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El Ejército de los Andes y su Campaña Libertadora

Por redacción
| 18 de enero de 2017

La campaña del cruce de los Andes fue uno de los hechos políticos y militares fundamentales para consolidar la libertad de las Provincias Unidas del Río de la Plata y además lograr la liberación de la Capitanía General de Chile y el Virreynato del Perú que estaban bajo dominio español en 1817. La organización y estrategia militar que desplegó el General San Martín durante ese año, que incluyó armar “un pequeño y bien disciplinado ejército en Mendoza para cruzar la cordillera”, como él mismo se lo anunció al Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón; más el desarrollo estratégico y de inteligencia en el campo de batalla; demostraron la capacidad de mando y de administración del Padre de la Patria que catapultó su fama como el Libertador de América.   

 


Para conocer en detalle lo que significó ese hito, El Diario de la República convocó al presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana, José Rigau, que entre otras actividades recorre las escuelas de San Luis cada año para difundir esa gesta. Lo primero que destacó el ex militar fue que “San Martín regresó a Buenos Aires el 9 de marzo de 1812 cuando tenía 34 años. Había pedido la baja del ejército español luego de haber participado de la resistencia del reino de España contra la ocupación de las fuerzas de Napoleón en 1809, quien pretendía tomar Portugal. Su participación fue muy destacada en las batallas de Arjonilla y Ailén, y por eso fue ascendido a teniente coronel. Luego pidió licencia porque su salud se había resentido y más tarde solicitó su salida de la fuerza. Además pidió permiso para volver a América porque ya lo motivaba la idea de la emancipación de los pueblos americanos”.

 


Apenas bajó del barco se presentó ante el Primer Triunvirato: Chiclana, Sarratea y Paso le reconocieron el grado de teniente coronel de Caballería y a través de un decreto firmado el 16 de marzo le dan como misión la creación de un escuadrón de granaderos. Entre marzo, setiembre y diciembre San Martín forma el Regimiento de Granaderos a Caballo y es ascendido a coronel. En diciembre se casa con Remedios de Escalada (que iba a cumplir 15 años), el 3 de febrero tiene su bautismo de fuego junto a sus granaderos en el combate de San Lorenzo y el 20 de enero de 1814 se hizo cargo del Ejército del Norte, que comandaba Belgrano, porque no había tenido éxito en llegar a Lima por el Alto Perú (Bolivia).

 


Rigau explicó que “San Martín entendía que por ahí no se iba a llegar al centro militar por excelencia de las fuerzas reales, que era Lima, porque los esfuerzos realizados habían sido infructuosos. Por lo árido del terreno y porque el ejército revolucionario contaba con muy pocos elementos, sobre todo armamento. Por eso pidió que lo reemplacen del mando de ese alicaído ejército por razones de salud y viajó a Córdoba. Estando allí, el Directorio lo nombra gobernador intendente de Cuyo el 10 de agosto de 1814”.

 


Durante los dos años y cuatro meses que fue gobernador, San Martín no sólo se preocupó por la organización militar, sino que realizó una muy buena Gobernación donde entre otras obras impulsó los canales de riego, los programas de vacunación, la producción vitivinícola y promovió la educación. A tal punto que a todos los destinos que viajó lo hizo con su biblioteca y así creó una en Mendoza con gran parte de sus libros, hecho que también repitió luego de libertar Chile y Perú. De ambos países fue el creador de sus bibliotecas nacionales.

 


Manos a la  obra

 


“A partir de 1817 Toribio Luzuriaga lo reemplaza en la Gobernación de Cuyo porque él se dedicará de lleno a la campaña del  Cruce de los Andes que ya le había informado al nuevo Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón. Según sus propias palabras la idea era: 'Con un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza cruzar la cordillera, libertar a Chile, instalar un gobierno de amigos y de allí por mar al Perú'. Y dentro de ese Plan Continental, quien se iba a ser cargo de frenar el avance de los españoles por el norte sería Martín Miguel de Güemes con sus gauchos, contó Rigau.

 


El teatro de operaciones se delimitó desde La Rioja hasta el extremo sur de Mendoza y las líneas de invasión fueron seis: por Planchón el teniente coronel Manuel Freire tenía la misión de llegar hasta Curicó y Talca. El capitán José Lemos debía entrar por Portillo y su objetivo era San Gabriel. El grueso de la misión, unos 3.000 hombres, pasó por Uspallata al mando del coronel Juan Las Heras quien debía llegar al Valle del Aconcagua y por Los Patos fueron tres generales: Bernardo O’Higgins, Estanislao Soler y el propio San Martín, que debían entrar a Santiago de Chile. Hacia el norte, por el paso de Guana, fue el teniente coronel Juan Manuel Cabot con la misión de tomar Coquimbo y La Serena; mientras que por Comecaballos el teniente coronel Francisco Zelada debía ocupar Copiapó.

 


La preparación de los 5.000 hombres que cruzaron la cordillera se realizó en el destacamento de El Plumerillo, una localidad ubicada a 7 kilómetros de Mendoza, en el actual departamento Las Heras que hoy recuerda esa gesta con dos monumentos. El docente explicó que “uno de los elementos fundamentales eran los arsenales, es decir las armas y municiones que se iban a necesitar. Para eso San Martín contó con la colaboración del fraile Luis Beltrán, aunque su verdadero apellido era Bertran; que además de sacerdote tenía profundos conocimientos en química, matemática y mecánica. Por eso San Martín lo designó como jefe del Parque de Artillería. Este cura era como un ingeniero porque hacía de todo y le brindó un gran apoyo en la fabricación de armamento pero también en herraduras, monturas y demás herramientas que eran necesarias”.

 

Estrategia y espionaje

 


Otro punto que Rigau señaló como fundamental para lograr el éxito del cruce de los Andes fueron los reconocimientos de la cordillera. “San Martín le encomendó a varias personas la tarea de ver y anotar todo lo que iban a encontrarse por cada uno de los pasos cuando emprendieran el viaje. Y hay un hecho entre político y anecdótico donde San Martín le ordena a Antonio Álvarez Condarco que le lleve una copia de la Declaración de la Independencia del 9 de julio de 1816 al mariscal Casimiro Marcó del Pont que era el gobernador de Chile. Le indica que vaya por el paso de Los Patos pero le ordena que guarde todo lo que vea en su memoria ya que San Martín sabía de su inmejorable capacidad para recordar y dibujar. El general le dijo: 'Pueden pasar dos cosas: o que lo fusilen o que crean que está loco y lo manden de vuelta por el camino más corto, que sería Uspallata, con lo cual podrá ver cómo están los accidentes de la cordillera por ahí'. Y eso sucedió tal cual, porque lo mandaron de vuelta. Y con esa información pudo dibujar los mapas que luego utilizaron para el viaje”.

 


Con esa información el jefe de los Granaderos añadió un itinerario que establecía el número de días en que debían realizar el cruce, la cantidad de leguas a recorrer cada día, el detalle del  agua, pasto y leña necesario para cada tramo; los lugares de descanso y algunos detalles sobre las características del terreno que transitarían.

 


El Mayor (RE) destacó que San Martín también apeló a lo que se denomina Guerra de Zapa, que consistía en difundir información falsa para desorientar al enemigo: “Logró infiltrar gente en Chile para que pasaran noticias falsas y a la vez trajeran información sobre las reacciones que generaban en los españoles esas mentiras. Para eso contó con la inestimable colaboración de un patriota chileno, Manuel Rodríguez, que hasta perdió su matrimonio por mostrarse como fiel a España cuando en realidad lo que estaba haciendo era llevarle información falsa a las autoridades reales. Y como él también otros participaron del engaño como Diego Guzmán, Ramón Picarte, Miguel Ureta, Pedro Alcántara, Juan Pablo Ramírez, Domingo Pérez y Antonio Merino”.

 


Hasta el propio San Martín se involucró personalmente en esa guerra de engaños cuando se reunió en la localidad mendocina de La Consulta con el cacique Ñancuñán durante tres días. “Les llevó varios regalos, entre ellos mucho licor, con la excusa de pedirle permiso para cruzar con el ejército por su territorio para llegar hasta Chile, por el sur de Mendoza. Su verdadero interés era que apenas se retiraran esa información le llegara a los realistas de Chile”. Rigau explicó que “el objetivo que perseguía era que las fuerzas militares contrarias se diseminaran por todo el territorio, porque si uno va a Chile se da cuenta que al bajar de la montaña por esas huellas, si una milicia de combate te espera bien apostada, es imposible tener éxito con la invasión”.

 


En marcha

 


El Ejército de los Andes se movilizó a la cordillera entre el 17 y el 18 de enero. Estaba formado por cuatro batallones  de Infantería: el 1 estaba al mando del  coronel Rudecindo Alvarado, el 7 cuyo jefe era el teniente coronel Pedro Conde, el 8 tenía la particularidad de estar formado por soldados negros que pertenecían a los batallones de Pardos y Morenos (formados en 1810) e incluso lo integraron algunos esclavos a los que se les compró su libertad y varios libertos que la habían recuperado luego de la Asamblea de 1813. Su jefe era el teniente coronel Ambrosio Cramer. Y el 11 estaba al mando de Juan Gregorio de Las Heras.

 


La caballería estuvo conformaban por el Regimiento de Granaderos a Caballo y cinco escuadrones cuyo jefe era el coronel Matías Zapiola. Y el quinto escuadrón se convierte en el Escolta o Cazadores a Caballo de los Andes, que es el actual Regimiento 8 de Caballería que se denomina “Cazadores General Necochea”. Además, contaba con dos grupos de artillería que debieron transportar 900.000 tiros de fusil y 18 cañones. Mientras que unos 5 baqueanos guiaron a las tropas. 

 


También estaban los ingenieros zapadores que iban delante de las columnas y estaban encargados de hacer algún tipo de obra que fuera necesaria para avanzar. “Hay que tener en cuenta que todo se hizo a lomo de mula o caballo y no había ninguna posibilidad de llevar vehículos de carga”, aclaró Rigau. El personal que participó de la gesta se dividió en 3 generales, 28 jefes, 207 oficiales, 3.788 soldados combatientes, 1.392 milicianos y 15 civiles voluntarios.

 


Para mensurar las dificultades que tuvieron que soportar esos hombres durante los 24 días que duró el cruce, se puede comparar la cantidad de animales que comenzaron el viaje con los que finalmente llegaron a Chile: las mulas fueron 9.281 pero bajaron 4.300, los caballos que salieron fueron 1.500 y sólo un tercio llegó, 511. Mientras que las 483 cabezas de ganado que se llevaron fueron consumidas. El factor climático fue otro enemigo que debieron desafiar ya que por la noche la temperatura bajaba hasta los 10 grados bajo cero y al mediodía podían soportar hasta 35 grados a pleno sol.

 


Durante el transcurso de ese viaje se produjeron algunos pequeños combates que los patriotas resolvieron con éxito: “Por ejemplo la columna de Uspallata, que estaba al mando de Las Heras tuvo combates en Picheuta, Potrerillos y Guardia Vieja, todos en territorio mendocino. Y en el paso de Los Patos, donde iba San Martín, hubo enfrentamientos en Achupallas y Las Coimas”, acotó Rigau.

 


Triunfo en Chacabuco

 


Cuando llegaron a territorio chileno, las dos columnas más nutridas se reunieron en el poblado de Curimón donde San Martín diagramó la estrategia para atacar al ejército realista en Chacabuco. “La novedad era que la columna de O’Higgins debía ir por el camino de la cuesta vieja y dividirse en tres para mantenerse de frente a las tropas españolas, que estaba con bastante menos efectivos, pero con la idea de distraerlos, sin atacarlos porque todavía eran menos en número. Mientras tanto, el general Soler debía viajar por el camino de la cuesta nueva y dividirse en cuatro para tomarlos por el flanco y la retaguardia”, contó.

 


Pero según Rigau se produjo un hecho no planeado: “El general O´Higgins, que era chileno, no pudo esperar y sus ansias por libertar a su pueblo pudieron más que la disciplina y se fue al ataque. Cuando San Martín recibe la noticia, no lo duda, toma la Bandera de los Andes y ordena a su escuadrón entrar en acción porque si se perdía esa batalla podía sobrevenir el fracaso de toda la misión. Pero la idea del general finalmente se cumplió: Soler llegó a tiempo y el sorprendente y aplastante triunfo en Chacabuco fue el primer paso hacia la libertad de Chile primero y de Perú después, como lo había planeado San Martín en su Plan Continental”.

 


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