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Margarita, la dueña del negocio más tradicional de Cortaderas

Comenzó como una carnicería. Con los años le anexaron fiambrería, panadería y  productos de almacén.

Por redacción
| 23 de diciembre de 2019
Vendedora. "Tuvimos que pelear todas las crisis", contó Margarita. Fotos: Martín Gómez.

“Lodeboccardo", así se llama el negocio más antiguo de Cortaderas. Tiene 63 años y su fachada lo dice: "La vieja despensa desde 1956". El comercio también fue testigo del progreso y los cambios de la localidad que se halla enclavada al pie de las Sierras de los Comechingones, a unos 20 kilómetros al sur de Merlo y a 191 de la capital provincial.

 

El tradicional comercio se ubica en la esquina de San Martín y Sánchez Reina Fe, y su propietaria es Margarita Lucero de Boccardo (66 años). Actualmente, es un almacén de multirubros en donde hay una carnicería, fiambrería, panadería, verdulería, productos de almacén, vinería y hasta artículos de librería. 

 

Margarita es viuda de Carlos Boccardo, que falleció hace 19 años a causa de un cáncer, con quien tuvo tres hijos varones: Roberto Carlos (43), Enzo (36) y José Franco (26). Los dos primeros están casados y le dieron cinco nietos cuyas edades van de los 2 años a los 17 años. Son cuatro nenas y un nene.

 

La historia del negocio comenzó cuando los hermanos Carlos, Ángel y Pedro Boccardo comenzaron con una carnicería, rubro en el trabajaron durante varios años. Pedro se casó con una hermana de Margarita y se fueron a vivir a La Plata. "Nos casamos dos hermanas con dos hermanos", recordó la dueña del comercio.

 

Luego, Ángel contrajo matrimonio y emigró a Mendoza. "Le vendieron sus partes a mi marido y comenzamos a trabajarlo nosotros, vivíamos en el campo porque no teníamos esta casa (que está edificada al lado del negocio). Teníamos animales: criábamos gallinas y carneábamos novillos, y traíamos la carne para venderla en el negocio. Utilizábamos todo. Hacíamos las morcillas, derretíamos la grasa y limpiábamos las tripas para elaborar los chorizos. El campo estaba a tres kilómetros de Cortaderas e íbamos y veníamos caminando, no teníamos vehículo. Después Carlos compró una moto y veníamos en ella al pueblo", describió.

 

En esa época, vivían pocos habitantes en la localidad y existían tres carnicerías. "Había que ponerse de acuerdo, una semana carneaba uno, a la otra el otro y luego le tocaba al tercero. Si los tres faenaban a la vez, no vendían y se perdía la mercadería. Después cerraron los otros dos y seguimos nosotros", precisó.

 

Más tarde, al comercio le agregaron verdulería ya que en el campo sembraban tomate, lechuga y zapallo. "También se vendía el maíz suelto que cosechábamos, y de a poco anexamos artículos de despensa", dijo.

 

Al no haber electricidad aún en la localidad, las heladeras grandes que tenían funcionaban a kerosén para refrigerar la carne. "Era un gran problema, ambas trabajaban con dos mecheros. Los domingos teníamos que venir al negocio para controlarlas, porque si el kerosén se mezclaba con la mecha empezaba a largar humo y no enfriaba. Tenía que estar siempre la luz celeste para que trabajaran bien", señaló y recordó que "la cortadora de fiambre y la picadora de carne funcionaban de forma manual". "Fue un gran cambio la llegada de la luz al pueblo, ahí pudimos comprar congeladores modernos para el negocio", manifestó.

 

La despensa trabajaba con el sistema de "libreta contra libreta", que consiste en anotar la mercadería que se vende en el cuaderno del cliente y en otro del comerciante. A fin de mes se sumaba y se cancelaba la deuda con el almacenero. "Hemos tenido consumidores que me endeudaron, pero por suerte no era mucho dinero. Decían que se habían olvidado y lo pagaban con los montos actualizados. Ahora lo sigo usando, pero son muy pocos los clientes, los tengo contaditos y es gente mayor", expresó.

 

Debido a que en la localidad no hay una librería grande, en los últimos años Margarita decidió agregar algunos artículos de ese rubro. "Tenemos todo lo necesario para auxiliarlos a los chicos: hay gomas, lápices, cuadernos y mapas. Es multirubro el negocio", aclaró.

 

A lo largo de 63 años, el almacén pasó por distintas crisis debido al mal manejo de la economía de los gobiernos. "Tuvimos que pelearlas a todas, hubo épocas lindas porque uno conocía el margen que se ganaba, pero ahora no se puede remarcar mucho porque no se vende. El pan y la verdura tienen que tener precios accesibles para no perderlos o tirarlos. Hay que poner un margen mínimo", describió.

 

Margarita tiene dos empleadas actualmente, Roxana y Antonia. "Ambas pueden cortar carne, trabajo que a muchos les llama la atención que los hagan dos chicas", destacó.

 

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