32°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

32°SAN LUIS - Jueves 28 de Marzo de 2024

EN VIVO

El mediodía en el centro de San Luis, un extracto del caos vehicular

Por Gabriel Casari
| 29 de marzo de 2018
Fotos: Martín Gómez

Estacionamiento indebido, doble fila, y detenciones inoportunas: una constante.

 

Una enorme camioneta negra, monstruosa y de marca japonesa está estacionada en la calle San Martín, a pocos metros de Balcarce en la ciudad de San Luis. Todo su cuerpo se encuentra en falta. La parte delantera está sobre el espacio que tiene el Instituto Santo Tomás de Aquino para que los padres puedan dejar a sus hijos en la escuela, la sección trasera del vehículo obstruye un garaje. La camioneta no es solo un rodado inerte, es la síntesis de un comportamiento que hace del tránsito la ley de la selva.

 

Circular en el microcentro es cada vez más complejo. A diez días de que el intendente Enrique Ponce echara al director de Tránsito, Ricardo Arrieta, por admitir que hay un déficit de personal para controlar el tráfico, El Diario de la República realizó un nuevo recorrido por el centro entre las 12 y las 14. Y otra vez quedó al desnudo que para observar cómo organizarse y respetar las reglas, parecen imposibles.

 

En algunos colegios hay inspectores municipales y agentes de la Policía que intentan ordenar el movimiento de los vehículos para hacerlo más fluido.

 

Hay escuelas que consolidaron una logística y así controlan que un padre deje o retire a su hijo de la institución en poco menos de 5 minutos. Los tutores pueden estacionar, acompañar a sus hijos y mientras lo hacen puede quedar el auto abierto y en marcha porque cerca está un policía. De esta manera se evita un poco la doble fila.

 

Sin embargo, en otros lados la anarquía parece ser regla como en el colegio de Colón y Ayacucho, en donde una madre estacionó en la esquina, (puso su auto a 45 grados) a pesar de tener un espacio correctamente señalizado y amplio. La maniobra para retirar a una alumna la realizó con rapidez, pero no dejó de ser peligrosa. Además tuvo una particularidad que se repite: la mujer efectuó todo con las balizas encendidas.

 

Justamente, este comportamiento estándar hace de ese parpadeo de luces una especie de aviso, como un “regreso en 5 minutos”. La Ley Nacional de Tránsito, en su artículo 47, inciso “E”, expone que las “luces intermitentes de emergencia deben usarse para indicar la detención en zona peligrosa o la ejecución de maniobras riesgosas”, nada dice de que son un mensaje que parece decir "ya vuelvo".

 

Una de las conductas más enquistadas en la idiosincrasia puntana consiste en una negativa rotunda a estacionar a un par de cuadras del objetivo. 

 

Un Renault rojo frenó en la esquina de Rivadavia y Junín, a pocos metros había espacio (a un costado de la escuela) para estacionar, pero el conductor decide interrumpir la marcha en medio de la calle. Una vez detenido el rodado, una mujer grande se bajó lentamente, sin urgencias. Una vez fuera, se volvió al conductor y le dijo algo, luego caminó hacia la vereda. En el ínterin, el resto esperaba. Pasaron dos minutos.

 

Otro comportamiento tiene que ver con la complicidad entre cliente y comerciante.  Un taxi paró en doble fila porque un hombre mayor de unos 60 años alzó la mano a mitad de cuadra y cuando el rodado frenó, se subió cuando estaba a unos 50 metros de una parada. La detención despertó inmediatamente una acción que casi como un acto reflejo se dispara de inmediata: el bocinazo.

 

En pocos segundos todo se tamiza con un sonido a balido mecánico, molesto e insalubre.

 

El centro de la ciudad por la mañana late al pulso de tres horarios. A las 7 ingresa parte de los alumnos del secundario, a las 8 el resto de estudiantes de la primaria y la administración pública (ya sea del Poder Ejecutivo como del Judicial) a las 9, los más chicos van al jardín. Al mediodía el horario pico tiene un epicentro con la salida de los escolares (de primaria y nivel inicial) y las 13, es el horario de salida de la secundaria. 

 

Durante estos lapsos el flujo en el centro es tan espeso como el dulce de leche. Abunda el nerviosismo, los reclamos, los estacionamientos en doble fila, los pedidos de circulación y un desorden generalizado.

 

Otra anarquía

 

Una de las disposiciones de la Municipalidad fue que en la calle Bolívar desde Juan Domingo Perón hasta San Martín no se podía estacionar para permitir un tránsito más fluido.

 

Sin embargo, al recorrer esa calle, solo basta una cuadra para encontrarse con el primer infractor, un auto estacionado sin reparos.

 

Dos cuadras más adelante, otro rodado está estacionado sobre la derecha, a su costado hay un largo cordón amarillo que indica que no puede hacerlo.

 

Ya en Maipú dos postes blancos de unos dos metros tienen en su parte superior un cartel que indica prohibido estacionar, con esta señal universal de la "E" tachada. Sin embargo, debajo del letrero hay una moto y dos vehículos. En la misma cuadra y a 40 metros se ven más infractores. Lo curioso es que ni siquiera han puesto la balizas, no avisan que vuelven pronto porque al parecer no lo harán.

 

La calle tiende a ensancharse pasando Chacabuco y luego de atravesar Caseros parece hacer duplicar su tamaño, excusa ideal para que una especie de concesionaria de autos disponga ofertar los rodados en ambas manos.

 

El resultado es el mismo, otra vez hay que circular en espacios reducidos.

 

Al llegar a la avenida Lafinur, los semáforos intentan regular el tránsito de Bolívar. Pero no siempre lo consiguen. Casi a las 14, por Lafinur una gran camioneta negra, de origen norteamericana, no frena cuando el rojo manda. Enorme y monstruosa deja ver su egoísmo, su desprecio por los demás, como en la ley de la selva.

 

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo