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Murió la mamá de Brenda Arias

Elva Garayalde luchaba para que el crimen de su hija, ocurrido hace 8 años, no quede impune.  Será sepultada este lunes en La Punilla. 

Por redacción
| 30 de octubre de 2017
Tenaz. "Negrita", firme junto a la imagen que recuerda a Brenda.

“Me cuesta tanto vivir. Siento un dolor tan grande por lo que le pasó a mi hija”, repetía, en los últimos tiempos Elva Norma Garayalde, la mamá de Brenda Jimena Arias, la chica de 19 años asesinada hace 8 años en Villa del Carmen. Pero el recordarle que tenía otras razones para existir y seguir luchando –su hijo Emanuel, su pequeña nieta o su compañero Miguel, por ejemplo– no bastaban para apagar la angustia existencial que Elva sentía, que mutó en una depresión y, más tarde, en cáncer. “Ninguna persona reemplazará a Brenda. Nunca”, respondía “Negrita”, tajante y acertadamente. El domingo cerca de las 10 murió en el Sanatorio Rivadavia, donde estaba internada, por esta enfermedad. Tenía 63 años.

 

Tanto era su deseo de que se esclareciera el femicidio que, sin respuestas concretas y sin reparos, cuestionó en muchas ocasiones a las autoridades y a los investigadores. Nunca mantuvo silencio. Ni la imposibilidad de caminar la frenó. Por caso, fue en silla de ruedas a la última manifestación por el Día de la Mujer. La acompañaban chicas que tienen más o menos la edad que hoy tendría Brenda, integrantes de organizaciones sociales, con quienes había tejido en el último tiempo un vínculo casi filial. 

 

No es difícil comprender por qué la enfermedad apresó el espíritu, la mente y el cuerpo de “Negrita” en los años que siguieron al crimen. El homicida no sólo le arrebató intempestivamente a su hija la noche del sábado 11 de julio de 2009. También le prendió fuego al cuerpo. Dejó, literalmente, sólo un par de huesos, que Elva atesoraba en una urna que tenía en su casa de San Luis, en la calle San Martín, muy cerca del Correo Argentino. Sentía que así tenía a su lado a su única hija mujer, la menor de la casa.

 

Este año la jueza Patricia Besso ordenó la detención de Juan José Murúa, amigo de la víctima, con la sospecha de que es el homicida. Habrá, con seguridad, muchas voces que seguirán pidiendo que el asesinato de Brenda no quede impune. Pero ninguna será como la de su madre, tan intensa, fuerte y sentida. Elva es, ahora, tan insustituible como su hija.

 

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