Marina Rubio
Periodista
El Vesubio, la joya y el verdugo de Campania
A menos de diez kilómetros de la costa napolitana está. Parece dormido, pero está activo. También luce inofensivo, pero hace 1.940 años sepultó a dos ciudades que descansan sobre su falda, Pompeya y Herculano. Es el Vesubio. Tan bello como temible, el volcán de la región de Campania es una de esas joyas tristemente célebres que no pueden pasar por alto si visitan el sur italiano.
Pero el negro historial del monte no terminó con lo que pasó en el 79 d.C. Después de ello hizo erupción en más de 50 oportunidades, con diferentes niveles de destrucción. Todo eso, sin embargo, no acobarda al más de medio millón de personas que vive a sus orillas, ni mucho menos a los turistas que no se conforman con la postal que les regala el golfo napolitano y no paran hasta llegar a su cima.
Los italianos están bien conscientes de ello y le sacan todo el jugo posible. Pueden llegar al monte desde Nápoles o bien desde sus alrededores, Salerno o Sorrento, sin problemas en tren, a través de la llamada línea Circumvesuviana.
Para abordarlo, si están en la ciudad que inventó la pizza, deben ir hasta su estación principal, Napoli Centrale. Una vez ahí, bajen un piso. En ese primer subsuelo hay otra terminal: Napoli Garibaldi. Sigan las indicaciones "Circumvesuviano" y llegarán a las boleterías de la línea. Los tickets cuestan menos de tres euros y si no consiguen asiento para el más próximo, no entren en pánico, hay un tren cada media hora.
El Circumvesuviano tiene muchas paradas, pero dos los ubican a un paso del volcán, Pompei Santuario y Pompei Scavi. Esa última parada los dejará en una de las entradas a las ruinas de Pompeya, lo que quedó de la catástrofe del 79.
Apenas a unos metros de allí, están los colectivos y servicios de transfer que van al volcán. Hay boletos por 8, 10 y hasta 15 euros. No se dejen engañar, la mayoría asegura cubrir la entrada al Vesubio, pero una vez en el monte suelen cobrarla aparte. Vale 10 euros.
Otro punto esencial a tener en cuenta es el clima. Por más que en la ciudad la visibilidad sea buena, si desde tierra observan que en la cumbre cae un manto de niebla no es recomendable hacer la excursión. Pues una vez arriba, la neblina no les permitirá ver el cráter aunque estén a un metro de él. El servicio que escojan los dejará a unos 400 metros de la cima. El camino hasta ella se hace a pie. En la subida hallarán algo que, para algunos, rompe con el encanto natural: puestos de comida y de suvenires. Ya en la cúspide, podrán gozar de una vista sin igual. Por un lado, el cráter del volcán más destructivo de la historia y, por otro, la colorida y caótica bahía napolitana.


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