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Francisco llega a un Chile escéptico para una delicada visita de tres días

Arriba esta noche al país menos católico de Sudamérica. Su actividad fuerte será entre martes y jueves. El Diario de la República, testigo de la visita papal al país trasandino. 

Por Marcelo Dettoni
| 15 de enero de 2018
Para verlo mejor. Una tribuna y dos pantallas esperan a los fieles en el Palacio de la Moneda. Desde allí podrán seguir al papamóvil. Fotos: Nicolás Varvara. ENVIADO ESPECIAL.

El Papa Francisco llegará hoy (lunes) a un Santiago de Chile algo indiferente, que parece no registrar demasiado su visita. Al menos eso se desprende de la ausencia de carteles de bienvenida y de la falta de movimiento relacionado con el evento en un domingo muy tranquilo, que recibió al equipo de El Diario de la República con algo de sol entre las nubes, viento y el infaltable smog de esta ciudad encajonada entre montañas.

 

Y entre quienes sí lo hacen, los que más ruido meten en redes sociales y en los comentarios callejeros son los que no hablan demasiado bien de este viaje, que al erario público parece que le costará demasiado dinero, al menos en la óptica de quienes no están cerca de la Iglesia en un país considerado “el menos católico de Sudamérica” por los expertos en temas religiosos.

 

Ayer (domingo), apenas había señales de la llegada del Papa. Dos pantallas led en la Plaza de la Constitución, detrás del Palacio de la Moneda, con unas pequeñas tribunas tubulares desde las que se podrán seguir los periplos del Papamóvil en sus recorridos por la ciudad. El Parque O'Higgins recién estaba recibiendo los primeros retoques, pero la actividad fuerte comenzará hoy, con la vuelta al trabajo de la sociedad tras un fin de semana de descanso. Y los cortes programados recién comenzarán a sentirse cuando Francisco ya esté en tierra chilena. Por último, el metro de Santiago reforzará servicios y 19 estaciones abrirán mañana a las 2 para que los fieles lleguen con tiempo a la misa abierta, que comenzará a las 10.

 

(Denis Norambuena, Marcelo Dettoni y Nicolás Varvara, el equipo de El Diario en Santiago)

 

El diario "La Tercera", uno de los que tallan fuerte en la prensa local, calculó en unos 7.000 millones de pesos chilenos el costo de la visita papal, sólo en lo que respecta al gasto del Estado en seguridad, logística, organización y otras cuestiones relacionadas a su función. Además, la Iglesia Católica aportará otros 4.000 millones para las celebraciones religiosas, las hostias, las vestimentas de los sacerdotes, el combustible de los vehículos oficiales, el sonido en los actos y todo lo que tiene que ver con los desplazamientos a Temuco (pasado mañana) e Iquique, el jueves, cuando luego ya parta rumbo a Perú, segunda y última escala de su gira. La Argentina, el país que el Papa dejó cuando todavía era Jorge Bergoglio hace casi 1.800 días, seguirá esperando por su visita.

 

Cuando complete esta gira, será el único del extremo sur de América que no pisó Francisco, junto con Uruguay, que al parecer paga los “platos rotos” de la tormentosa relación que tiene el máximo prelado con su tierra de origen, en la que aún teme quedar atrapado por una "grieta" que no se cierra en materia política. Antes estuvo en Brasil (2013, por un encuentro de jóvenes), Ecuador, Bolivia y Paraguay (2015), Cuba ese mismo año, México (2016) y Colombia (2017). Por supuesto que tampoco fue a Venezuela por motivos obvios: el chavismo vive una crisis terminal de la mano de Nicolás Maduro.

 

Pero no es Argentina el motivo de estas líneas, sino Chile, su primera parada. Ayer comenzaron a llegar fieles y periodistas de todo el mundo, que se preparan para sumergirse en un microclima único, como sólo puede generar el Papa con su media sonrisa, sus gestos y su mirada inclasificable. Se nota a la legua quiénes son los hombres y mujeres de la prensa acostumbrados a seguirlo por el mundo: se saludan apenas se ven, comentan rumores de palacio del Vaticano, son distinguidos por los organizadores que llegaron de Roma en la previa y se manejan con soltura por la sala de prensa, casi sin necesitar de la acreditación. Ese cartoncito amarillo es el objeto de deseo de todo el resto, porque nadie se siente seguro hasta colgarlo de su cuello, ya que las misas y los actos estarán celosamente custodiados. Y más luego de los pequeños actos vandálicos y amenazantes que surgieron en los últimos días con la intención de enrarecer el clima y meter al conflicto mapuche en el corazón de la visita: el viernes atacaron 5 iglesias en Santiago, y ayer lo hicieron con otra más.

 

Porque la parada de Santiago, que comenzará hoy mismo con su aterrizaje en el aeropuerto "Arturo Merino Benítez" a eso de las 20:10 (la misma hora que en la Argentina) y tendrá su clímax mañana con la misa multitudinaria en el Parque O'Higgins, aparece como mucho más tranquila que la visita de poco más de 5 horas que hará el miércoles a Temuco, la capital de la región de La Araucanía, donde los mapuches más se hacen sentir con sus reclamos sobre la propiedad de tierras que consideran ancestrales. Allí también estarán puestos los ojos de muchos argentinos, expectantes por conocer sus mensajes y, en el caso de los movimientos sociales afines al kirchnerismo, ver si le pueden poner alguna piedra más en el camino al presidente Mauricio Macri, que a su vez tendrá también la atención puesta en esa homilía en especial, como para que la "grieta" siga siendo tema de conversación con el máximo prelado en el medio y haciendo equilibrio.

 

Allí radicará una de las claves de la pasada de Francisco por Chile. Hay expectativa por saber qué dirá, si apuntará justamente al reclamo indígena y reclama a los dos gobiernos por las acciones de sus fuerzas de seguridad, aunque quienes lo rodean creen que llega en un rol de pacificador, para acercar posiciones y no echar más leña a un fuego que arde en forma de atentados, protestas y violencia, la misma que también se vive en el sur argentino tras las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel en diferentes enfrentamientos con las fuerzas del orden. Chile también tuvo sus muertos y la llegada de Sebastián Piñera al poder (aunque todavía la presidente sea Michelle Bachelet, quien promovió el matrimonio homosexual y la despenalización del aborto) le agrega otro condimento, porque a la derecha local nunca le tembló la mano para poner "orden" durante sus mandatos ante cualquier arrebato social de intensidad mayor a una manifestación callejera.

 

No será la única cuestión que la sociedad pondrá en manos del Papa por estos días. Los indígenas de la Amazonia peruana también lo esperan con los brazos abiertos para tratar cuestiones relacionadas con sus derechos. Y la propia Iglesia necesita de su ayuda para paliar los efectos devastadores que provocaron los escándalos relacionados con la pedofilia de varios de sus representantes en la región, una situación que no difiere a la de otras partes del mundo.

 

“La visita del Papa va a tener un papel positivo para la Iglesia”, reconoció el embajador de Chile ante la Santa Sede, Mariano Fernández, refiriéndose a los estragos realizados en 2010 por el caso de Fernando Karadima, declarado culpable de abuso sexual por el Vaticano, que lo condenó a retirarse "a una vida de oración y penitencia". Según la base de datos de la ONG estadounidense Bishop Accountability, las denuncias de abuso sexual han involucrado a cerca de 80 religiosos en el país trasandino.

 

No son Chile y Perú tierras que no conozca Francisco, quien estudió en Santiago y visitó tierra incaica en su labor jesuítica, mucho antes de apoltronarse en el Vaticano, donde hoy con 81 años sigue lidiando por cambiar algunas costumbres ancestrales que alejan al catolicismo del ciudadano de a pie. 

 

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