, no fue lo único que hizo durante el verano, aprovechando la climatización hizo otros ascensos en cerros aledaños, como el Ameghino de 5.300 metros de altura y luego el Cordón del Plata.

 


“Esta temporada termine la parte de altura. Y este año me queda escala y de travesía, la de hielo, que también planeo hacerla en Mendoza, en Puente del Inca y Roca Arenales. Me queda un invierno bastante intenso”, afirmó.

 


Además agregó que cuando se reciba quiere volver a vivir San Luis y viajar a hacer nuevas excursiones por el Aconcagua, Perú, Bolivia. Pero su meta mayor es llegar al Himalaya y subir alguno de los 14 cerros de ocho mil metros y hacer cumbre en el Everest.  

 


LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo