SAN LUIS - Domingo 05 de Mayo de 2024

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La contaminación acústica, un drama que aturde a Villa Mercedes

Según los vecinos, las motos son las grandes responsables, pero también culpan a los que ponen música a todo volumen. Los especialistas aseguran que pueden dañar la audición.

Por redacción
| 13 de abril de 2018
A tapar las orejas. El tránsito en una avenida genera más decibeles de los que el oído puede tolerar. Foto: Juan Andrés Galli.

Por algo el silencio es uno de los símbolos universales para representar la paz. Como contracara del gran crecimiento que ha experimentado Villa Mercedes en los últimos años, también los ruidos molestos han incrementado en cantidad, frecuencia y volumen, y se han vuelto un drama que aturde a los vecinos. Los del centro son los más perjudicados pero los ecos y estruendos ya se expanden hacia el resto de la ciudad.

 

"Es insoportable", calificó sin titubear Raúl Costa, el encargado de una playa de estacionamiento en plena calle Pedernera. Para el hombre, las motos con escapes libres son las principales responsables de esa banda sonora indeseada. "Se da más en los horarios picos, pero es algo de todo el tiempo y de todos los días. La cabeza te revienta pero te terminás acostumbrando", expresó.

 

Luciana Ruiz, quien atiende un quiosco en la misma vereda, coincidió y dijo que si bien los autos y las bocinas también generan disturbios, son los ciclomotores los que terminan inclinando la balanza. "Cuando está frío se siente un poco menos, pero cuando hace calor y uno tiene las ventanas abiertas, es irritante", manifestó.

 

Para los transeúntes y los comensales de los bares céntricos, mantener una simple conversación se torna un trámite complicado. "A nosotros también se nos dificulta para trabajar porque a veces no escuchás los pedidos o te distraés", agregó desde el otro lado del mostrador Julieta Morcón, moza de un conocido café. Los horarios más ruidosos, aseguró, son los de la mañana y los de la noche, cuando muchos salen a pasear.

 

Pero los comerciantes y trabajadores tienen la suerte de volver a sus hogares cuando termina la jornada. En cambio, para Amelia Rodríguez que vive desde 1984 entre Pedernera y Fuerte Constitucional, no hay descanso. "Hay de todo: escapes libres, bocinas, frenadas, pasan con la música a todo volumen, hasta picadas hacen los fines de semana. No te dejan dormir, te despiertan en medio de la madrugada. Es terrible", enumeró. La mujer sostuvo que la contaminación acústica no sólo viene del tránsito, sino también de los propios comercios e instituciones que ponen música a volúmenes altísimos.

 

De todas formas, el drama del ruido ya no es una exclusividad del centro. Se expande a los sectores donde pasan avenidas como la Mitre, la 25 de Mayo o la Presidente Perón, y tiene como focos predilectos a la plaza San Martín y al Parque Eva Perón, donde los motociclistas se amontonan como moscas en la miel. Los barrios más populosos y las escuelas son otros puntos sensibles, y hasta se puede considerar contaminación sonora lo que pasa puertas adentro de los hogares, cuando los televisores, las radios, los parlantes y hasta los gritos traspasan las paredes.

 

En Villa Mercedes rige una ordenanza (Nº 673/1990) que prohíbe los ruidos "excesivos e innecesarios que por vía aérea o sólida afecten o sean capaces de afectar al público, ya sea en ámbitos de jurisdicción pública o privada".

 

Silvia Acosta, jefa de la Unidad de Control e Inspección Municipal, detalló que la normativa determina que entre 75 y 89 son los decibeles máximos que tienen permitidos emitir los autos y motos, siempre en función de su cilindrada y tamaño. En el caso del volumen de la música en las viviendas o salones de fiestas, los límites varían en los diferentes sectores de la ciudad pero, en síntesis, abarcan desde los 35 hasta los 60 decibeles de lunes a viernes, y de 45 a 70 los fines de semana.

 

Sin embargo, reconoció, "es muy difícil controlarlo en las casas particulares porque cuando llegan los controles, bajan el volumen y luego lo vuelven a subir, no es fácil de constatar. Pero cuando hay muchas denuncias en una misma cuadra y se puede verificar con decibelímetro, se labra una infracción que se traduce en una multa", aseguró.

 

 

Un mal para el oído

 

La licenciada en Fonoaudiología Andrea Cruceño explicó que "la contaminación acústica produce un daño irreversible en el oído". Porque no sólo afecta la exposición a los ruidos, sino también la cantidad de horas en las que eso sucede. "Una persona que vive en un lugar ruidoso, seguramente va a tener un problema tarde o temprano", afirmó. La especialista está a cargo del Programa de Salud Auditiva del Ministerio de Salud, y aseguró que el fenómeno se ha potenciado en las principales localidades de la provincia, aún cuando San Luis sigue siendo un lugar mucho más calmo que otras grandes urbes argentinas.

 

El oído humano, explicó, tolera sonidos de hasta 75 decibeles. Por encima de ese rango, el organismo empieza a sentir un malestar y cuando el volumen supera los 120, atraviesa el llamado 'umbral del dolor' y puede provocar distintos tipos de hipoacusias, es decir disminución de la capacidad auditiva. "Las motos con escapes libres, por ejemplo, están en el rango de los 110 decibeles", ejemplificó.

 

Para la fonoaudióloga María Valdemarín, referente de la especialidad en Atención Primaria de la Salud en Villa Mercedes, uno de los grandes agravantes de estos nuevos disturbios urbanos es que son intermitentes. "Cuando el ruido es inesperado, el oído está constantemente en alerta y ese mal funcionamiento provoca daños a nivel auditivo. Además es uno de los pocos órganos del cuerpo que no descansa. Está activo durante las 24 horas. Entonces la persona puede llegar a dormirse, pero su audición está alerta", describió.

 

Pero más allá de las posibles disminuciones en la capacidad de escuchar, hay otras consecuencias. "Hay un malestar general en la salud. Tenés estrés, vértigo, dolor de estómago o vértigo, falta de sueño y concentración y hasta puede acarrear una depresión", dijo. Carreño agregó que "cuando se da en niños y la detección no es temprana y oportuna, ya hay problemas del lenguaje, de aprendizaje, y de inserción porque empiezan los problemas sociales como el bullying", sostuvo.

 

Ayer se conmemoró en todo el mundo el Día de la Contaminación Acústica, una fecha para alertar sobre el impacto que los excesivos ruidos pueden generar en las personas y en la convivencia de una sociedad, un drama al que hay que empezar a prestarle oídos.

 

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