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Las mujeres que cuidan la paz en colombia

Por redacción
| 08 de noviembre de 2019

Desde las montañas hasta la costa, la guerra civil de Colombia azotó el país durante más de 50 años, antes que se firmara el acuerdo de paz final entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016.

 

Cincuenta años son muchos. El conflicto afectó a más de ocho millones de personas y supuso una guerra contra las mujeres y sus cuerpos. Desde 1985, hubo 29.133 víctimas registradas de violencia sexual relacionada con el conflicto, la mayoría de las cuales son mujeres y niñas.

 

Dos años y medio después de que se firmara el acuerdo de paz, han surgido nuevas dificultades derivadas de la reaparición de grupos armados, el tráfico de drogas y la crisis humanitaria desencadenada en Venezuela que forzó a más de 1.260.000 personas migrantes y refugiadas a huir a Colombia.

 

El conflicto ha dejado cicatrices profundas, y la paz duradera es actualmente un camino por recorrer, más que un destino. Lo único que sigue siendo constante en este camino es el poder y la perseverancia de las mujeres que forjan la paz contra todas las adversidades, defendiendo los derechos humanos día a día.

 

Mediante proyectos financiados por los gobiernos de Suecia y Noruega, ONU Mujeres acompaña a las mujeres colombianas en este camino hacia la paz.

 

En las exuberantes y verdes montañas de El Tablón de Gómez, un pequeño municipio del sureste del territorio de Nariño, Cielo Gómez no puede olvidar el conflicto. “En abril de 2003, hubo un conflicto entre las guerrillas y el ejército. Todos teníamos miedo. Un niño murió en el fuego cruzado que hubo en La Victoria. El ejército fue casa por casa, buscando a las guerrillas y sacando todas nuestras cosas: colchones, ropa, todo…”, cuenta.

 

Los ataques hicieron que comunidades enteras huyeran a esconderse en las montañas, abandonando sus hogares, su tierra y todas las posesiones que no podían llevar consigo. La familia Gómez fue una de las que decidió volver después de estar escondida un mes, ya que no tenía ningún otro sitio adonde ir.

 

“Cuando regresamos, vimos que el tejado de nuestra casa había sido destrozado, que no había electricidad… El ejército dijo que había asesinado y enterrado a las guerrillas en fosas comunes”, explica Cielo.

 

Durante años, las personas que vivían en Nariño sufrieron los efectos del conflicto. Ahora, finalmente, algunas de ellas, como Cielo Gómez, han empezado a creer en un futuro mejor. Cielo se dedica a cultivar café, y gracias al proceso de restitución de tierras actualmente posee un terreno propio.

 

La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras (Ley 1448) está intentando devolver tierras usurpadas ilegalmente a sus ocupantes legítimos. En muchos casos, el proceso de restitución de tierras formalizó el derecho de propiedad de tierras para aquellas personas que ya habían regresado a su tierra pero no tenían documentos oficiales para demostrar que era suya.

 

Puesto que tradicionalmente las mujeres no eran propietarias de tierras, no sabían que podían reclamar la propiedad en virtud de la nueva ley. Gracias a un proyecto de ONU Mujeres financiado por el Gobierno de Suecia, Cielo Gómez, junto con otras mujeres y hombres de la zona, se familiarizaron con el derecho a la tierra y desarrollaron habilidades empresariales y de liderazgo.

 

“La capacitación me enseñó a ser empresaria e independiente”, explica Cielo. “También adquirí conocimientos sobre mi cuerpo y mis derechos. Así supe que podía ir a un banco, conseguir un préstamo y comprar tierras. De hecho, eso es lo que hice hace un año y medio. Contraté un préstamo y compré otra parcela de terreno”, añade.

 

Para Cielo Gómez, la paz es despertarse por la mañana, tomar café con su familia y después ir a trabajar al campo para cultivar café. Su sueño es poner en marcha su propia empresa de café y que su hija vaya a la universidad. Es apenas un ejemplo positivo entre varios.

 

Son las pequeñas cosas, los grandes sueños y el infinito potencial que las mujeres y la población joven de Colombia aportan cada día lo que permite mantener la promesa de una paz duradera. En este camino hacia la paz, las mujeres van delante.

 

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