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"Es creíble", dijo la psicóloga que entrevistó a una nena abusada

La especialista declaró en el juicio contra el ex director de un jardín maternal. Ella hizo la Cámara Gesell a una de las víctimas. A la otra no le pudieron tomar declaración a través de esta modalidad. 

Por redacción
| 18 de mayo de 2019
María Gladys Samper es psicóloga y coordinadora de la cámara gesell del poder judicial. Foto: El Diario.

Por las características propias del psiquismo y su desarrollo a esa edad, es imposible que una nena de tres años invente hechos sexuales o ciertos detalles de comportamientos de esa índole, refirió ayer la licenciada en psicología y coordinadora provincial de la Cámara Gesell del Poder Judicial de San Luis, María Gladys Samper. "Es muy difícil que una nena que no tiene esta vivencia lo pueda inventar", dijo Samper, una de las testigos que declaró ayer en la tercera audiencia del juicio contra S.G.A., el ex director de un jardín maternal que supo funcionar en el centro de San Luis, sospechado de haber abusado de dos nenas que iban a esa guardería, hace unos diez años atrás. “Todo lo que relata (la niña) me parece creíble”, afirmó. 

 

Samper hizo la Cámara Gesell a una de las víctimas, quien al momento de los hechos tenía tres años y medio, según indicó su mamá en una audiencia anterior. 

 

 

El acusado es investigado como presunto autor de "Abuso sexual simple (dos hechos)", con el agravante de que era encargado de la guarda y la educación de las niñas. El debate continuará el próximo jueves 23 de mayo. 

 

 

A la otra niña, que estaba próxima a cumplir los tres años cuando sus padres supieron del abuso y resolvieron denunciar, no le pudieron tomar declaración mediante la Cámara Gesell. Ayer, Samper explicó que sus papás la llevaron a tribunales, que hizo la entrevista previa, en la que ella determina si el chico está en condiciones de afrontar esa instancia y accede, y advirtió que no lo estaba. La nena no quiso entrar para el paso previo, ni siquiera con su mamá. Por lo tanto, solo se hizo Cámara Gesell con la otra pequeña.

 

“A pesar de ser muy chiquita, pudo dar su declaración (…) No veía que tuviera dificultades en el desarrollo psico-emocional. Comprendía las consignas. Tenía una lógica esperable para la edad”, declaró Samper, quien aclaró que si bien mostraba cierta desconfianza ante algunos adultos, esto no incluía a sus padres, sino a personas del ámbito extra familiar. Más aun, dijo que de los test proyectivos que le realizaron surgió que el lazo con la mamá y el papá era afectivo, tierno, de protección hacia ella. 

 

La psicóloga indicó que la nena pudo expresar los abusos tanto con palabras como a través de muñecos. Con un lenguaje propio de su edad, la nena le dijo en qué parte del cuerpo fue el tocamiento y cómo fue. Samper contó que la pequeña hizo, además, una mímica específica en la zona genital. Y refirió que, por lo manifestado por la niña, ella tuvo la pauta de que los abusos ocurrieron en más de una ocasión. 

 

Ella indicó que el director, al que la nena identificó como “el profe S.”, con el apócope de su nombre de pila, la había tocado en el baño y que, al menos en una oportunidad, esto sucedió cuando ella estaba con una amiguita, a quien mencionó con nombre y apellido. 

 

A partir de una pregunta de la jueza Silvia Aizpeolea, una de las vocales de la Cámara 1, la licenciada en psicología comenzó un pasaje de su declaración en el que brindó detalles sobre los test proyectivos que aplicó, que permiten "explorar las conflictivas inconscientes". 

 

En uno de ellos trabaja en base a diez láminas, y  hay dos que permiten analizar específicamente las conflictivas sexuales. Narró que le exhibió una figura en la que ositos estaban en una cama. Pero al ser consultada sobre qué hacían, la niña respondió que comían. Ante el estímulo, la criatura dio una contestación evasiva, y esto, para la profesional, responde a la aplicación de una defensa no esperable. “¿Es una hiperdefensa?”, quiso saber el juez José Luis Flores. Samper asintió. Ello es lo que deja en evidencia que hay una vivencia traumática, de la que la pequeña necesita protegerse. 

 

 

"No quería ir al jardín"

 

Otro de los testimonios que se escuchó ayer fue el de Celeste Sánchez, una muchacha que, por la fecha en la que la nena de casi tres años habló del abuso, trabajaba en la casa de ella, cuidándola y ocupándose de tareas domésticas.

 

Fue empleada durante todo 2008 y hasta mediados de 2009, cuando renunció porque quedó embarazada y se fue a vivir a La Carolina. 

 

Dijo que trabajaba dos veces a la semana, los martes y jueves, de 17 a 20 horas, lapso en que la mamá de la niña se ausentaba por razones laborales. Rara vez su horario se extendía y  nunca se ocupó de llevar a la pequeña al jardín, aseguró.  

 

La joven ratificó lo que sus ex patrones expresaron en la primera audiencia, el notable cambio que advirtieron en la pequeña. Dijo que eso se dio entre fines de marzo y los primeros días de abril de 2009. 

 

Antes “era una nena re tranquila, conversadora. Empezó a llorar mucho, todos los días, no quería que la bañara, que le cambiara el pañal. Se tiraba el cabello (…) No quería jugar (…) Se encerraba en la habitación”, enumeró la testigo. Le dijo a la mamá de la niña que ésta había cambiado la actitud, y comentó ella también había notado lo mismo. 

 

A pedido de la mamá, la niñera le preguntó a la chiquita sobre los compañeros del jardín, quizás suponiendo que podía haber tenido algún problema con alguno de ellos. “Me decía que no quería ir al jardín”, y que S. la tocaba en la zona íntima, relató. 

 

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