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"Don Pancho", el electricista más famoso de Villa Larca

Francisco Gómez instaló el servicio en más de 200 viviendas de barrios y particulares de toda la zona. 

Por redacción
| 09 de diciembre de 2019
"Don Pancho" en su pequeño taller, en donde se observan las herramientas con las que trabajó durante varios años en el oficio de electricista. Foto: Martín Gómez

Podría ser el "Señor Luz" o el "Señor Electricidad" debido a su oficio, pero para todos los vecinos de Villa Larca es simplemente "Don Pancho". Francisco Gómez cumplirá 85 años en marzo del 2020 y está jubilado hace 15. Durante algunos años siguió trabajando solo por pedido de amistades pero, debido a los problemas en su visión —algo lógico en las personas de avanzada edad—, dejó de hacerlo.

 

En ese oficio asegura que fue el encargado de colocar la instalación eléctrica en más de 200 viviendas, en municipios y escuelas. La mayoría fue en Villa Larca, pero también lo hizo en Papagayos, Cortaderas, Carpintería y Merlo, entre otros. Sin contar los trabajos que realizó en distintos hogares, en los que cambió los portalámparas, enchufes e interruptores para encender o apagar las luces. 

 

Está casado con Ana Velázquez (75); tiene tres hijos varones: Walter (56), Alejandro (48) y Valerian (40); y ocho nietos. 

 

Sin embargo, "Don Pancho" también desarrolló otras tareas que le permitieron vivir y alimentar a su familia. Fue minero, operario en distintas fábricas y hasta músico. En los '90 fundó el grupo "Los Mensajeros del Valle", que interpretaba temas de chamamé en festivales de la zona.

 

Gómez nació en Alpa Corral, Córdoba, y a los cinco años sus padres se vinieron a vivir a Villa Larca, en donde había apenas 15 viviendas. "Mis padres compraron un terreno y construyeron una casita. Había mucha pobreza y muchos jóvenes emigraban a otras provincias como Córdoba, Mendoza o Buenos Aires para no regresar más. Nosotros estábamos más o menos bien, ya que teníamos animales de granja; si se tenía eso, se lo consideraba rico", precisó.

 

En esa época, los pocos vecinos que vivían en la localidad trabajaban en la mina Bubu, ubicada entre el límite de San Luis y Córdoba, a unos 20 kilómetros de Villa Larca, y de allí se extraía la fluorita. "Antes de ir al servicio militar, trabajé en una mina de uranio en la Quebrada del Río Seco, a unos 10 kilómetros de acá. Estuve poco tiempo porque sufrí un accidente, me golpeé fuerte en la columna y un médico me dijo que no siguiera más, que era demasiado joven para estar en ese lugar", reflexionó.

 

"Don Pancho" cumplió el servicio militar obligatorio durante un año en Río Cuarto y, como no veía un futuro en su pueblo adoptivo, decidió emigrar a Buenos Aires como tantos otros que lo hicieron en esa época. Allí vivió dos décadas y prestó servicio en distintas fábricas.   

 

"En 1956 me fui a vivir a Capital Federal, a Palermo, en donde trabajé en una empresa en La Paternal, que procesaba caucho y fabricaba alfombras, zapatos y botas, entre otros. La situación era mala y se hacían huelgas", detalló.

 

También lo hizo en una firma de Estados Unidos que realizaba equipos para consultorios odontológicos. "Se vendían equipamientos en el interior de Buenos Aires y yo iba a instalarlos. Así trabajé unos 10 años y viajaba a los lugares donde los comercializaban", describió

 

Así fue que colocando esos equipos, en un consultorio conoció a Ana, quien sería su futura esposa. "Ella era de Entre Ríos, comenzamos a salir y nos pusimos de novios. Al tiempo nos casamos y nuestros dos hijos mayores nacieron en Buenos Aires y el más chico en Villa Larca", señaló.

 

Por ese entonces, también realizó cursos de instalaciones eléctricas y reparación de radio y televisión, oficios que fueron una fuente de ingreso para él y su familia. 

 

En marzo del 76, tras un golpe de Estado asume el gobierno militar y el panorama en el país se vuelve muy complicado. "Buenos Aires se volvió muy peligroso y yo no quería esto para mi esposa e hijos. Tuvimos la opción de ir a otras ciudades a vivir, pero como habíamos venido en una oportunidad con mi familia a Villa Larca Ana quedó encantada. Ella rechazaba todos los lugares, pero cuando le propuse mi pueblo aceptó y nos vinimos con los chicos", recordó.

 

En esa época la localidad no tenía agua potable, tampoco electricidad. No existía la terminal de ómnibus, la biblioteca, la comisaría, el centro de salud y las calles eran de tierra. "Comenzamos a trabajar. Yo me la rebuscaba reparando radios, lavarropas y planchas, entre otros arreglos", manifestó.

 

Con el advenimiento de la democracia a fines de 1983, la localidad comenzó a crecer paulatinamente. "Vino la electricidad, el agua potable, la construcción de viviendas y el asfalto, entre otras mejoras. Ya la gente que nació en el pueblo no emigraba para no volver nunca más porque se generaban fuentes de trabajo", señaló.

 

Con la llegada de la electricidad y la construcción de los barrios, "Don Pancho" trabajó sin parar durante dos décadas. "En las distintas instalaciones que hice muchas las realicé solo, pero cuando mis dos hijos menores aprendieron el oficio, me ayudaban. Las tareas en cada casa podían ejecutarse en un día y medio o dos. En cada vivienda había 27 bocas y se tenían que introducir 200 metros de cable. El factor climático podía afectar la tarea, si llovía no se podía hacer nada", explicó.

 

"Me jubilé pasados los 70, se habían perdido algunos aportes por eso debí trabajar cinco años más. Continué en el oficio solo a pedido de algunas amistades, pero ya el cuerpo no me da, subir a una escalera no puedo y ya no veo bien", reconoció.

 

"Don Pancho" se jactó de ser un padre que trabajó toda su vida mientras pudo y se enorgulleció de la familia que formó junto con Ana. "Criamos hombres de bien y trabajadores", resaltó.

 

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