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Un abogado que no simpatiza con la palabra "solidaridad"

Fabricio Luna vive y trabaja en San Luis. Aunque perdió la visión poco después de nacer, no se siente diferente a los demás.

Por redacción
| 24 de agosto de 2018
Superación. Para Fabricio, la formación es un estilo de vida. Foto: Gentileza Fabricio Luna.

Desde que era chico, Fabricio Luna buscaba más que nada en su vida la independencia. “No me gustaba que me buscaran la ropa, me gustaba encontrarla por mi cuenta”, recuerda en diálogo con El Diario de la República. El abogado de 34 años, con estudios en sociología, ciencias políticas y especializándose actualmente en Mendoza en Derecho y Nuevas Prácticas, contó su experiencia de recorrer los pasillos de tribunales puntanos. Él no es un abogado como cualquiera. Perdió la visión en la incubadora, por una retinopatía del prematuro. Sin embargo, él cree que eso no lo diferencia de los demás.

 

—¿Por qué elegiste el Derecho?

 

—Tengo una afición por las libertades. Hago Derecho Penal y ese fue uno de los fundamentos. Después fue el tema de tener algo bien hecho. Quería tener una profesión independiente.

 

—¿Qué es lo que más te gusta de ser abogado?

 

—En realidad observo que todo lo que voy haciendo en mi profesión me gusta, que tengo muchas libertades. El Estado provincial acompaña desde el Ejecutivo y desde el Legislativo. He sentido que incluso, desde el desconocimiento, se ha apoyado desde la buena voluntad.

 

 —¿Sentís que tuviste más dificultad que otras personas al ser no vidente y tener que estudiar?

 

—No, en realidad la universidad (Siglo XXI) fue justamente lo que me facilitó el tema de estudiar, porque los métodos son online y tienen plataformas de estudio y un método que se adapta bastante bien y esto ha aplanado cualquier tipo de barrera. Me recibí en 3, 4 años.

 

—¿Qué rol juega tu familia en todo esto?

 

—Fundamental, por el tema del apoyo y por brindar los ámbitos suficientes. De todas formas uno de los principios, y puede que otras personas no se sientan identificadas con esto, que yo tengo en mi vida es la independencia. Tengamos o no discapacidad. Vos conocerás gente de 30, 40 que viven con los padres y tienen un rol bastante dependiente.

 

—¿Cómo es el día a día en tribunales?

 

—Por fortuna en el sistema judicial de la provincia, tenemos Iurix, que facilita el trabajo casi en su totalidad, porque no tenemos uso de documentación en papel. En el caso de los letrados, está documentado, digitalizado, lo descargás de una computadora. Yo tengo el lector de pantalla en computadora.

 

—¿Y en cuanto al acceso a la Justicia?

 

—Creo que desde el punto de vista del Derecho, de una defensa técnica, para un abogado no hay problemas, pero sí para un justiciable, por el desconocimiento que hay de los juzgados en el tema de la discapacidad. Yo tuve el caso Vera (N. de R. Un joven no vidente imputado por intento de homicidio), a principio de año y el desconocimiento que existe sobre la materia discapacidad en la Justicia hace mucho más engorroso el trámite.

 

—¿Decís que esta dificultad radica en que el sistema no es ágil?

 

—El sistema es ágil y adaptable. Falta la predisposición de los chicos que están en los juzgados, civiles, penales, sobre la adaptación que tienen a la parte informática, no tan solo en cuanto a la vista, sino en cuanto a los usuarios del sistema de expedientes electrónicos. Falta una intermediación, alguna forma en que se junte. Lo sufrí con el caso Vera, y lo digo porque realmente fue importante el inconveniente que hubo sobre eso, pero que incluso peca de calidad humana.

 

—¿No hay un buen trato?

 

—Ni siquiera el trato justo que requería. En este caso puntual, este chico está en una privación de la libertad, la cuestión de que es no vidente agravaba la situación y servía como elemento de defensa de la misma causa. En este caso puntual era un agravante. Si hubiese sido otro delito en cuestión o si era hipoacúsico, no habría servido o no habría tenido utilidad de que fuera no vidente. En este caso se hacía relevante porque fue una legítima defensa. No lo sostengo yo, lo sostuvieron las tres defensas incorporadas después de mí.

 

—¿Cómo se hace más cercano el sistema a ustedes?

 

—Creo que debería haber una conexión con el sistema que ya está, no tan solo por el hecho de ser no vidente, sino por el hecho de ser justiciable y para eso están implementados los sistemas informáticos, para que sea más rápido, para que sea más ágil. Lo segundo es hacer una capacitación sustancial en lo que es discapacidad propiamente. Nosotros en discapacidad tenemos tres leyes, no tenemos un código normativo gigantesco. Tenés tres leyes, la cual una es una convención muy genérica, otra es de prestaciones de salud y otras más generalizada sobre discapacidad en particular.

 

—A veces a las personas con discapacidad se las ve como alguien que no pueda trabajar. ¿Qué pasa cuando decís que sos abogado?

 

—Hay una cuestión con la empleabilidad, y de los sistemas de educación incluso, que a la persona discapacitada, básicamente se la discapacita aún más. Tensionar a una persona los obliga a salirse del mercado laboral actual, de las mismas oportunidades. Tampoco ha ayudado mucho el abuso del derecho que hay de algunas de estas personas. Tenés una empresa que te dice no voy a tomar a este pibe con discapacidad, de que este colectivo de gente suele hacer litigios con total facilidad y la Justicia al no conocer le da la razón por el simple hecho de tener discapacidad. Pasamos desde la sobreprotección, a la lástima, al desamparo absoluto.

 

—¿Qué le dirías a un chico al que la discapacidad lo tira para atrás en su vida?

 

—Estoy en contra, y queda políticamente incorrecto decirlo, yo no soy amigo de la palabra solidaridad, soy amigo de la palabra responsabilidad. En el momento que tenemos uso de razón tengo la responsabilidad de definir qué vamos a hacer en nuestra vida. Vos, yo, cualquiera. Esto es independiente. A ver, discapacidad, yo no veo y bueno tendré que lidiar con eso y ver qué hacemos con las demás oportunidades que me dan. No voy a pretender estudiar astronomía en la ciudad de La Punta, porque no me va a dar. Sencillamente tenemos que comprender nuestras limitaciones y a partir de eso tenemos que elegir el mejor camino posible. Pero hacernos cargo de ese tipo de limitaciones. Y tenemos un contexto social, en Latinoamérica y en Argentina de un sistema de solidaridad obligada e impuesta.

 

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