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Arrancó el juicio por un crimen en el barrio Amep; los acusados no declararon

A Humberto Raúl Aguilera y Jeremías Ezequiel Sarmiento los señalan por la muerte de Gerardo Mauricio Cortez, apuñalado en la cara hace tres años. Enfrentan una pena a 15 años de prisión.

Por redacción
| 06 de noviembre de 2018
Acusados. Aguilera, de campera clara, y Sarmiento, de buzo gris, esta mañana, en el inicio del juicio. Foto: Marina Balbo.

Según Humberto Raúl Aguilera, no fue él quien le dio una puñalada cerca del ojo izquierdo a Gerardo Mauricio Cortez, el 29 de agosto de 2015, durante una pelea entre vecinos, en el barrio Amep de San Luis. Su yerno, Jeremías Ezequiel Sarmiento, el otro sospechoso del crimen, sostiene lo mismo, por lo que los jueces de la Cámara del Crimen 2 de San Luis, que comenzaron a juzgarlos por el homicidio, deberán dilucidar la responsabilidad de uno y otro a medida que progrese el debate. Hoy, ninguno de los acusados quiso declarar.

 

Aguilera, de 50 años, y Sarmiento, de 20, llegaron al banquillo acusados como coautores de "Homicidio simple". El fiscal de instrucción 3, Esteban Roche, solicitó que ambos sean condenados a 15 años de prisión, según le informó este lunes a El Diario la secretaria del tribunal, Griselda Murcia.

 

Por esa fecha, Sarmiento tenía 17 años y estaba en pareja con una hija de Aguilera, una joven que tenía 15, que también fue detenida por orden de la jueza que investigó el homicidio, Virginia Palacios.

 

Pero a la hora de resolver la situación de ellos, la magistrado procesó a Aguilera y a Sarmiento –a este último, sin prisión preventiva, dado que era menor– y le dictó la falta de mérito a la chica, quien en ese entonces estaba embarazada de Sarmiento. Por ello, Aguilera está preso desde el día del crimen, en tanto que la detención de Sarmiento se concretó el pasado 13 de setiembre, y fue dispuesta por la proximidad del inicio del debate, explicó la secretaria de la Cámara del Crimen 2.

 

La riña se desató a metros de la casa paterna de Cortez, en la calle José Martí. Gerardo, que tenía 28 años; su mujer, Adriana Micaela Lucero; y la más pequeña de sus tres hijas, una bebé de tres meses, habían ido a la casa de Héctor Cortez a buscar algo de dinero y mercadería. Los Aguilera viven en las inmediaciones. Al parecer, hacía muy poco que habían llegado al barrio. 

 

Según una de las versiones, antes de irse a su casa, Lucero estaba en la vereda de lo de su suegro cuando la novia de Sarmiento intentó robarle. La versión indica, además, que Gerardo Cortez, que llevaba a su bebé en brazos y se había vuelto a la vivienda de su padre a buscar un vaso de agua, vio el intento de robo y salió a defender a su mujer. Supuestamente Cortez se fue contra la embarazada, y luego se sumaron a la pelea los allegados de esa joven, entre ellos, Aguilera y Sarmiento.

 

Hubo golpes, de ambas partes. "A las mujeres las separaron. En medio del problema, a Cortez se le cayó la beba que tenía en brazos, que se golpeó en la cabeza. El abuelo paterno levantó a la bebé. Presuntamente, los allegados a la otra familia comenzaron a patear a Cortez en la cabeza y en otras partes del cuerpo", resumió una fuente.

 

Pedía el arma a gritos

 

Según testimonios, en ese momento Aguilera habría pedido, a los gritos, que le trajeran  de su domicilio el arma blanca.

 

Según la conclusión del forense del Poder Judicial, Luis Paulo Lucero Arienti, Cortez murió por un traumatismo cráneo-encefálico por herida de arma blanca. Tenía fractura con hundimiento del hueso temporal del cráneo, en forma de L, con ruptura de vasos cerebrales de gran parte del lóbulo cerebral izquierdo, indicó el especialista en sus conclusiones.

 

La fugacidad propia de la pelea y la cantidad de personas que estuvieron enredadas en ella son dos factores que podrían explicar que haya divergencias en los testimonios. Otro es la pretensión de beneficiar a alguno de los sospechosos.

 

En el auto de procesamiento, Palacios destacó “la existencia de una importante cantidad de contradicciones, inconsistencias e imprecisiones” en las declaraciones tomadas en la entonces División Homicidios –hoy Departamento Homicidios–  y en el juzgado. Incluía en esta valoración las versiones que dieron los propios imputados.

 

Algunas “centralizaron la responsabilidad de la agresión en Humberto Aguilera, alias ‘El Pelado’ (…) otras, centralizaron la responsabilidad en la persona de ‘El Pelado’, descartando de plano absolutamente la intervención del menor (…) algunas narraciones colocaron en cabeza tanto al chico y a Aguilera en la ejecución de actos constitutivos del delito (…) y el propio Aguilera y su hija colocaron en cabeza al menor, en plena y absoluta responsabilidad por el suceso”.

 

Justamente la presunción de los investigadores fue que los Aguilera echaron a rodar la versión de que el autor de la puñalada mortal había sido el chico de 17, con la idea de que, si lo declaraban culpable a él, no iría preso, justamente por ser menor.

 

De cualquier forma, los investigadores recogieron testimonios que consolidaron la teoría de que quien empuñaba el cuchillo no era él, sino su suegro. Según testigos, en el fragor de la disputa, Aguilera le pidió a su yerno que fuera a traerle “la punta”. Dijeron que éste volvió con un cuchillo de cabo blanco entre las ropas y se lo dio. Y que Aguilera tomó impulso y se lo clavó a Cortez en la cola de la ceja, cerca de la sien. Murió ahí mismo, con la cabeza apoyada en el almohadón que su padre, Héctor, le había colocado mientras esperaba la ambulancia.

 

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