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La Cuenca de La Petra todavía está a tiempo

Por redacción
| 12 de marzo de 2017

San Luis ya conoce de los estragos que el exceso de agua puede hacer en los suelos productivos. La Cuenca del Morro es un tema de estudio que puede dar fe de las dificultades a enfrentar, no sólo a nivel local sino que también se interesaron expertos de todo el país por los efectos que puede acarrear un mal manejo agrícola como el que  ocurrió allí, que ahora el Gobierno está intentando mitigar con una forestación intensiva que ayude a bajar las napas.

 

La estructura de la tierra es volátil, de estructura inestable, con una contextura similar al talco, lo que la hace sensible a la erosión hídrica y eólica.


Más cerca de la capital puntana, en La Petra, en una zona de características similares a ésa en la que aparecieron los nuevos ríos y provocaron desbordes preocupantes, el ingeniero Adrián Bona junto a un equipo de colaboradores que tiene en la consultora San Luis Agro, realiza un estudio que le permitirá entender lo que pasa y cómo ayudar a mitigar la erosión de los suelos, que de por sí tienen una estructura bastante inestable, lo que colabora a encender las alarmas.

 


Con el aporte económico del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, la consultora San Luis Agro trabaja en un proyecto que tiene como director al prestigioso especialista en suelos Gustavo Negro, quien busca comprender la complejidad de la zona y así disminuir los riesgos en la superficie por el mal manejo de los cultivos, producto de tener suelos de mala calidad y también por la falta de rotaciones efectivas debido al predominio de la soja.

 


La tierra de la zona es volátil, de estructura inestable, con una textura similar al talco, lo que la hace sensible a la erosión, tanto hídrica como eólica.

 


Los productores de este paraíso serrano cercano a El Volcán y Cuatro Esquinas, conscientes de las consecuencias nefastas que puede acarrear no atender de manera correcta el manejo de los suelos productivos, colaboran con las tareas de investigación, aunque sostienen que todavía queda mucho por hacer en materia de concientización. Además cuentan con la asistencia de la Universidad Católica de Cuyo en un proyecto que intentará, al finalizar y con los resultados en la mano, trabajar en conjunto con el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, que tiene la potestad de hacer cumplir la Ley de Suelos vigente en todo el territorio provincial.

 


El día se prestaba para conocer una zona que en épocas de lluvias es difícil de transitar, ya que los caminos rápidamente se encharcan. Para dar cuenta de los daños que provocó la erosión, en este caso hídrica, en una amplia superficie que llega a El Durazno, el ingeniero Bona junto a sus pares Agustín Pitavino y Alejandro Marín llevaron a esta cronista a conocer el caso más significativo: un camino arrasado por las lluvias, que hoy impide el ingreso a uno de los campos cercanos.

 


“Se trata de un suelo del tipo Loess, que se caracteriza por ser ligero y poco compacto. La estructura de la superficie está compuesta de un sedimento que el viento trajo hace millones de años, lo que hace que cualquier cosa lo rompa. Se le suma que en San Luis se dan chaparrones con mucha intensidad en períodos cortos de tiempo”, contó Bona.

 


“Este proyecto tiene dos patas fuertes. El primero y el más importante es poder dejarle a la provincia el estudio que determine cuáles son las estrategias para contener y encauzar el agua. Para eso en las zonas críticas se deben hacer mediciones que ayuden a determinar distintas variantes, como la cantidad de hectáreas de una cuenca y la velocidad en la que viaja el agua, y de esa manera hacer obras que verdaderamente funcionen en la contención”, afirmó, al tiempo que aseguró que para esas tareas es necesario el trabajo mancomunado con todos los organismos públicos y privados.

 


“Por otra parte se busca que los productores empiecen a tomar dimensión del problema que tienen en sus tierras, con prácticas tales como no arar a favor de la pendiente para ayudar a frenar el agua, el uso de la siembra directa y hacer cultivos de cobertura, entre otros.  Además ya le planteamos al ministro Cristian Moleker la idea de formar consorcios de productores que colaboren para cumplir la normativa para proteger los suelos”, añadió el especialista, que hace años trabaja en la zona como productor afectado y que esperaba que finalmente llegaran los recursos económicos del Estado nacional.

 


El joven ingeniero Pitavino, que es parte de la consultora, explicó lo que implica un plan de manejo de suelos. “Es importante la rotación en los cultivos, la forestación como una forma de recuperar nutrientes y absorber agua y darle una cobertura en invierno. Nivelar los terrenos  con lo que se conoce como ‘curvas’ es otra estrategia que debe ser tenida en cuenta, a pesar de las dificultades que trae para la cosecha. Dentro del proyecto contemplamos que todos puedan tener esta información. Para eso haremos capacitaciones y muestreos dentro de los campos”.

 


Trabajar con curvas de nivel y con terrazas tiene sus complicaciones, sobre todo a la hora de la cosecha. Esos trabajos deben hacerse de forma ordenada y a conciencia. “La recolección es un problema, y la siembra también, sobre todo cuando estos trabajos no pueden hacerse en forma paralela, algo que lo determinarán las características del terreno. Hay que conseguir que el productor no sólo realice estas prácticas sino que luego las use. Además es bueno inclinarse más por el uso de terrazas cuando los lotes son de pendientes quebradas”, afirmó Bona, parado sobre el terreno de prueba cultivado con maíz y rodeado de su equipo de trabajo.  

 


Se trata de alrededor de 28 mil hectáreas que han sido delimitadas para su estudio, donde la que mayor superficie aporta es La Petra. “La zona se divide en cuatro cuencas. De sur a norte por un lomo predominante denominado Alto Blanco, que nace en el Durazno alto, pasa por Cuatro Esquinas y finaliza en La Cumbre, sobre la ruta nacional Nº 7.

 


Del Alto Blanco sus aguas vierten a dos grandes acuíferos, al oeste el río Desaguadero y al este el río Quinto”, describió Bona, quien delimitó el espacio de análisis de manera práctica.

 


La Cuenca de la Petra abarca una amplia zona de San Luis, en el piedemonte del Macizo Central que divide a la provincia en dos. “Las aguas de la zona desembocan en el dique Paso de las Carretas, donde el sedimento ha hecho que se pierda la capacidad de contención. Por lo que los trabajos que hacemos son de suma importancia para evitar que la tierra cope el dique”, analizó el especialista, a quien la revista El Campo acompañó durante todo el recorrido.

 


Son 15 mil hectáreas que sufren la erosión del agua que desemboca primero en Paso de las Carretas para luego pasar al río Quinto. “Vamos a buscar la manera de que el dique no se llene como pasó en el Cruz de Piedra, donde toda la tierra de la cuenca de Estancia Grande fue a parar ahí. Es decir, perdió su capacidad de embalse y hoy está inutilizado”.

 


Dentro de las tareas que quieren realizar van a determinar cuántos metros cúbicos de tierra ha perdido de la cuenca, tierra que ahora está en el dique Paso de las Carretas. El periodo que se tomará es del año 1975 hasta la fecha.  El dique alimenta 300 kilómetros de acueductos y además se ha vuelto un centro turístico de importancia a partir de algunas inversiones privadas y estatales, por lo que cuidarlo repercute de manera positiva en varios aspectos de la economía provincial.

 



Conservación de suelo y agua

 


La relación con el ministro de Medio Ambiente, Campo y Producción ya venía de antes, a través de otros trabajos que la consultora hace en la crítica Cuenca del Morro. “Hay un proyecto para hacer una Tecnicatura en Suelos para 2018 en la Universidad de los Comechingones. El pedido en ese momento en referencia a los trabajos que hacemos fue que el Estado provincial haga los controles correspondientes a la Ley de Suelos. En el momento que tengamos el diagnóstico de cada zona vamos a armar un consorcio de conservación de suelos que funcionará como una cooperativa en la que cada uno debe saber qué hacer para evitar los procesos erosivos”, aclaró Bona respecto del encuentro con Moleker, quien se mostró de acuerdo con la idea.

 


El dinero para financiar la investigación se entregó el año pasado. “El proyecto había sido presentado tiempo atrás en el Ministerio de Ciencia y Tecnología y ayudó a conseguir los fondos el hecho de que Lino Barañao haya mantenido su cargo pese al cambio de Gobierno producido a fines de 2015. Entre los requisitos se solicitaba la anuencia del Gobierno de San Luis, que aprobó la iniciativa que va a permitir evitar que la zona de La Petra llegue a los extremos en los que se encuentra la Cuenca del Morro”.

 


Antecedentes

 


Hay varios ejemplos de proyectos de conservación de suelos y formación de consorcios para el control de la erosión hídrica. Uno de ellos fue el Plan Integrado de la Cuenca Alta, en la localidad cordobesa de Los Cóndores, del consorcio Los Mil Lagos.  El desarrollo, implementado con dinero del Fondo de las Américas, permitió el crecimiento de más de 20 productores agropecuarios.

 


En San Luis, desde los '80 se realizan prácticas de control, como el cultivo en contorno, cortando la pendiente y la labranza reducida. Y las terrazas de base ancha permitieron luego, que terrenos con pendiente reduzcan la erosión y mejoren la captación de agua de lluvia.

 


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