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"Perotá chingó" en "Los Cedros"

Postales bucólicas, atardeceres en la playa y ranas que croaron en la laguna fueron parte de una magia sumergida.

Por redacción
| 21 de noviembre de 2017
Canciones pequeñas. La parte femenina de "Perotá chingó". La imagen del grupo. Foto: Nicolás Varvara.

Un domingo a la tarde de plena primavera en un lugar rodeado de verde, sierras y ranas que croan a orillas de una laguna no puede más que regalar una imagen bucólica y de innegable placidez. Si a eso se suma la música -bucólica y plácida- de "Perotá chingó", el aire fresco y la tranquilidad campestre y natural, el paisaje se convierte en ideal para una inmersión sanadora.

 

En esos márgenes se movió el recital que el cuarteto dio en "Los Cedros", el pueblo cultural de Estancia Grande que inauguró de esa manera la temporada de "El patio de las lunas", su espacio al aire libre, un escenario ideal para la melancolía del grupo.

 

El concierto -de casi dos horas de duración- fue la presentación de "Aguas", el disco recientemente editado por la banda. El trabajo tiene a la fórmula del H2O en  casi todos sus estados. Y no solamente referido a lo líquido, lo sólido y lo gaseoso.

 

Las canciones del álbum muestran al río como escape, al mar como posibilidad de navegar, a la lluvia como motivo de alegría y hasta al líquido que inunda el útero, en el inicio mismo de la vida, como un lugar cómodo para empezar a recorrer un camino.

 

La primera parte del recital -que empezó con "Aguacero", justamente el primer tema del disco- se ocupó en recorrer una a una las canciones de la obra reciente. "Es como nuestro hijo, estamos tan orgullosas y contentos de tenerlo", dijo Dolores Aguirre, cantante, compositora y guitarrista de la agrupación.

 

La primera hora, entonces, fue una indagación al mundo interior e interno de las chicas -junto a Aguirre conforma el núcleo duro del grupo Julia Ortiz- que a veces navegó en una densidad que invitó al permanente estado de reposo, con algunos puntos altos como "Canción pequeña", "Certo" y "Piel", casi un blues que despertó las primeras alegrías entre el público.

 

"Lo que le vamos a mostrar es un viaje musical por nuestras emociones que esperamos que les guste", anticipó Ortiz, como parte de un discurso de espiritualidad, meditación y flores de loto que reinó durante todo el encuentro.

 

Incluso con sus vestimentas, los integrantes de la banda trataron de imprimir un espíritu de hippies que se acojen someramente a los beneficios de las obras sociales. Las chicas entraron con tapados sueltos, ropas holgadas y colgantes por todos lados, en tanto que Andrés Villaveirán y Martín Dacosta -el costado masculino de la agrupación- se mostraron como monjes encapuchados barbados y de pelo largo.

 

Aunque podría parecer distante con sus seguidores, el grupo demostró la comunicación a su modo, con intervenciones casi susurradas y una evidente compulsión a explicar sus canciones o, en todo caso, informar sobre qué quisieron escribir cuando se sentaron a componer las letras.

 

La segunda parte del show -bastante más acotada que la primera- se centró en el recuerdo de los temas del primer disco del grupo, editado en 2013 y con el nombre de la agrupación como título. En ese segmento, la noche tomó otro cariz, más alegre, gracias a "La complicidad" y "Ríe chinito", dos canciones que fueron muy bien recibidas por la gente.

 

Por YouTube, "Perotá chingó" se hizo conocido como un dúo de chicas que en los atardeceres playeros hacía versiones personales de "Los Piojos", "Abuela coca" o Fernando Cabrera. De aquella simpatía inicial, las chicas saltaron a un disco con canciones propias en el que demostraron las cosas que tenían para decir a un ritmo interesante y capataron la atención de la adolescencia que se despega del reggaetón. La segunda experiencia discográfica fue "Aguas", donde las experimentación llegó a otros niveles más sumergidos.

 

Ahora, el grupo está conformado como un cuarteto con una musicalidad más intensa que reparte los sonidos, aunque la tapa de los discos, la promoción y la imagen central del grupo siguen Aguirre y Ortiz.

 

Son ellas, además, las encargadas de mantener un registro vocal notoriamente ensamblado que se complementa a la perfección y suma un color cuando Villaveirán introduce sus coros cascados.

 

"Estar acá, rodeados de esta magia, con gente tan linda como ustedes nos hace muy felices", sostuvo Julia, la rubia del grupo y quien entabló más comunicación con un público que estuvo en parte sentado en el suelo, algunos soportando estoicos el fresco de Estancia Grande y otros llevando pizzas y bebidas de la barra a la pista. Todo, mientras el croar de las ranas se acoplaba naturalmente a la música del grupo.

 

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