Triturada por una realidad que la sobrepasa, Theresa May, primera ministra del Reino Unido, anunció su dimisión. El Brexit fue demasiado para ella. La historia le reservará el papel de una de las tantas víctimas de una separación que, a esta altura, ya nadie logra explicar.
Los pretendientes entran en la carrera por el cargo con la Espada de Damocles haciendo sombra sobre sus cabezas. Porque la dirigente conservadora deja al sucesor la ardua tarea de implementar la salida de la UE, en un país dividido por la cuestión. El nuevo líder deberá renegociar con Bruselas, después que los diputados rechazaran el acuerdo alcanzado por May, o bien optar por una salida sin acuerdo.
Matt Hancock, el ministro de Sanidad, anunció su candidatura. “Necesitamos un líder para el futuro, no solo para ahora”, declaró en Twitter. “Implementaré el Brexit, después avanzaremos hacia el futuro radiante que debemos construir para Reino Unido”, afirmó.
May anunció que dejaría oficialmente su cargo el 7 de junio, y expresó su “profundo pesar” por haber fracasado en concretar el Brexit, tres años después del referéndum en el que la salida de la UE se impuso con el 52% de los votos.
La primera ministra garantizará la transición hasta que los aproximadamente 100.000 miembros del partido conservador elijan, antes del 20 de julio, un nuevo líder entre los dos candidatos seleccionados por los diputados, que se convertirá en el próximo jefe de Gobierno.
El anuncio marca el inicio de una lucha por el poder de dos meses. Boris Johnson, de 54 años, no esperó la declaración de la primera ministra para anunciar su candidatura al puesto. Gran favorito de las apuestas, este ex ministro de Relaciones Exteriores y ex alcalde de Londres fue uno de los artífices de la victoria del Brexit en el referéndum.
El ministro de Desarrollo Internacional, Rory Stewart, y la ex ministra de Empleo, Esther McVey, también anunciaron sus candidaturas. El titular de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, indicó por su parte que lo haría “en el momento oportuno”. Sobra voluntad. Faltan ideas.
La ministra de Trabajo Amber Rudd, por su parte, anunció que no se presentará, y declaró que “le preocuparía mucho” que la persona elegida fuera alguien “demasiado entusiasta” con la idea de un Brexit sin acuerdo.
Durante una visita reciente a Suiza, Johnson declaró que si llegaba a primer ministro buscaría renegociar lo alcanzado por May con Bruselas, pero estaría “dispuesto a salir” sin acuerdo. Stewart en cambio declaró a la radio BBC4 que “no podría servir un gobierno cuya política es empujar a este país a un Brexit sin acuerdo”.
Un divorcio sin acuerdo “no es una elección política posible para el próximo primer ministro”, pues los diputados británicos ya votaron contra ese escenario, declaró Hancock.
El diputado laborista Chris Bryant estimó que si el futuro primer ministro optaba por un divorcio duro con la UE, “tendría el mismo destino que May, pero sería cuestión de semanas o meses, no de años”.
El próximo jefe de Gobierno se enfrentará a las mismas luchas de poder en la Cámara de los Comunes, con los laboristas como principal oposición, ya que su llegada no está condicionada a nuevas elecciones legislativas.
“La cuestión es: ¿un nuevo primer ministro puede ir a ver a los 27 de la Unión Europea y obtener un acuerdo diferente, que sería más atractivo para el Parlamento?”, se preguntó Tony Travers, profesor de política pública en la London School of Economics (LSE).
La Comisión Europea ya adelantó que la salida de May no cambiaba “en nada” la posición de los 27 sobre el acuerdo del Brexit.
“El acuerdo de retirada no está abierto a la renegociación”, declaró el primer ministro holandés Mark Rutte. La líder alemana Angela Merkel se mostró en cambio más flexible, y prometió trabajar para un “Brexit ordenado”.
El Brexit trituró la política europea y obliga a repensar la idea de un bloque unido “ante todo”. Es una crisis que “se lleva puesto todo”. Y no son pocos los que temen que las consecuencias perduren por décadas. Así de grave.


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