La verdadera libertad

A lo largo de su intensa vida Mauro Cuello ha vagado por disciplinas tan diversas que -en esas diferencias- se define. Además, el escritor es simpático y espontáneo para la charla.

Apenas con un año de vida, junto a su familia, dejó su Villa Mercedes natal para radicarse en Salta, donde pasó su infancia y el inicio de su adolescencia.

“Cuando tenía 13 años mis papás decidieron volver a Villa Mercedes, pero no les terminó de convencer vivir allá y nos fuimos a Potrero de los Funes”, describió el joven que actualmente tiene a su familia radicada en la localidad turística mientras él construye su casa en Suyuque. 

Si bien Mauro describe que en su familia paterna siempre se hizo presente la escritura con facilidad, recuerda con precisión cuál fue su primer paso hacia el arte: “Yo iba a la Escuela Agraria y en el viaje hasta allá pasábamos por el Centro de Formación Artística y yo automáticamente lo relacioné con teatro, hablé con mi mamá y me anoté”.

Mauro pasó sus días entre el teatro y su formación agraria, como un primer matiz. Los últimos años de secundario los cursó en la escuela de El Volcán, donde reafirmó su amor por el teatro junto a un profesor de San Juan que lo siguió formando. Posiblemente en ese momento haya trabajado en sus primeras obras.

Al finalizar el secundario, el joven volvió a Villa Mercedes pero en esta ocasión para formarse como ingeniero agrónomo.

“La parte teatral durante la universidad se hizo más fuerte. Allá empecé a trabajar como actor con Luis Palacios y tuve una formación más actoral. Habré estado unos cinco o seis años haciendo obras con él”, recordó con particular emoción. 

Mauro se recibió de ingeniero y en su búsqueda se radicó en Buenos Aires, donde vivió tres años mientras estudió el profesorado en teología. Si bien no terminó esa formación, la vuelta a Villa Mercedes era inminente, pero en esta ocasión se trató de un nuevo Mauro: un poco más experimentado y más versátil aún.

“Pasé a la veta en la que necesité dirigir y junto a la dirección reaparecieron las ganas de escribir”, agregó el artista.

Es difícil para Mauro ser preciso respecto a sus comienzos con la escritura, pero una aproximación puede ser cuando de chico escribía cuentos en su carpeta del colegio, en momentos en que la inspiración para sus personajes estaba basada en sus compañeros de grado.

Nuevamente en San Luis, Cuello se dedicó a su profesión de ingeniero. Trabajó en el Ministerio del Campo, en la Universidad de La Punta y en el Ministerio de Medio Ambiente. “Esos trabajos me daban de comer, en paralelo seguí con el teatro, escribiendo, hasta que estrené mis primeras obras”, resaltó.

“Incesto” debutó en 2014, luego vino “Infierno”. El reencuentro con la escritura para Mauro fue el momento perfecto para revisar las poesías que tenía en sus archivos. Luego de trabajar en ellas, a fines de 2014 editó su primer libro “Leviatanes”.

Con el teatro como refugio, actualmente el versátil artista dicta clases de teatro, física y otras materias agronómicas en distintas escuelas secundarias de la provincia. “A veces me preguntan si soy ingeniero, actor, escritor… Soy todas ésas, no puedo elegir una sola, a todas las disfruto y se van retroalimentando entre ellas” agregó.

Pronto a cumplir sus 39 años, el artista concluyó el relato de su vida con una sonrisa: “Yo creo que el arte es la capacidad de disfrutar la experiencia. Yo la disfruto mucho, sé que eso va alimentando los distintos abanicos de posibilidades”.