Piden una junta psiquiátrica para un preso considerado peligroso

Juan Marcelo Reales es un peligro. Asesinó a una pareja en un departamento al que entró a robar, en Villa Mercedes, en 2004; en la cárcel de San Luis mató a Luciano Barbero, otro preso considerado, como él, irrecuperable, en 2013; lo llevaron a un penal de Mendoza y quiso matar a otro preso; y a fines del año pasado casi aniquiló a puñaladas a otro detenido por homicidio, Facundo Martín Giménez. Está catalogado como psicópata. Por eso, el Servicio Penitenciario Provincial (SPP) ha pedido que una junta psiquiátrica determine si debe ser trasladado a una prisión que tenga un pabellón neuropsiquiátrico, informó el director, inspector general Ernesto Sáez.
Por ahora, está aislado en una celda del penal de condenados de Pampa de las Salinas, cerca de La Botija, allí donde atacó a Giménez el 29 de diciembre pasado. “Esperamos que los organismos forenses puedan dictaminar una junta médica psiquiátrica, con el fin de evaluar la conveniencia de un tratamiento específico que podría darse acá o en otros ámbitos penitenciarios que cuenten con una dependencia específica de tratamiento psiquiátrico, como Melchor Romero, de Buenos Aires, o El Sauce, de Mendoza”, indicó Sáez.
El funcionario explicó que “el servicio penitenciario de Mendoza tiene un pabellón de modalidad psiquiátrica, pero a ese se accede previa evaluación del hospital, no del servicio penitenciario. Es decir, el director no puede enviar a nadie allá, sino que lo tiene que autorizar el hospital”.
El múltiple homicida tuvo una entrevista en el Hospital Escuela de Salud Mental, de San Luis, días después de atacar a Giménez, “y ahora esperamos que se conforme ese cuerpo colegiado que lo pueda evaluar”, dijo el responsable del SPP.

"Medicación sin resultado"
Reales “ya estaba medicado en forma preventiva, pero hemos visto que no ha dado resultado, porque seguramente ha tenido un brote psicótico, que sumado a su psicopatía y su trastorno antisocial hacen un componente bastante importante y a la alteración de su personalidad”, dijo. 
En la cárcel de San Luis, Reales mató a Luciano Barbero –condenado por violación y homicidio–, el 8 de febrero de 2013. Y Sáez confirmó que en el penal mendocino de Almafuerte, adonde fue trasladado por un tiempo, tres o cuatro años atrás, Reales intentó matar a otro interno.
“Reales no puede estar acá, tiene que estar en una cárcel psiquiátrica. Ya mató a mi compañera de universidad y al novio. Mató a Barbero dormido en 2013. Lo llevaron a Mendoza, quiso matar a otro y lo trajeron para acá”, resumió Patricia Sotelo, la madre de Giménez, la última víctima del preso peligroso. 
Cuando habla de su compañera de estudios, Sotelo se refiere a Laura Leticia Rigoni, la chica asesinada por Reales en 2004, junto a su novio, José Marcelo Pizarro. Ese fue el primer crimen del homicida, que en esa época era nada menos que protector comunitario.
En Pampa de las Salinas, Reales “supuestamente iba a estar controlado. Se rehusó a tomar la medicación, el Servicio Penitenciario se lo permitió y lo puso en contacto con otros. Si él representa un peligro para él y para terceros, lo tienen que aislar del resto de la población, porque saben que en algún momento va a atacar a alguien”, afirma la madre de Giménez.
Su hijo está condenado a prisión perpetua por el homicidio del productor de audiovisuales Esteban Quaranta y de su madre, Elsa Ferrayoli, cometido en Villa Mercedes en 2008. El 29 de diciembre de 2016, jugaba al solitario en el comedor del pabellón, en Pampa de las Salinas. Era la siesta. “Reales lo agarró por la espalda, le dio siete puñaladas, tres en el abdomen”, narró Patricia.
Asegura que “la agresión fue gratuita” porque Giménez no había hecho nada para provocar esa reacción homicida de Reales.
Su hijo “sobrevivió por milagro de Dios, porque son tres horas de traslado hasta San Luis. En el camino hizo tres paros cardiorrespiratorios y en San Francisco ya había consumido todo el oxígeno que tenían en la ambulancia”, contó Sotelo.