La comida no se tira”, dice el lema de la escuela gourmet “Borja Blázquez”, algo que se tomaron muy en serio tanto los directivos como los alumnos. Hace casi una semana instalaron la primera heladera social de la ciudad. Una iniciativa que nació en otras provincias y que se va contagiando rápidamente en quienes tienen un corazón solidario. Todos los días los alumnos cocinan quince porciones de más en diferentes horarios y la escuela las pone a disposición de los necesitados a la entrada del establecimiento. Las autoridades aseguraron que es el resultado de la suma de voluntades de quienes sienten el compromiso de ayudar.
“El lunes pasado la inauguramos, con mucha ansiedad y emoción ya que todos los alumnos, los papás de los más chiquitos, el personal de la escuela y amigos colaboraron para que lo pudiéramos concretar", expresó Sergio Tognelli, director operativo del establecimiento.
Señaló que lo primero que pensaron fue en imitar la iniciativa que tuvo un comerciante de Tucumán, dueño de un restaurante, que invitaba a degustar los platos del día que no vendía, a las personas que no tenían posibilidad de compralos. Una noticia que fue muy difundida por los medios nacionales y que logró tocar a los sentimientos de los puntanos.
"Al ponernos en marcha, nos dimos cuenta que no podía ser una heladera cualquiera, debía estar en condiciones y dejar ver las viandas”, dijo Sergio e indicó que concretar el acto solidario implicaba una inversión, por lo que se lo comentó a un amigo, Marcelo Machuca de equipamientos San Luis, que se dedica a vender mobiliarios para negocios.
La respuesta fue inmediata, Marcelo le propuso venderle la unidad a precio de costo y en cómodas cuotas para contribuir en la causa. Con la heladera comprada sólo faltaba resolver un par de detalles, como la cartelería informativa para que pueda ser identificada rápidamente. Algo que aportaron otros amigos, Martín Miguel, del “Grupo Atlas”.
Otro punto importante fue asegurarse que la mercadería estuviera debidamente envasada y fechada. “Son alimentos elaborados en el día, o sea que son comidas frescas, no son sobras ni descartes. Lo que planteamos es que los alumnos realicen dos o tres porciones más, por taller, para convidarlas a las personas que viven en la calle y no tienen qué comer”, aseguró.
Sergio también señaló que cuando vieron la nota de la panadería se pusieron muy contentos de que otros ciudadanos estuvieran en la misma "frecuencia”, refiriéndose a los dueños del quiosco ubicado en calle Pringles, frente a la escuela digital “Albert Einstein”.
Desde que implementaron la "heladera social", muchas familias con niños y personas solas se han acercado a buscar una vianda. Sergio comentó que los vecinos también quieren colaborar donando alimentos.
“Tener dificultad para comer, todos los días, es sumamente agraviante para cualquier persona, entonces cómo no vamos a intentar ayudar. No nos sobra nada, excepto las ganas", concluyó.
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