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Red de amor: se reencontraron por Facebook después de 40 años

Por redacción
| 11 de septiembre de 2016
Somos novios. "Nos gustaba mucho caminar", recuerda ella. Hoy vuelven a hacerlo abrazados. | Foto: -José Sombra

La historia de Carlos Maluff y Graciela Camuzzi podría ser el argumento de una película romántica, de esas que le arrancan lágrimas y suspiros hasta a los más insensibles. Pero lejos de ser un relato de ficción, la secuencia de encuentros y desencuentros que tuvieron que atravesar para finalmente estar juntos es tan real como su amor. Carlos, de sesenta y dos años, y Graciela, de sesenta y seis, fueron novios en la juventud, pero varias eventualidades que surgieron en sus vidas hicieron que tuvieran que distanciarse durante décadas. Cuarenta años después de la última vez que se miraron a los ojos, se contactaron a través de Facebook y esta vez parece que no habrá obstáculo que los separe.
Maluff, un policía retirado de tez morena y cabellos blancos, conoció a Camuzzi cuando tenía diecisiete años y se mudó desde su Villa Mercedes natal a la ciudad de Córdoba para estudiar la carrera de mecánico de aviones. El joven Carlos fue a residir a una pensión, en la que le tocó ser vecino de Graciela, nativa de Santa Fe, quien vivía en otra habitación del recinto con su madre. "Fue un flechazo, nos enamoramos inmediatamente", asegura él sin titubear. 
Los dos evocan con una sonrisa sus largas horas de paseos por las calles adoquinadas del centro cordobés. "Nos gustaba mucho caminar", recuerda ella, quien ya en esas épocas trabajaba en un bar de la terminal de ómnibus y como conocía mejor la ciudad, pasaba a buscar a su enamorado a la salida de su curso.

 

"Cuando era su cumpleaños, sin que nadie me viera, yo levantaba una copa y decía ¡Salud Graciela!”


Sin embargo, dos años después, aquellos días de ensueño se vieron interrumpidos. "Eran épocas duras porque mi papá era taxista, mis viejos ya no pudieron solventar más mis estudios y decidieron traerme de nuevo a Villa Mercedes. Ahí nos distanciamos", lamenta el hombre. 
De todas maneras, encontraron la forma de mantener viva la relación y se visitaban en sus respectivos hogares cada vez que podían. "Yo entré a la Escuela de Policía y cuando conseguía una moneda iba a Córdoba a verla. Y ella venía cada dos o tres meses. En esa época no había Whatsapp ni mensajes de texto. Yo le escribía una carta y tardaba como treinta días en llegarle y otro mes hasta que recibiera su respuesta. Era algo tremendo", reflexiona.
Ese noviazgo a distancia duró otros dos años, "hasta que mi mamá se enfermó de cáncer y en esa época no tenía la plata ni los medios para poder afrontar su tratamiento. Pero tenía una tía en Buenos Aires que nos podía ayudar. Entonces la tuve que llevar para allá y ahí nos separamos definitivamente", cuenta Graciela, con un dejo de amargura en sus palabras. Carlos trata de entenderla y asegura: "La distancia se hizo más grande y ella decidió dejarme libre porque no me quería tener atado sin que nos pudiéramos ver. Yo estaba en la Escuela de Policía y cuando uno es joven quiere abandonar todo, pero me contuvieron y pude terminar la carrera". 
La última vez que se vieron antes del reencuentro fue en 1973. Aquella despedida no tuvo un sabor distinto a otras. Ambos pensaban que se volverían a ver dentro de unos pocos meses. Pero la espera se prolongó por cuatro largas décadas. Más allá de la decisión que había tomado, Graciela volvió a enviarle cartas a Carlos cuando pudo regresar a Córdoba y solucionar el cuidado de su madre, pero todas las misivas volvían a ella sin respuesta. La mujer tomó el gesto como un signo de rechazo y no volvió a insistir. "Hace poco, mi mamá me confesó que era ella quien rebotaba las cartas porque no me quería ver sufrir más", revela Maluff. 

 

Carlos es cantautor y Graciela es su musa.

Con el tiempo, las heridas cicatrizaron y cada uno siguió adelante con su vida. Él se casó con otra mujer y tuvo cuatro hijos. Ella se casó con otro hombre y tuvo tres. Pero él no pudo olvidarla. Ella, obviamente, tampoco.
"Todos los años cuando era su cumpleaños, yo sólo y sin que nadie me viera, levantaba una copita y decía ¡Salud Graciela!", confiesa él, mientras gesticula el relato.
Muchos años más tarde, Graciela enviudó y Carlos se divorció. En 2011, la mujer le pidió a una de sus hijas que le creara una cuenta de Facebook para buscar a su amor de la juventud. "Mis hijos sabían lo que yo sentía por él, porque siempre les dije que el primer amor nunca se olvida", cuenta. 
Pero recién logró ubicar a Maluff en la red social un año después, cuando él abrió un perfil para chatear con su hijo menor. "Cuando vi la solicitud de amistad, casi me desmayo. Yo no sabía nada de ella, perdí el rastro por todos lados. Le respondí, me pasó su número y la llamé. Su voz era exactamente igual a como la recordaba", describe Carlos.
A partir de ahí, sólo restó ponerse de acuerdo y un seis de diciembre de 2012 se reencontraron en Villa Mercedes. Los dos admitieron tener intactos sus sentimientos hacia el otro y Graciela se mudó a suelo puntano. Si bien los hijos que cada uno tuvo en sus respectivos matrimonios no se opusieron al romance, terminaron de confirmar que el amor entre ambos era verdadero cuando Carlos tuvo que enfrentar un tumor en su garganta. “Me hice atender en Córdoba y ella no se me despegó en ningún momento, su familia me acogió y me cuidó, y ahora nuestros hijos se conocen, somos como una gran familia”, dice.
Hoy, los dos son jubilados y aprovechan cada minuto de su segundo noviazgo. Carlos compone canciones para su mujer. Ella lo escucha y lo acompaña con recitados. Se abrazan y confirman que el amor vence al tiempo y la distancia.

 




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