Emoción y fe en la procesión en honor al Cristo de la Quebrada

Las lágrimas bañaban sus mejillas. Con esfuerzo la mujer, casi tiritando, las secó con un pañuelo blanco que después, en lo alto, usó para saludar al crucifijo milagroso. A su lado, con el brazo que le sobraba, su pareja la abrazó. Con el otro sostenía al hijo de ambos, un bebé de casi un año, que miraba sin entender a su madre y su sollozo. La señora fue una de las miles de personas que se emocionaron durante la procesión en honor al Cristo de la Quebrada, la fiesta religiosa más importante de San Luis y que, año tras año reúne, a cientos de miles de cristianos de toda la región. Ayer, 3 de mayo, se conmemoró el Día del Santo Cristo y la pequeña villa norteña se vio repleta de gente. Según la Policía, a lo largo de los seis días, ingresaron 163.000 feligreses.  
A las 16:13, tras varios minutos de espera y ansiedad, las puertas del santuario se abrieron y encabezada por el obispo de San Luis, Pedro Martínez, comenzó la solemne procesión. El Cristo salió a recorrer las calles de su pueblo escoltado por integrantes de la agrupación gaucha "Tomás Alcaraz", por el párroco de la Villa, César Preve, y una docena de sacerdotes que se desempeñan en la Diócesis puntana.
Una verdadera multitud aplaudió el inicio de la caminata religiosa y la banda de la Policía de San Luis saludó el paso del Santo con su música. Miles de fieles lo siguieron sin parar de rezar.
En una segunda línea caminaron la intendenta de Villa de la Quebrada, Stella Maris Lobos, y en representación del gobierno provincial estuvieron el vicegobernador, Carlos Ponce, y el ministro de Gobierno, Justicia y Culto, Eduardo Mones Ruiz.  
Mientras la imagen del Cristo recorría las calles del pueblo, el misionero Mario Galán repetía por los alto parlantes las consignas, intenciones y propósitos para este año. "Seamos misericordiosos, tal como lo pide nuestro Papa Francisco. Pidamoslé al Cristo ser misericordiosos con nuestros hermanos, con el prójimo", decía. 
También los feligreses oraron por la unión de las familias, por los niños, ancianos y por el trabajo.  
En su mensaje, tras la procesión, Monseñor Martínez alentó a la gente a "pedirle al Cristo ser más buenos. Ustedes son de buen corazón, por eso vinieron hasta aquí. Hagan el último esfuerzo y pidan a Dios que los ayude a ser más buenos. Estamos en el año de la misericordia, podemos empezar de nuevo y ser mejores personas, pidamos a Dios esa gracia. Al regresar a casa recordemos que vinimos aquí para ser más buenos", expresó.