Una puntana fue testigo del sismo que devastó a Ecuador

Una sensación fea, inexplicable y que quizás quiera borrar de su mente rápido observando el  mar. A pesar de los paisajes paradísiacos, no todo es color de rosa.  La puntana Clara Nielsen, a quien  le gusta que la digan Clari y que  vive y trabaja en Montañita, sufrió de primera mano el  terremoto de 7,8 en la escala Richter que arrasó gran parte de Ecuador y dejó trescientos cincuenta muertos y más de dos mil heridos durante el último sábado.    

Clari trabaja en el restaurante del hotel Dharma. Eran las 18:58 del sábado. Llevaba un plato con papas fritas. “De repente escuché el grito de la cajera. La miramos como diciendo 'qué le pasa' y ahí empezó a sacudirse todo. Te juro que no sabía qué hacer, dabas un paso en falso y seguro te estrellabas contra el piso. Trataba de ir a algún lado pero no podía, todo sucedió muy rápido”, comentó.  Se tiró debajo de la mesa para protegerse.

“Se cortó la luz y ya se había ocultado el sol. En la terraza del hotel había unas diez personas que se desmayaron. Un hombre trató de bajarlas, algunas reaccionaron enseguida y otras no. Una de ellas entró en estado de pánico. Lo feo es que no paraba de temblar, sentías que el piso, las mesas y las lámparas se movían. A raíz de eso muchos se fueron de las instalaciones y otros quedaron tumbados en la arena. A los más afectados se les dio alcohol para beber, como un trago  vodka. Un compañero se torció el pie porque quiso correr”, dijo y reflexionó: “Un minuto parece nada, pero en ese momento es interminable”.

En Montañita no hubo daños materiales en los edificios, algo que no pueden decir las localidades cercanas. En la costa se sintió muy fuerte. Igual el susto persiste. “Jamás la tierra se movió tanto en donde yo he estado”, aseguró la chica que de a poco baja el nivel de ansiedad.

“Los ecuatorianos están mal porque el sismo fue justo el sábado, cuando hay muchos turistas   de Guayaquil y otras localidades. Estaban ahí y se enteraron de que se le derrumbó la casa o perdieron familiares y otros estaban internados. Las rutas estuvieron  colapsadas porque viajaron inmediatamente. De golpe se fue todo el mundo de hotel y fue muy feo”, comentó Clari. “Quedé muy asustada, no entendía lo que pasó”, agregó.

La fotógrafa y ex estudiante de Cine de la Universidad de la Punta explicó que todos “están bajoneados” y quienes menos sufrieron por los daños materiales están “preocupados por su país”.  Hay alertas de tsunami. Aunque ve poca televisión, manifestó que los noticieros retrataron cómo el vicepresidente, Jorge Glas, recorrió las zonas afectadas y le dio seguridad a la gente.

Viaje por América

El viaje de Clari por América  comenzó el 29 de diciembre, junto a cuatro amigos. Ahora está sola en Ecuador, pero aseguró que después de los asesinatos de Marina Menegazzo y María José Coni, no sintió miedo porque siempre conoce gente que la ayuda.

Su cumpleaños número 26 fue distinto. Lo pasó lejos de su familia y amigos, trabajando como recepcionista de un hostel, a cambio de comida y hospedaje.

“Cuando mis amigos decidieron volver, quedaba sola y no sabía qué iba a hacer ni dónde me iba a quedar. Así que empecé a usar una página que se llama 'couchsurfing', una comunidad de viajeros y encontré un voluntariado en Baños, Ecuador, para trabajar en la recepción de un hostel. Estuve veinticinco días pero necesitaba playa porque las sierras y el frío me deprimían un poco. Así que terminé con el período de trabajo y me vine a Montañita”, relató la estudiante.

Clari comentó que tiene como objetivo llegar en, al menos un año, a Costa Rica, su destino final. Después, volvería a estudiar Fotoperiodismo en Buenos Aires.