Leandro y Carmen festejaron 60 años de amor y compañerismo

Cuando el amor no solo sobrevive al paso del tiempo sino que crece, hay que celebrarlo. Eso justamente hicieron Leandro Muñoz (90), y María Rodríguez (81), quienes cumplieron 60 años de casados y ayer revivieron la fiesta junto a sus hijos, nietos y amigos.

Los dos caminaron juntos, se sentaron uno al lado del otro y recordaron con nostalgia y orgullo cómo fue que comenzó su historia. "Gracias a mi primo fue que nos conocimos", dijo María, quien en ese momento tomó la mano de su esposo y agregó que el amor los flechó de entrada. "Mi esposo se las ingenió y me mandaba papelitos con mensajes y así nos comunicamos por un tiempo, hasta que se animó a preguntarme si quería ser su novia", contó alegre.

 Cada vez que su esposa habló, Leandro la miró con ternura y sus ojos se le llenaron de lágrimas. "Me tuve que animar y preguntarle a mi suegro si podía formalizar la relación con ella", precisó con una pícara sonrisa y expresó que tenía permitido ir a visitarla dos días a la semana, los jueves y domingo. "Siempre iba en bicicleta, yo vivía bastante lejos de su casa y el trayecto era largo pero no me importaba. Llegaba a la tarde y a la nochecita  me iba", contó. "Siempre había alguien con nosotros. A lo sumo como mucho nos dábamos la mano",  relató.

María, quien escuchaba con atención a su esposo, acotó que su mamá los fines de semana les preparaba la comida. "Ella hacía fideos con albóndigas, el menú favorito de mi compañero", manifestó con una carcajada, mientras que él asintió con la cabeza y destacó que en esa época no podían salir solos. "Mi hermana era la que nos hacía la pata. La primera vez que salimos sin nadie fue después que nos casamos", recordó la mujer y destacó que a los cuatro años de novios tomaron la decisión de pasar por la iglesia.

Por momentos los recuerdos eran borrosos, pero cuando uno se callaba el otro respondía. Y así lo hicieron durante estos sesenta años, siempre apoyándose el uno al otro. "Lo primero que me preguntó el papá de María cuando le fui a pedir su mano, era si tenía dinero para mantenerla", comentó entre risas Leandro y agregó que en aquel entonces trabajaba de copero en el Hotel Plaza San Luis. "A nuestra fiesta fueron cerca de 500 invitados. Se hizo en el patio de la casa de mi esposa. Pusimos una carpa grande y para la cena dimos chivo con ensalada. Todo estaba muy rico", precisó.

"De a poco fuimos armando nuestras vidas. Le compramos un terreno a mi suegro a la vuelta de su casa, y empezamos a construir nuestro hogar despacito, con mucho sacrificio", expreso el hombre, quien agregó que hoy viven en el mismo lugar y que tienen dos hijos y cinco nietos.  "A Mario lo tuvimos a los cuatro años y medio de casados y a Magdalena un tiempito después.  Somos muy felices con la familia que armamos", contó.

María contó que muchos les preguntan cuál es la receta para estar sesenta años juntos. "Nosotros también la hemos pasado mal, pero sin embargo nos apoyamos y acompañamos. Ahora  a la primera discusión se separan, no tienen tolerancia. Por eso hoy (por ayer), festejamos nuestra boda de diamante", dijo con lágrimas en los ojos mientras miró a su esposo y expresó que el amor sigue intacto. "Él es mi compañero de toda la vida y lo será hasta último momento",  destacó.

Leandro se levanta todos los días a las siete de la mañana, pone el agua en la pava y prepara las cosas del mate. Luego despierta a María y comienzan el día juntos.  "Ni el frío, ni el calor nos detienen. Cuando nos toca ir al médico aprovechamos para ir a desayunar. Siempre hacemos las compras juntos y disfrutamos de nuestra compañía", manifestó emocionado.

Los dos se tomaron de las manos, se miraron a los ojos y por un instante volvieron a sentirse como aquellos adolescentes que fueron alguna vez. Se dieron un beso y continuaron con su rutina.