12°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

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¿Qué esperan los exportad ores del nuevo gobierno?

A solo 10 días de que asuma el nuevo gobierno nacional, dialogamos con el presidente del Centro de Exportadores de Cereales y de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina Gustavo Idígoras sobre lo que puede venir en materia de políticas agropecuarias para el sector.

 

Idígoras, un veterano "lobbista" del sector, interpreta el juego de la política como pocos y ya está trabajando para acercar posiciones con el nuevo gobierno. Sabe que en la relación cercana con el poder de turno está la ventaja que necesita para resolver algunas cuestiones a su favor. Entiende qué debe pedir, cómo pedirlo y cuándo pedirlo. De la misma manera que sabe cuándo tiene que aflojar y ser él quien entrega.

 

Hay algunos puntos centrales que recorren esta entrevista, algunos más importantes que otros, pero todos tienen que ver con la política, con la relación entre el campo y el Gobierno y con el negocio desde el punto de vista del sector exportador.

 

 

–¿Hay preocupación en el sector agroexportador por lo que puede venir?

 

–Tenemos muchas expectativas y algo de incertidumbre, pero todavía estamos en una transición que es mucho más ordenada de lo que suponíamos inicialmente. Cuando vimos lo que sucedió después de las PASO, creíamos que después de octubre íbamos a tener mucho ruido en lo económico, sobre todo en lo cambiario y monetario, y sin embargo estamos bastante tranquilos en ese sentido.

 

 

–¿El cepo y las políticas restrictivas respecto del dólar los complica?

 

–Sinceramente a nosotros el cepo no nos afectó, aunque sí nos complica la cuestión de los plazos. Pasamos de un plazo máximo para liquidar divisas de 10 años, que era una locura, a uno de apenas 15 días. Ahora lo que nosotros estamos pidiendo son 30 días de plazo por la simple cuestión de que los documentos comerciales, hasta que salen, llegan, son confirmados y se hace la operación demoran por lo menos unas semana.

 

 

-Pero normalmente un año de plazo era lo que se utilizaba históricamente…

 

–Claro, siempre era así. Ahora entendemos que con una restricción de ingreso de divisas es lógico que el Banco Central tome este tipo de medidas, pero 15 días nos parece abusivo y nos genera un problema de derecho penal tributario porque si no cumplimos con esa legislación, podemos sufrir una investigación. Por ese motivo algunas veces debemos realizar malabarismo financiero con ingresos de divisas no confirmados, pero que igual hay que ingresarlas.

 

 

–¿Y eso lo hablaron con las autoridades del gobierno de Cambiemos?

 

–Muchísimas veces. Creo que en el Banco Central tenían el mandato de limitar todo para que no se les mueva el tipo de cambio y entonces preferían ser mucho más estrictos de lo necesario. Hubiéramos preferido que se dialogara con nosotros para alcanzar algún tipo de articulación.

 

 

–Ya participaron de reuniones con el presidente electo Alberto Fernández. ¿De qué temas conversaron?

 

–La convocatoria que tuvimos fue en el marco del Plan Nacional de la Lucha contra el Hambre, un tema en el que ya habíamos empezado a trabajar, junto a otras instituciones, en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Habíamos empezado a plantear propuestas porque realmente creemos que si nuestro mercado es el mundo y la preocupación es la seguridad alimentaria mundial, cómo no vamos a trabajar en la seguridad alimentaria argentina. Y fuimos claros en eso, nosotros consideramos que no hay que trabajar sobre la oferta, sino subsidiar la demanda de los sectores carenciados. Por suerte eso coincidió con las propuestas que nos hizo el equipo de Alberto Fernández.

 

 

–¿Ve alguna posibilidad de que el nuevo gobierno limite las exportaciones?

 

–No se ha percibido hasta ahora esa posibilidad. La verdad es que cuando se hace un análisis frío, la realidad es que la Argentina no tiene otra salida de corto plazo que aumentar las exportaciones. En los mercados de capitales seguramente vamos a estar castigados un tiempo largo, el financiamiento privado internacional va a tardar en volver a la Argentina, por eso la única manera de que el país obtenga divisas es a través de la exportación. Y de la agroindustria en particular, que es el sector que genera esa respuesta rápida. Por eso nosotros hablamos siempre de tres cosas: libertad para producir; libertad para comercializar y respeto por la legislación. Con estas tres cosas tenemos las condiciones que necesitamos para operar.

 

 

–Algo parecido a lo que hay hoy…

 

–Es básicamente mantener lo que tenemos, con algún ajuste más la vocación adicional en materia de acceso a mercados. Cambiemos, por ejemplo, abrió muchos mercados, especialmente desde el punto de vista sanitario, pero a eso ahora le falta la inteligencia comercial. En los próximos cuatro años tenemos que venderles realmente a esos mercados que se lograron abrir. Debemos planificar y resolver cómo competir con otros países, cómo estar presentes, cómo abastecerlos. Y este es un claro desafío que se le presenta y que debe zanjar el próximo gobierno.

 

 

–¿Cree que se vienen más retenciones?

 

–La verdad es que todo el mercado está pensando que se vienen más retenciones. El análisis que hace el mercado es simple, hay una necesidad de ingresos fiscales, hay una imposibilidad de generar mayores recursos en el mercado doméstico por la recesión, por lo tanto el comercio exterior es el único lugar que queda para recaudar rápidamente. Tal vez tomen alguna medida excepcional en materia de importaciones, para limitar un poco la salida de divisas. Pero de todas maneras lo que nosotros creemos es que hay que ser muy cuidadosos con el sistema de derechos de exportación, porque un esquema que logre una satisfacción fiscal no necesariamente va a lograr una satisfacción productiva. Si, por ejemplo, el gobierno nacional pone todas las retenciones al 30%, en el ciclo inmediatamente siguiente no se va a producir nada en Argentina.

 

 

–Cuando se habla de retenciones surgen miles de voces y opiniones. Desde FAA por ejemplo siguen insistiendo con la segmentación. ¿Es posible?

 

–La segmentación de retenciones es impracticable de acuerdo a la legislación nacional. No es que estemos en contra de los pequeños productores, al contrario, pero nosotros pagamos la retención al momento que registramos el contrato de venta, no cuando hacemos el embarque. Y lo podemos hacer hasta con 365 dias de anticipación, y en ese momento que registramos el contrato es cuando se pagan las retenciones. Entonces cómo vamos a saber al momento del embarque a quién le tenemos que cobrar menos retenciones si además ya las pagamos. Creo que lo mejor sería trabajar en otro esquema. Por ejemplo una bonificación del transporte interno o algún tipo de reducción de costos para que puedan producir sus cultivos. Algo similar a lo que ocurre en otros países del mundo.

 

 

–Y con el diferencial, ¿qué postura piensan plantear frente al Gobierno. ¿La industria aceitera va a pedir que vuelva?

 

–La verdad que es la industria aceitera lo que esta buscando son condiciones tributarias equitativas que hoy no existen. Por ejemplo, cuando vemos la proyección de exportaciones de poroto de soja para este año, que son de 10 millones de toneladas, hay un 264% de crecimiento respecto de la campaña pasada. Cuando al análisis lo hacemos sobre harina de soja, el crecimiento es de apenas el 1%. Esto demuestra que ahí hay un fracaso en la decisión de eliminar el diferencial arancelario para la industria.

 

 

–¿Esto quiere decir que la industria aceitera está perdiendo plata?

 

–Hoy sí, estamos trabajando con márgenes negativos. Argentina tiene una capacidad instalada de 67 millones de toneladas, lo que supera ampliamente la producción anual. Además, internamente es un sector ultra competitivo, con lo cual una industria con estas características y una estructura de derechos de exportación que hoy implica que estemos pagando 6 dólares más por tonelada de soja que se muele genera que la industria pierda plata. Esta condición debería en algún momento tratar de corregirse y creemos que si los derechos de exportación futuros van a tener alguna nueva estructura, deberían tener alguna condición vinculada a cadenas de valor y niveles de derechos de exportación de acuerdo al procesamiento.

 

 

–¿Por qué importan tanto entonces y además pagan el precio “lleno” de la soja que compran afuera?

 

–La importación de soja permite que la Argentina tenga un flujo normal de poroto durante todo el año, y además tiene que ver con un tema de calidad interna, ya que la proteína que tiene nuestra soja es la peor a nivel mundial. Por eso también proponemos un plan nacional de mejora de la proteína de soja.

 

 

–¿Le preocupa que Brasil importe trigo extra al Mercosur sin arancel?

 

–Sí, por dos razones. La primera es por una cuestión fundacional del Mercosur. Cuando a principios de los '90 discutíamos qué iba a ser el Mercosur, los brasileros nos querían vender electrodomésticos y nosotros trigo, lácteos y arroz. Ese fue el acuerdo inicial. Entonces, ¿por qué hoy tenemos que competir con el trigo de otros países? Esta medida afecta la cuestión fundacional del bloque. Por otro lado creo que necesitamos entender que Argentina y Brasil no son socios, son hermanos estratégicos y los dos juntos tienen que salir al mundo a vender alimentos, a negociar con el resto.

 

 

–Pero eso no se logró nunca

 

–Yo creo que se logró parcialmente. El acuerdo con la UE es fantástico desde ese punto de vista…

 

 

–¿Qué pasa hoy con ese acuerdo, en qué terreno estamos?

 

–Muy complicados en términos de implementación del acuerdo desde el punto de vista legislativo. Pero no tanto en el Mercosur, sino en Europa. Con la conformación actual del Parlamento Europeo, podemos decir que no tenemos la mejor camaradería para sacar el acuerdo. Pero hay que insistir y hay que trabajar. Debemos lograr firmar este acuerdo para que sea la vuelta de nuestro país al mundo. De todos los acuerdos comerciales que se firmaron en el último año, el Mercosur no participó de ninguno.

 

 

–¿Y con los problemas internos del bloque qué hay que hacer?

 

–La verdad es que el Mercosur tiene muchos problemas. Hay que sincerarse, primero determinar que en realidad no somos una unión aduanera sino más bien algo parecido a una zona de libre comercio. Después necesitamos una buena sintonía entre Jair Bolsonaro y Alberto Fernández, porque son claves para el funcionamiento del Mercosur.

 

 

–Volviendo a cuestiones internas. ¿Qué opina de que no haya salido la Ley de semillas?

 

–Tuvimos una cantidad de debates parlamentarios y no parlamentarios y seguimos dando vueltas. Lo que más me preocupa es que en 2023 las empresas más conocidas van a sacar nuevas tecnologías de soja en Brasil y Paraguay y no en la Argentina. Esas tecnologías van a dar respuestas a los problemas que tenemos y reducirían costos significativos por hectárea; no nos podemos dar el lujo de no ser parte de eso. Por lo tanto creo que tenemos poco tiempo para resolverlo.

 

 

–Bueno, se estuvo muy cerca y no se logró con un gobierno muy amigable. ¿Qué le parece que puede venir con el kirchnerismo?

 

–Hoy hay una situación de status quo, pero me parece que el nuevo gobierno nacional viene con la intención de resolver el tema. Creo además que hay mucha madurez por parte de las entidades de productores en torno a este debate. Se dieron cuenta de que en la Argentina todos quieren el uso propio, el tema es cómo se controla y cómo se paga.

 

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