11°SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

11°SAN LUIS - Sabado 28 de Junio de 2025

EN VIVO

Un comedor que derrocha solidaridad y crece día a día

La “Fundación Niños Felices” recibe a 117 chicos y 47 madres. Brindan meriendas, alimentos y ropa.

Por Leonardo Kram
| 19 de noviembre de 2018
Foto: Leandro Cruciani.

José Norberto Balbuena, al que todos conocían como Guillermo por sus aportes a un radioteatro puntano,  comenzó en los 90 a tomarse los sábados de la semana para salir a vender diarios en su bicicleta. Él era gasista, no necesitaba de la changa. En realidad lo hacía para que al día siguiente, pudiera comprar la merienda para los chicos del barrio Kennedy, a los que invitaba a su casa ubicada en la avenida Juan Gilberto Funes (Ex Julio A. Roca) en la esquina con Rawson. En 2018, su hija Gabriela Balbuena, de 39 años, continúa su legado ayudando a niños, adolescentes y madres que llegan a la fundación llamada “Niños Felices” ubicada en esa misma vivienda.

 

Ocho mujeres voluntarias, incluida Gabriela, reciben a 117 chicos y 47 madres. Los lunes, además de la merienda, abren el roperito, que no incluye solamente a las vestimentas, sino que todo aquello que pueda ser donado a las familias carenciadas. Los miércoles entregan packs de alimentos no perecederos y dan otra merienda. Y los sábados entregan viandas con el almuerzo del mediodía. La cantidad de gente que ha llegado en los últimos años provoco dos consecuencias: por primera vez en siete años de funcionamiento que tienen una lista de madres en espera y tuvieron que comenzar a entregar las viandas en vez de que se sienten a comer.

 

Ante la visita de El Diario de la República, tras cruzar el patio, entre una cancha de fútbol y un taller de chapa y pintura que pertenece a la pareja de Gabriela, Sebastián Arce, se veía a un par de muchachos, de ropa deportiva, mezclando cemento y colocando ladrillos con precisión. Era la ampliación que estaban haciendo del hogar. Ya habían hecho dos paredes de las cuatro, para cubrir la casa en forma L, con el objetivo de recibir a los chicos allí e incluso más adelante, dictar talleres.

 

 

Seguir el legado

 

“La primer meta era sacar los chicos de la calle, darle un lugar donde pudieran merendar, jugar, empezar a enseñarles valores. Arrancamos con 17 niños”, recordó la mujer. El camino no fue en línea recta. Su padre murió en 2005, tras un cáncer de páncreas que se lo llevó en tan sólo tres meses. “Mi mamá (Miriam Vidal) dijo que directamente no iba a seguir sin él”, detalló sobre su madre, que regresó a Chile para cuidar de su abuela. “No sé si él pensó si alguno de sus hijos se iba a levantar con la fundación. El tampoco lo planteó pero sí nos dijo que nos cuidaramos, de que seamos buenas personas, que a nuestro modo, tratemos de ayudar lo más que podamos y que en síntesis la vida se trataba de eso, de compartir”, expresó con un dejo de nostalgia.

 

Pasarían 7 años, hasta febrero de 2011, cuando la madre de 4 decidió retomar la fundación. “Yo soy hija de Dios, cristiana, fui a la iglesia y escuché una frase: ‘la fe sin obra era muerte’. Por más que fuera al templo a calentar el banco y hacer un montón de cosas, si de verdad, no ponía manos a la obra no me iba a ganar el cielo, ni me iba a servir de nada”, justificó. Muchos contactos se perdieron, otra gente que colaboraba prefirió no hacerlo o falleció. Durante nueves meses tramitó los papeles de la personería jurídica y el 1° de noviembre retomaron las actividades. “Todos los chicos que están levantando la pared, incluido mi hijo Ezequiel, se juntaban acá para tomar la merienda”, apuntó con orgullo.

 

Comenzaron también a organizar eventos, al menos uno por mes, para conmemorar Pascuas, Navidad, días del Niño, de la Madre  y dos veces por año cumpleaños. Bandas como “La Piedra”, grupos artísticos como “Saltimbanqui” y clubes de autos y motos siempre dieron su mano a la fundación. Actualmente reciben donaciones de la Fundación Fundar, que costeó el alimento de todo este último mes para las familias; García eventos, que ayudó con fiestas para recolectar dinero, Ramón Nellar, que colaboró en la construcción del salón, Carolina Seijas y Laura y Federico, que son “familias que vienen a ayudar”.

 

 

Chicos de todos lados

 

Los chicos que se acercan no son solo los del barrio en donde está asentado el comedor. Eva Perón, 9 de Julio, 1° de Mayo, San José, Solidaridad, 500 Viviendas y Vial son otras de las vecindades de donde se acercan. Y sus realidades no son nada fáciles. “Una vez se desmayó un niño. Le di un vaso de agua, lo sentamos y luego lo llevamos de urgencia al Hospital del Oeste. Le preguntaba qué había comido al mediodía y me dijo ‘Té con un poco pan’. La noche anterior había ‘comido’ lo mismo. Hace dos días que estaba así”, detalló. “Me di cuenta que cuando ellos tenían un lugar en el que podían tomar la leche o comer, ya no iban al quiosquero con ganas de sacarle algo”, admitió la mujer. “Venía gente a decirme que estaba criando ladrones, que iban crecer drogados, borrachos, y no es así”, dijo.

 

“Yo creo que piensan que nadie los entiende, que nadie los comprende, que muchas veces no saben para qué nacieron. Esa es la realidad ‘¿Para que nací si estoy sufriendo? ¿Para qué nací si mi mamá no me quiere? ¿Para qué nací si estoy con mi abuela y tampoco me quiere? ¿Para qué nací si no tengo un papá, como los demás?”, enumeró. “Una mamá se me acercó una vez y me dijo que no soportaba un día más de decirle a su hijo ‘no tengo’ y que le molestaba cuando le venía a pedir, porque le tenía que decir que no tenía”, agregó.

 

A ello se le suma la ausencia total de la figura paterna. “Si mirás las fotos que hemos sacado estos años, nunca hay hombres. Pienso que es una generación, que quizás todavía existe, de mamás que malcriaron hijos, dándole todos y apañándolos en todo, y no enseñándoles a ser hombres de verdad. De que hay aguantarse la pelusa y si te mandaste una macana hay que hacerse cargo y que un hijo no es un error, sino una bendición”, criticó.

 

Cuando los chicos cumplen 15 años, debe pedirle que dejen de venir, aunque ellos regresan para jugar al fútbol o colaborar en los eventos. Ya están preparándose para la fiesta de Navidad, para la que durante el último mes del año recolectarán comida y regalos para quienes se acercan a la fundación. Ahí ayudarán también negocios como Zapatería Chocolate, Construshop, Panadería el Principito y los colegios San José y Don Bosco. La gran fiesta será en el comedor el 21 de diciembre y quienes estén interesados en ayudar ya pueden dejar sus aportes en los lugares que colaboran.

 

Gabriela sueña con hacer más grande la fundación y poder dar dos comidas diarias, construir en el futuro un ropero, baños y duchas para los pequeños y dictar talleres continuos en el salón, que está próximo a finalizarse. “¿Sabes cuál es mi idea? Dejar de pedir, que podamos ser autosuficientes. Dándole talleres, que cada uno pueda solventarse e inclusive ellos cuando crezcan puedan apadrinar a otros que lo necesiten. Quizás es un sueño muy grande, pero es la idea”, resumió con esperanza. 

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo