El San Luis rural tiene una radiografía de su realidad
El relevamiento incluyó todos los aspectos productivos y humanos relacionados con el campo. Hay menos explotaciones agrícolas que hace 10 años y falta valor agregado.
La Dirección Provincial de Estadística y Censos de San Luis ya tiene en su poder el primer informe con datos preliminares del Censo Nacional Agropecuario 2018, a partir del cual se pueden conocer algunos números sobre la composición del sector rural y, a partir de esa información, ajustar las políticas a las necesidades que tiene el sector.
El Gobierno provincial ha desarrollado en los últimos años una gran cantidad de planes para favorecer el arraigo rural y apoyar las actividades productivas, tanto de las grandes empresas como de las pequeñas explotaciones familiares. Planes que estuvieron en marcha hasta este año como el Toros, Reconversión Productiva, Parcelas Hortícolas, Valor Agregado, Ganadero y Pasturas, entre otros, tendrán ahora bases firmes en las que asentarse y mejorar sus prestaciones. Y, por supuesto, también las nuevas iniciativas que surjan ahora que cambió la conducción del Ministerio de Producción, que quedó en manos de Juan Lavandeira.
La revista El Campo visitó en Terrazas del Portezuelo a Julián Muñoz, quien estuvo a cargo de la coordinación y la elaboración del Censo Agropecuario, un hombre con larga trayectoria en el ámbito del campo y en la administración pública, para que colabore en la comprensión de los datos. Porque cada torta estadística y cada cuadro tiene detrás una realidad que hay que saber interpretar para sacar las conclusiones adecuadas y actuar en consecuencia.
El maíz es el cultivo más usado por los productores puntanos, incluso por encima de la soja.
El primer dato que salta a la vista es la disminución de explotaciones agropecuarias (EAPs), un fenómeno que también se dio a nivel país y que muestra un fenómeno de concentración en menos manos que hace 10 años, porque la cantidad de hectáreas productivas es más o menos la misma. “No nos preocupa que haya menos EAPs, hay que ver los rindes y cuánta tierra sigue productiva”, asegura el funcionario.
En 2008, en San Luis, el censo de entonces (vale aclarar que fue incompleto, realizado con muchas falencias, aunque la provincia lo hizo bien) arrojó la existencia de 5.240 EAPs, mientras que ahora hay 4.069, de las cuales 3.806 están “con límites” (alambradas, separadas del resto) y 263 sin ellos. El aprovechamiento de la tierra es alto (89,9% de la superficie total de hectáreas), mientras que apenas el 8,7% está destinada a uso no agropecuario. En estos casos, Muñoz aporta un ejemplo clásico: “En el Departamento Junín, cerca de Merlo, muchas pequeñas parcelas que eran agrícolas ahora se transformaron en complejos de cabañas, o incluso viviendas particulares, porque creció la población en todo el noreste”.
La mayor cantidad de EAPs (864) tiene entre 200 y 500 hectáreas, un rango medio-bajo de productores que representa el 34% del universo total. Le siguen las 604 que cuentan de 100 a 200; y luego hay 572 que explotan entre 500 y 1.000 hectáreas, lo que habla de que siguen existiendo los minifundios. Las EAPs con entre 10.000 y 20.000 hectáreas son apenas 74 y las de más de 20.000, solo 32, que por supuesto, ocupan la mayor cantidad de superficie con más de 1,1 millón de hectáreas. El 92,68% de quienes manejan las explotaciones son los propios productores, un 4,77% tiene administrador (sin dudas las más grandes) y un 0,37 están manejadas por empresas de administración.
Otro dato interesante es que muchos de los productores que contestaron la encuesta no son los propietarios de la tierra, hay muchos lotes alquilados, cerca del 15%, un número superior al de una década atrás. “Esa es la persona que más nos interesa porque es la que toma las decisiones sobre qué cultivar y cómo hacerlo. Ojo que no es lo mismo el alquiler que el arrendamiento, en este último caso hay condiciones pactadas entre las partes”, desmenuza Muñoz con su conocimiento.
En el caso de los alquileres, hay un peligro latente, sobre todo si la explotación es ganadera: “No es lo mismo si el que se hace cargo pone siete cabezas por hectárea o cien, sobrevuela el riesgo del sobrepastoreo, se rompen los alambres y nadie los arregla. El alquiler es un beneficio mutuo, porque el dueño puede vivir de la renta y el inquilino no sufre la amortización de la tierra, pero debe haber cierto control sobre cómo se hacen las cosas”, advierte. Esta realidad también la muestra la estadística que dice que solo el 55,03% de los productores vive en la explotación, mientras que un 44,94% no lo hace y solamente va a controlar la evolución de la campaña.
Las productoras que manejan un campo son el 19% del total.
Otro fenómeno a tener en cuenta a la hora de las fiscalizaciones es el de los alquileres para instalar riego intensivo por pivote. “Se da sobre todo en el norte, en el corredor Quines-Candelaria, siembran cultivos, riegan a lo loco y cuando se van queda tierra arrasada y mucha salinidad”, asegura Muñoz. Datos en mano, son cuestiones que se pueden ir corrigiendo a partir de un Estado presente, que siempre mostró conciencia ambiental.
En cuanto a las prácticas culturales, no hay porcentajes porque no llegó la base de datos, pero los técnicos relevaron un buen número que hace rotaciones de cultivos, algo menor es el de quienes monitorean plagas y respetan los tiempos de carencia y una cantidad similar hace análisis de semillas, lo que indica que la tecnología, cuando los márgenes económicos lo permiten, está presente en el trabajo de los productores.
En cambio la industrialización sigue siendo un problema en San Luis, porque es muy bajo el número de EAPs que hacen agregado de valor en origen. Son pocas las que fraccionan la materia prima, deshidratan frutas y verduras, preparan dulces y mermeladas, hacen embutidos y chacinados o curten el cuero y venden productos de talabartería, entre otras actividades que permitirían valorizar lo que surge del campo.
También es todavía escasa la actividad de la horticultura, a pesar de los esfuerzos del Gobierno de San Luis por promover el consumo de verduras y hortalizas frescas y la creación de huertas caseras. “El hermoso cinturón verde hortícola que tenía Villa Mercedes hoy se transformó en barrios, y es solo un ejemplo”, recuerda Muñoz para graficar este problema.
Otras medidas exitosas del Estado puntano fueron la creación de las ferias de pequeños y medianos productores para facilitar la comercialización a quienes viven en parajes alejados y el fomento de las huertas escolares, para que los chicos lleven ese entusiasmo a las casas y los padres también se inicien en el autoconsumo de productos saludables.
Cosa de hombres
Los hombres siguen siendo gran mayoría entre quienes manejan las EAPs, una proporción de 80% a 19% de mujeres que también se da a nivel país. Parece escasa la presencia femenina, pero podría ser mucho peor. En tiempos de Fernando De la Rúa, cuando el país tocó fondo en 2001, muchas mujeres se hicieron cargo de los campos y salieron a defenderlos de las amenazas de remate por falta de pago de los créditos. Y desde entonces se quedaron codo a codo con sus familias trabajando para subsistir.
Y en cuanto al rango etario, el campo sin dudas va "envejeciendo", porque el número más grande está entre los 40 y los 64 años (53,35%), y le siguen los de más de 65 años con el 36,19%. Solo el 9,55% son jóvenes de entre 15 y 39. Políticas de promoción del arraigo rural como las que tiene San Luis con la entrega de pantallas y heladeras solares, los secundarios generativos y el arreglo de viejas viviendas favorece que los jóvenes se queden en sus lugares de origen y puedan hacerse cargo de los campos. “Faltan incentivos de estudio, que los chicos que egresan de las agrotécnicas sigan carreras relacionadas, como Veterinaria o Ingeniería agronómica, sin esa preparación se les hace muy difícil quedarse a trabajar en los establecimientos”, dice el experto en estadísticas.
Maíz y soja
Los cultivos anuales siguen dominando el panorama, con la soja, el maíz y, en menor medida, el trigo a la cabeza, que abarcan el 55,06% de la superficie implantada año a año. El forraje perenne ocupa el 23,15% y va creciendo de la mano de la alfalfa y su potencial salida al exterior, y las forrajeras anuales están terceras con el 20,99% del total. En San Luis, un 51,62% de la superficie no implantada pertenece a bosques y montes naturales, el 38,72% a pastizales y el 6,83% es directamente no apta.
Los productores puntanos rotan, y prefieren los cereales (28,95%, con el maíz a la cabeza) a las oleaginosas (24,87%, sobre todo soja). En el país es al revés, la soja domina 38,46% a 30,43% por una cuestión de rentabilidad y menores costos de implantación, aunque las nuevas retenciones podrían revertir este patrón en el futuro. Comparando con lo que pasa en el resto de la Argentina, San Luis tiene el 2,56% del total de la superficie implantada, representa el 2,44% de los cereales y el 1,66% de las oleaginosas, en cambio tiene una participación mayor en forrajeras perennes (5,66%) y anuales (5,13%) por su condición de provincia ganadera.
Justamente en el rubro ganadería, domina ampliamente la vacuna, con el 85% del total de cabezas de ganado, seguida por un 9% de participación porcina y el resto (ovejas, caballos y cabras) suma 2% cada especie. El crecimiento en el número de cabezas de cerdo se dio con la instalación de dos grandes empresas en la zona de Juan Llerena y La Toma. “Lamentablemente los productores no tienen en cuenta producciones alternativas, hay pocas cabras y ovejas, y también abejas, una actividad con mucha trashumancia, gente que va ocupando porciones de terreno con sus colmenas desde Santiago del Estero hasta Candelaria”, describe Muñoz. Parece poco creíble el número de 7.355 colmenas que arrojó el censo, en una actividad que se presta poco al blanqueo.
Buen nivel de riego
En cuanto a riego, San Luis está por encima del nivel del país, sobre todo por el peso que tiene el sistema de aspersión (por pivote), que representa el 7,82% del total de la Argentina, cuando el porcentaje en riego total apenas llega al 2,29%, un número similar al que suman las explotaciones con riego por goteo.
“Son datos preliminares, todavía no podemos cruzar con la base de datos ni conocer qué pasa en cada uno de los nueve departamentos de San Luis, eso nos llegará más adelante. Pero hay varias estadísticas interesantes para empezar a trabajar y configurar una buena radiografía de la provincia”, reconoce el coordinador, quien guarda un orgullo muy particular: “La cobertura en San Luis llegó al 91,45%, fuimos terceros detrás de Buenos Aires, que tiene a la mayoría de los productores viviendo en Puerto Madero y Recoleta (risas) y Tucumán, que también se lleva un gran mérito porque es otra provincia con muchos minifundistas. Cuando entregamos todos los datos, que fuimos los segundos en hacerlo, había provincias que recién llevaban el 20% relevado. Eso nos valió una felicitación del Indec. Fue mi último censo y la verdad es que en pocos años me voy a jubilar feliz por este resultado, que es mérito de un gran equipo de trabajo”.


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