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Un rodeo Angus que crece entre alfalfares

Por redacción
| 05 de febrero de 2017
Federico Rozadal cría su rodeo Aberdeen Angus sobre un paño de alfalfa que se extiende a lo largo de 300 hectáreas.

Como pintados con una acuarela, el negro y el colorado resaltan sobre un paño verde brillante que sobresale bajo un cielo cristalino. Ese festival de colores es fruto del esfuerzo que Federico Rozandal realiza por darle vida a un núcleo ganadero en ese lienzo difícil que es el árido sur puntano. El hombre, cordobés de nacimiento, tiene un rodeo Aberdeen Angus en pleno crecimiento en la pequeña localidad de Fortín El Patria. Allí, su fórmula mágica para lograr una hacienda en estado óptimo es un forraje a base de alfalfa en el verano y verdeos para paliar la dura salida del invierno.

 

El principal producto es un ternero de entre 200 y 220 kilos, que generalmente es vendido en la feria de la firma Mondino. El objetivo es lograr el ciclo completo.


La revista El Campo viajó hasta el Departamento Dupuy para conocer el nuevo emprendimiento, que tiene apenas dos años de vida, pero que cuenta con el sustento invalorable de una familia con muchos años de dedicación a la ganadería y al campo.

 


Rozandal tiene 46 años, nació en Villa Valeria y es de esa estirpe de personas que desde niños se cobijaron al calor de las actividades agropecuarias y, ya de adultos, decidieron seguir ligados a la vida rural. Veterinario de profesión, trabajó desde joven en la estancia de una firma chilena, luego se desempeñó bajo el mando de su padre y en 2011 armó una sociedad con su hermano para empezar a meterse en el negocio ganadero de forma independiente. 

 


En 2015, los hermanos dividieron los bienes y continuaron en el rubro cada uno por su cuenta, aunque fue una separación programada y en buenos términos. Pero si bien cada uno tiene su propio rodeo, Federico no duda en definir a su emprendimiento como una “empresa familiar”.

 


Es que Carlos, el padre de los muchachos, es nativo de Buena Esperanza y logró adquirir las tierras del Fortín tras más de cuarenta años de servicio como empleado en una firma ganadera. Ahora, el campo que históricamente llevó el nombre de ‘El veinticinco’, está dividido en dos fracciones iguales que son aprovechadas por sus hijos a través de un arreglo económico que les permite concretar aquella vieja máxima que dice que las “cuentas claras conservan la amistad”.

 


En su parte de 1.700 hectáreas, el veterinario empezó a especializarse y darle empuje a un rodeo Aberdeen Angus de cría que actualmente está conformado por unas 230 vacas. Su producto insignia es el ternero macho que sale a la venta con un peso de entre 200 y 220 kilos. “El ternero es nuestro fuerte y tratamos de aprovechar lo que tenemos en el campo, que es el pasto, y aguantar lo más que se pueda para sacar un bovino lo más pesado posible”, contó.

 


Esos ejemplares generalmente son vendidos en los remates de la consignataria ‘Alfredo S. Mondino’, firma con la cual Rozandal mantiene un vínculo afectivo y laboral desde hace varios años. Por eso lleva la mayoría de su hacienda a la feria de Buena Esperanza, pero también logra concretar algunas ventas directas a invernadores que llegan interesados en su producción.

 


Con apenas dos años de antigüedad, Rozandal admite con orgullo que sus terneros han tenido una buena recepción en los campos que los han adquirido y que han resultado muy “blandos”, es decir de fácil adaptación a las condiciones adversas.

 


Juan Larroudé, un joven veterinario que asesora al productor, agregó que esa virtud es algo que evidencian también en las hembras. “Hay veces que si el clima está difícil, van a rastrojos y yuyos, pero se recrían igual y se adaptan a comer alfalfa, monte o lo que sea y las ganancias de peso siguen dentro de los números previstos para llegar a la edad de entore”, detalló.

 


Además de ese plantel general, ponen muchas fichas en el desarrollo de un núcleo especial en el que intentan definir la raza con mayor pureza genética. Ese grupo de élite contiene 120 vaquillonas que están ingresando a su segundo servicio. “El año pasado compré 21 vaquillonas Puras Controladas, 10 de Los Caldenes y 11 de Garruchos Agropecuaria, y 5 toros colorados. Este año pensamos inseminar 50 de esas hembras con Brutal, que es genética de la firma de Juan Debernardi”, anticipó Rozandal.

 


Sin embargo, Larroudé aclaró que “la inversión en genética no significa comprar cualquier toro, sino que la dirigimos a lo que necesitamos. Este año vamos a inseminar con Brutal porque a los dos nos gusta una vaca bonita, que tenga linda cabeza triangular, bien femenina, costilluda y acá nos falta mejorar un poco de cabezas y cuartos. Brutal es un toro que te da esas características”.

 


Si bien por ahora su desarrollo ganadero propio alcanza sólo hasta la invernada, tratan de retener algunas hembras para ampliar el plantel de madres y en algún momento completar el ciclo.

 


No obstante, además de su rodeo de cría ofrece el servicio de recría y engorde para la hacienda de terceros. “Como nos sobran hectáreas para nuestro rodeo, ya que aún está en crecimiento, un productor trae su hacienda y le hacemos la recría de tantos kilos a tantos kilos. Se pueden hacer dos arreglos: un pago mensual a kilo de novillo o en capitalización en el caso de que haya que terminarlos”, reveló Federico.

 


Como todos los campos de la zona, ‘El veinticinco’ tiene una buena superficie de monte y bosques nativos y otra parte destinada a los cultivos. La hacienda, por lo tanto, alterna su forraje entre los pastizales naturales y las pasturas implantadas.

 


Pero para el productor su pasto base y principal herramienta es la alfalfa. La leguminosa produce grandes cantidades de materia seca y al ser un cultivo perenne, dura varios períodos y le permite tener reserva de forraje para los tiempos de escasez. Actualmente tiene unas 300 hectáreas sembradas que destina al pastoreo estival.

 


Para el invierno utiliza verdeos como centeno, avena y maíces y sorgos forrajeros diferidos. “Hoy toda la agricultura que hago no es para cosecha, sino doble propósito”, afirmó Rozandal para señalar que su principal preocupación es la ganadería. 

 


Cuando la tarea es la terminación, el engorde se hace a campo y sólo en algunos casos realizan una suplementación encerrada con maíz. De esa manera, buscan sacar las mayores virtudes del campo natural y a su vez tratan de mejorar el monte y dividirlo en lotes pequeños para realizar una comida rotativa.

 


“A lo que apuntamos es a un pastoreo de alta carga en el menor tiempo posible. Para eso hay que dividir los montes y darles descanso y rotación a los lotes durante el año. El punto de inflexión en la zona es el invierno, entonces lo que intentamos con el diferido, es tapar el bache que hay a nivel forrajero a la salida del invierno, para poder entrar a las alfalfas sin que la condición corporal de la vaca baje y que las ganancias de peso en las recrías y el engorde tengan continuidad”, expuso Larroudé.

 


Así en poco tiempo, Rozandal ha logrado poner en pie un plantel con una proyección importante, donde las madres alcanzan porcentajes de preñez del noventa por ciento. Pero también le ha dado un nuevo esplendor y funcionalidad al campo en esa zona donde las tierras son difíciles. “En dos años, hemos tenido un crecimiento de un 30 a un 40 por ciento. Pero también hicimos muchos avances en las instalaciones. Tuvimos que mejorar aguadas que estaban muy viejas, hemos hecho corrales, bebederos y molinos nuevos, pero aún queda mucho alambre por extender”, analizó el hombre.

 


Es que todavía le quedan varios desafíos por cumplir. “Mi objetivo es tener un plantel que sea bien bonito, pero también que sea eficiente económicamente. Y la idea es que no haya más hacienda de terceros, sino tener 500 madres para cubrir mis gastos y que me sobre un porcentaje para hacer el ciclo completo. Y el otro objetivo es que el campo quede hecho un jardín en cuanto a instalaciones”, anticipó.

 


Repleto de ganas y motivado, Rozandal apuesta a la ganadería, aún cuando tiempo atrás los contextos no siempre fueron favorables. Por eso, todos los días se arremanga y sale a pintar de colores su campo.

 


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