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Rafael usa el ciclismo como una escuela de valores

Tiene diez alumnos cuyas edades oscilan de los 4 a los 12 años. Hace tres años trabaja junto a su familia para reactivar una agrupación. 

Por redacción
| 10 de julio de 2019
Entrenador. Rafael tiene 62 años y hace 50 vive en Tilisarao. Fotos: Gentileza.

Para Rafael Darío Garay, lo más importante es que los ciclistas que entrena más que campeones, sean buenas personas. “Que aprendan a decir buenos días, buenas tardes”, resumió con humildad el bicicletero de 62 años, nacido en Villa Dolores, Córdoba, pero que vive hace 50 años en Tilisarao. Hace tres años decidió darle una segunda vida a la asociación ciclista de la localidad. Hoy de a poco ve los frutos, con la reciente organización de un campeonato en el Valle del Conlara y 10 alumnos de 4 a 12 años, que entrenan en un predio de tres hectáreas, ubicado en el ex ferrocarril.

 

Actualmente, la asociación se encuentra bajo una subcomisión del Club Sarmiento. Pero Garay comenzó a trabajar de nuevo en 2016, tras cuatro años de inactividad. “Fui presidente de la asociación por muchos años y nadie lo quiso tomar. Llamamos a asamblea. Nadie quería ponerle el pecho a las balas. Hice una comisión nueva y volvimos”, recordó.

 

Comenzó, junto a su mujer y sus cinco hijos, con la limpieza del predio, por el que ya lograron dejar bien dos hectáreas y media. También el Plan de Inclusión colaboró y “cuando se puso difícil contratamos a alguien”. Ya tienen agua, luz y una línea de cables de 160 metros para llevar luz al circuito, que ya utilizan los jóvenes atletas todos los días. 

 

 

Los chicos entrenan en un predio de tres hectáreas, ubicado en el ex ferrocarril de Tilisarao.

 

 

Además cuentan con un baño y la sede, pero admite que le falta un techo a los sanitarios. El circuito por el que pasan las bicicletas “está impecable” y para mantener el pasto a un buen nivel compró 10 cabras y cuatro ovejas para que pasten. 

 

“Si hay alguna bicicleta tirada, empiezo a reformar, a trabajarla y cortar alguna horquilla para que pueda correr cómodo”, describió sobre las bicicletas que arma a algunos de los chicos. De los 10 alumnitos que tiene, cree que cuatro tienen condiciones y hasta ya han participado en torneos de la zona. Aunque hay unos 20 competidores grandes que usan el lugar, él se enfoca y entrena solamente a los más chicos. 

 

“He sido un tipo de la calle, muy pobre, no tenían ni para mandarme a la escuela. No tuvimos la posibilidad de estudiar, pero era una vida sana. Y hoy veo principalmente que no hay respeto, se ha perdido el buenas tardes y el buenos días”, describió con un dejo de amargura. “Todos están empeñados en la televisión y la tecnología, hemos avanzado un montón pero al chico los distraen mucho la tablet, los celulares, la computadora”, opinó. 

 

Tres veces por semana, con la colaboración de un merendero, hacen pan casero y mate cocido a los pequeños ciclistas. “Pero se hace cuesta arriba por ahí. No alcanza”, admitió.

 

Garay tiene la certeza de que el ciclismo, a través de la disciplina y el respeto, puede darle una buena vida a las personas y pone de ejemplo a ex integrantes de la asociación, en la que colaboró toda su vida. “He pulido diamantes y han hecho historia”, aseguró dejando de lado un poco la humildad que lo caracterizó durante toda la entrevista. Recordó a Gustavo Capurro. “Se bajó de la bicicleta pero está viviendo en Río Negro muy bien, trabajando en una fábrica”, resumió. Diego Barrios es hoy profesor de educación física y Emilio Quintana alquila una cancha de fútbol cinco, enumeró. 

 

 

En competencia. Rafael entrena a los chicos, que ya participaron de algunos torneos provinciales. 

 

 

“Vos te das cuenta cuando el ciclista tiene ese amor propio de chiquito. Pero lo importante es que hiciste una buena persona, me queda grabado dentro mío. Por ahí la gente piensa que es mala suerte. Empiezan y si, después trabajan en una fábrica o de albañil. Pero vos ves que los que han pasado por el club, no hay nadie que haya ido preso por ladrón o haya robado. No es solamente que sea un gran deportista”, fundamentó. 

 

Para el bicicletero, la ayuda que pueden recibir en la asociación por ahora es más que todo económica, para poder viajar a otras localidades y comprar cubiertas y cadenas. “Si los chicos hacen ciclismo, van a tener un futuro y una buena vida. Quizás no lleguen a campeones del mundo, pero sí a tener una buena vida”, dijo por último. 

 

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