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Un protagonista de la historia actual

Por redacción
| 12 de abril de 2019

Hace medio siglo, China era un país pobre con poca influencia en la esfera internacional y sin ser aún miembro de las Naciones Unidas. Desde entonces, su rápido crecimiento económico convirtió al país asiático en una potencia que desempeña cada vez más un papel de liderazgo en el escenario mundial socio-comercial y como fuente de inversión.

 

La trayectoria de desarrollo de China fue muy diferente a la de la mayoría de los otros países del sur global, que a menudo fueron golpeados por problemas políticos y económicos y no crecieron de acuerdo con su potencial.

 

Los analistas sostienen que los países en desarrollo que están en mejores condiciones pueden beneficiarse del flujo continuo y planificado de las inversiones chinas. 

 

La manifestación más emblemática y debatida de la creciente influencia económica y política de China es la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, que tiene como objetivo vincular a China con los mercados de Europa y Asia.

 

La iniciativa es también conocida simplemente como "La Ruta de la Seda", un homenaje y recordatorio a la histórica red de caminos comerciales organizados a partir del negocio de la seda china desde el Siglo I a. C. hasta el Siglo XV, que se extendía por todo el continente asiático, conectando a China con Mongolia, el subcontinente indio, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África.

 

Esta vez, la estrategia gira, en gran parte, sobre la mejora del comercio y la logística. De tal manera, se están realizando importantes inversiones en minería, manufactura, agricultura y servicios, tanto para la exportación a los mercados chinos como para la venta en los mercados nacionales. Son inversiones que se efectúan tanto en países del norte industrial como del sur en desarrollo o sur global.

 

Sin embargo, es probable que su impacto sea enorme y transformador, especialmente en aquellos países en desarrollo que quedaron atrapados en una trampa de crecimiento lento y con baja inversión. Es una gran oportunidad, pero para maximizar sus beneficios es esencial que estas inversiones estén bien administradas y reguladas.

 

La mayoría de las empresas chinas que invierten en el extranjero tienden a ser de tamaño mediano o grande. Muchas son de propiedad estatal o filiales de compañías estatales y, como tales, disfrutan de buenas conexiones y del respaldo gubernamental para sus actividades.

 

Estos factores les otorgan un poder de negociación superior frente a las contrapartes locales y existe el riesgo de que los términos del acuerdo se vean inclinados a su favor. Tales riesgos son particularmente graves en países donde las contrapartes locales tienden a ser pequeñas con habilidades financieras y administrativas limitadas.

 

Existe una necesidad urgente de leyes, regulaciones y pautas que aseguren que los contratos y acuerdos firmados sean justos y equitativos. Esto es crítico para todos los sectores, pero especialmente para actividades como la minería, que requiere de una inversión masiva y largos períodos de gestación, donde los acuerdos pueden durar décadas.

 

Una serie de aspectos críticos requiere la supervisión pública, incluidos los pagos de regalías y los parámetros financieros, como las tasas de interés, de depreciación y las tarifas de los seguros.

 

También es necesario garantizar que los precios cobrados por la producción de las empresas chinas vendidas en los mercados locales sean justos y estén al alcance de los consumidores nacionales o que no haya “precios de transferencia” en el caso de las exportaciones.

 

Esta es una práctica en la que las empresas venden a precios bajos a las firmas matrices en el extranjero para reducir las ganancias y los pasivos fiscales. Al mismo tiempo, esto reduce la entrada de divisas al mercado del país productor.

 

Debe establecerse y vigilarse, además,  que los impuestos, aranceles y otros gravámenes se paguen íntegramente a tiempo; que se mitiguen los impactos ambientales negativos y, cuando sea necesario, se implementen acciones correctivas.

 

Asimismo, supervisar que a los trabajadores se les pague un salario justo y se les proporcione servicios esenciales como asistencia médica y educación; y que los propietarios de tierras, agricultores e inquilinos no sean desplazados de sus tierras o viviendas. China es un protagonista serio de la historia actual. Merece la atención correcta.

 

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