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Un problema nuevo para Asia

Por redacción
| 15 de abril de 2018

Desde hace décadas se habla mucho sobre las consecuencias de la superpoblación y poco sobre los riesgos de la baja fertilidad y el envejecimiento de la población, fenómenos que comienzan a afectar a algunos países asiáticos, y entre ellos, a una superpotencia como Japón.

 

La preocupación por la fertilidad descendente en Asia llevó a que muchas instituciones comenzaran a tomar medidas para evitar las posibles consecuencias devastadoras, económicas y sociales. El aumento de la población fue la principal preocupación a escala mundial durante décadas, pero los riesgos de la baja fertilidad y la consiguiente disminución de la población no se previeron hasta ahora, alertó el Comité de Investigación sobre Envejecimiento de Japón (APDA).

 

Es comprensible que no se hayan hecho investigaciones ni que los gobiernos les hayan prestado atención, ya que el foco estaba puesto en un escenario opuesto. La baja fertilidad no es un fenómeno nuevo, pero esa nación de Asia Pacífico vio su población disminuir con rapidez en los últimos años.

 

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la fertilidad en Japón era de 2,75 hijos por mujer en la década de los años 50, muy por encima de los 2,1 considerados necesarios para mantener la estabilidad de la población. En la actualidad, la fertilidad en Japón se ubica en 1,44 hijos por mujer, lo que hizo que la población disminuyera en un millón de habitantes en los últimos cinco años.

 

El Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social concluyó que, de continuar la tendencia, la población de Japón disminuiría de 126 millones, en la actualidad, a 88 millones, en 2065, y a 51 millones, en 2115.

 

Con menos niños y adultos jóvenes, comienza un círculo vicioso de disminución del gasto, que debilita la economía y atenta contra la posibilidad de que las familias tengan hijos, el debilitamiento inmediato de la economía.

 

Un ejemplo simple es comprobable al considerar que, al disminuir las personas de 18 años, es necesario reducir el número de universidades, lo que reducirá el número de nuevos cargos académicos, y así las oportunidades de formar investigadores, reduciendo la competitividad de Japón en el concierto internacional.

 

Al mismo tiempo, como la esperanza de vida es mayor, los adultos mayores representan en la actualidad 27 por ciento de la población de Japón, muy encima de 15 por ciento, en Estados Unidos.

 

Eso implica menos ingresos y mayor gasto para el gobierno, menos fondos para pensiones y seguridad social y una economía más débil.

 

El verdadero problema es que cuando la población disminuye de forma pronunciada, el sistema social no se puede sostener y es incapaz de responder a los problemas asociados a él, lo que dificulta que los jóvenes desarrollen visiones concretas de su futuro.

 

Uno de los factores que suelen considerarse responsables de la baja fertilidad es la urbanización, según APDA, pues suelen ser más bajas que en entornos rurales. Eso es porque en las ciudades suele haber un mejor acceso a servicios, como educación y empleo, pero también equidad de género, lo que incide en las decisiones que toman las personas sobre si tener o no hijos.

 

En 1950 el 53 por ciento de la población vivía en las ciudades, en 2014, la proporción se disparó a 93 por ciento. Los pueblos rurales desaparecen de forma acelerada porque los jóvenes emigran a las ciudades, y los adultos mayores también emigran o mueren.

 

Pero la correlación entre urbanización y fertilidad todavía no está bien clara por los diferentes contextos y los limitados datos disponibles. Muchos especialistas, de hecho, han señalado la falta de oportunidades para los jóvenes en el país. El desempleo afecta a menos de tres por ciento de la población económicamente activa, pero el aumento de la flexibilidad laboral puede llevar a muchos hombres y mujeres jóvenes a no poder o no querer tener hijos.

 

Los hombres, todavía considerados como el sostén familiar, podrían estar menos dispuestos a casarse o a tener hijos porque no pueden asumir el costo que implica. Es un problema nuevo para Japón, para Asia y lo será para el mundo.

 

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