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La mordaza sobre el periodismo en China

Por redacción
| 29 de marzo de 2019

Informar sobre el acoso que sufren los periodistas en China nunca fue fácil. Pero en los últimos tiempos se ha vuelto más difícil, lo que sugiere que han empeorado las condiciones de trabajo en la prensa. Por lo menos 47 periodistas estaban presos en China cuando el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) hizo el censo de cárceles en 2018.

 

Según Iris Hsu, corresponsal en China del CPJ: “Las autoridades chinas impiden de forma deliberada que la información vea la luz, y se están volviendo muy buenos en eso”.

 

Entre los casos que ella investiga está la detención de 45 colaboradores de Bitter Winter, un sitio de noticias religiosas y de derechos humanos, que fueron interrogados por informar sobre campamentos secretos en Xinjiang.

 

Así como también, las acusaciones de que la policía detuvo por el cargo de “propagar rumores”, el 14 de diciembre en Tianjin, a una mujer que denunció un brote de fiebre porcina africana en su cuenta de WeChat. La noticia de que en Xinjiang detuvieron a por lo menos 30 editores uigures entre 2016 y 2018 que trabajaban para cadenas de televisión y diarios locales; y el caso de una mujer que transmitió en vivo el allanamiento de su apartamento y cómo se la llevaron en agosto, mientras un oficial le preguntaba: “¿Qué dijo en Internet?”.

 

La información era tan escasa en esos últimos casos, que el CPJ fue incapaz de confirmar quiénes eran los periodistas y si todavía estaban detenidos al momento del censo. Asegurándose de que haya poca o ninguna información de esos últimos sucesos, las autoridades chinas impiden la cobertura de los hechos.

 

Al investigar esos y otros casos, Hsu identificó por lo menos cinco métodos utilizados en China para evitar que se informe sobre las detenciones de periodistas.

 

La legislación china obliga a la Justicia a que haga públicos los veredictos en los sitios web de los tribunales, mientras no contengan “secretos de Estado”. Pero no hay información sobre los periodistas que figuraban en el censo de cárceles y en otros casos bajo investigación, incluso sobre periodistas acusados de “provocar peleas y problemas”.

 

Como testimonio de la opacidad del sistema de Justicia china, cabe decir que solo seis fallos de 2018 están publicados en el sitio web del Tribunal de Beijing/Shijingshan. No hay datos disponibles del último año, pero el sistema de Justicia de Beijing se hizo cargo de más de 5.600 casos desde el 1º de enero, lo que da una idea de la escala del número que maneja. 

 

Por otra parte, las autoridades impiden físicamente a los abogados que lean los documentos de sus clientes. El 13 de febrero, Zhang Zanning, representante de Huang Qi, fundador del sitio de noticias de derechos humanos 64 Tianwang, no pudo ver a su cliente y le impidieron el acceso a las actas judiciales porque “el juez estaba de vacaciones”.

 

Un día después, cuando Zhang regresó al centro de detención, las autoridades le volvieron a poner trabas sin darle ningún motivo y le dijeron que su estudio de abogados ya no llevaba el caso, según Radio Asia Libre.

 

En otro ejemplo, el estatal Diario del Pueblo denunció, el 10 de setiembre de 2018, que las autoridades de Shaanxi detuvieron a 96 personas en un mes por “fabricar noticias” y por “chantaje noticioso”.

 

A pesar de rastrear veredictos públicos sobre Juicios En Línea de China, un servicio de acceso público que permite a los usuarios revisar fallos, órdenes, documentos de mediación y notificaciones, Hsu fue incapaz de encontrar registros vinculados a esas detenciones.

 

Las autoridades chinas mandan instrucciones a los medios de prensa impidiéndoles cubrir un juicio o la detención de periodistas. En los casos no vinculados a la política ni a los derechos humanos, las autoridades permiten informar un poco, pero a menudo redactan detalles clave, como el nombre y el delito.

 

El año pasado, también las autoridades prohibieron el uso no autorizado de redes privadas virtuales (VPN), un servicio del que dependen muchas personas en China para burlar el infame Gran Cortafuegos de China.

 

La mordaza sobre el periodismo en China es tan notoria como radical. Pero el mundo global reacciona. Lentamente. De a poco. Pero reacciona al fin.

 

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