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Presos de un querer: el dúo "Orozco-Barrientos" en el Mauricio López

Los renovadores de la música cuyana demostraron calidad intacta y respeto por los próceres.

Por redacción
| 22 de noviembre de 2018
Fotos y video: Alejandro Lorda

Mal que les pese a algunos tradicionalistas, “Orozco-Barrientos” es un dúo de folclore cuyano. Las tonadas y las cuecas salen de sus voces y de sus guitarras con una naturalidad incluso superior a algunas formaciones que hace años perdieron el rumbo y el ritmo de la cuyanía, enfrascadas en una raigambre que solo consiguió mantenerlos atados en el tiempo. La dupla, en cambio, se animó a renovar un género que parecía estancado y que perdió, injustamente, lugar en el mapa folclórico argentino.

 

El dúo mendocino, muy querido por el público puntano, inició una gira por cinco provincias en la que realizará 29 conciertos antes de lanzar su esperado cuarto disco. El inicio de ese recorrido, que los tendrá en las rutas hasta el 21 de diciembre, fue en Merlo, el domingo; y, a mitad de semana, recalaron en el auditorio Mauricio López.

 

El recital fue un muestrario del poderío del repertorio cuyano (con temas de Hilario Cuadros, Félix Dardo Palorma y Rafael Arancibia Laborda, entre otros), tocado con una calidad inusual y con el personal estilo que le imponen las guitarras de Raúl “Tilín” Orozco y las interpretaciones rockeras de Fernando Barrientos. A eso se suman las composiciones propias, otro mirador de cómo quedaría la tonada pasada por la máquina de renovar la música.

 

Como una declaración de principios, el primer tema del recital fue “Bajo los sauces”, una tonada sentida, dedicada a los trabajadores de la cosecha, primer eslabón de uno de los placeres mayores que experimentan los músicos de este lado del país: el vino. De hecho, Raúl y Fernando entraron al escenario con una copa llena en sus manos y brindaron por todos los presentes.

 

El recorrido por los tres discos de la banda (uno mejor que otro y con “Tinto” como punto altísimo) regaló algunas canciones olvidadas y otras que demuestran el respeto y el cariño que el dúo tiene por sus antecesores en la música cuyana. En ese punto, es justo considerar a “Los dos perros” —un tema que habla de la llegada del grupo a Buenos Aires— como una de las diez mejores canciones escritas en Cuyo. Con el arreglo de bajo que hizo Orozco, en el vivo del miércoles, esa postura se reafirma.

 

Otro tema que no pasó desapercibido el miércoles, aunque no se encuentra en la discografía de la banda el reconocimiento adecuado, fue “Pintadita”, del primer disco; la única chacarera grabada por ellos. Según Barrientos, representa su manera de decir “Ni una menos”. La canción está inspirada en la violación y el asesinato de una adolescente en Santiago del Estero.

 

El complemento entre los dos integrantes es una evidencia desde hace años en el plano musical, pero en los diálogos que tienen arriba del escenario queda aún más marcado. Con humor, Orozco lo cargó a Fernando por su condición de rockero —usa el pelo largo y, en el recital, salió a tocar con una remera de Los Beatles— (“no es fácil vivir con un hippie”) y Barrientos se quejó por lo mucho que hablaba su compañero.

 

En cada cueca que pasó por el recital, los músicos invitaron al público a bailar, con el fin de desterrar la idea que identifica a la nostalgia y a la tristeza como sentimientos predominantes en la música cuyana. “La alegría no es solo santiagueña”, bromeó “Tilín”.

 

Pero el mejor chiste de la noche salió de la boca de Barrientos y estuvo relacionado con el calor que hacía arriba del escenario. Luego de que su compañero se secara, por décima vez, la transpiración con un pañuelo que le alcanzó una espectadora de la primera fila, el cantante soltó: “Parecemos Federer y Nadal”.

 

En el equilibrio entre temas propios y ajenos en los que se transitó todo el concierto, sorprendió la inclusión por parte de "Tilín" —quien tuvo su momento en solitario— de “La pomeña”, de Cuchi Leguizamón y “El cigarrito”, de Victor Jara. En cambio, cuando Barrientos quedó solo prefirió hacer un adelanto de su próximo disco.

 

“El amor puede salvar”, “Chilenitas” —en excelente interpretación rockera—, “Tordo viejo”, de melodía puntana; “Pa’ Las catitas”, un certero homenaje a Leonardo Favio; y “La refranera”, para reafirmar la admiración que el grupo tiene por Félix Dardo Palorma son canciones con suficiente peso como para darle más crédito al dúo. Sorprende que todas sean parte del mismo disco.

 

Como no podía ser de otro modo, y a pedido de una espectadora que vio que pasaban las canciones y el tema que había ido a escuchar no había sido presentado, Orozco y Barrientos se despidieron con “Celador de sueños”, el tema que le abrió las puertas al grupo que puede volver a poner a la música cuyana en el radar de interés del gran público. En ese camino andan.

 

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