La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es una institución que promueve el multilateralismo y predica algunos de los principios básicos de la democracia multipartidista y el liberalismo, incluido el estado de derecho, los derechos humanos universales, la libertad de expresión y de prensa, las libertades civiles y los derechos de migrantes y refugiados.
Pero, paradójicamente, los primeros cuatro oradores durante la jornada inaugural de la 74 sesión de la Asamblea General de la ONU: el brasileño Jair Bolsonaro de Brasil, el estadounidense Donald Trump, el egipcio Abdel Fatah al Sisi, y el turco Recep Tayyip Erdogan, representaron la antítesis de lo que significa el organismo mundial.
A los cuatro presidentes que lanzaron sus discursos desde el podio de la ONU el martes 24, se los ha descrito como nacionalistas de derecha o extrema derecha, hombres fuertes populistas o líderes autoritarios, sobre todo esto último en el caso de Al Sisi, que preside un régimen marcadamente represivo.
Pero los análisis del día después sobre sus tronantes pronunciamientos, plantean críticas sobre su visión del mundo y sus gestiones. Martin S. Edwards, profesor asociado y presidente de la Facultad de Diplomacia y Relaciones Internacionales de la Universidad Seton Hall, dijo: “Observé esos discursos con estudiantes de varios de estos países. Sin duda, su retórica podría llegar a asustarlos”.
Pero estos estudiantes no tenían miedo, debido a dos cosas, señaló.
Primero, ellos conocen la historia. Así como el presidente Trump habló de la renovación nacional, también existe una tradición reformista en Estados Unidos, al igual que en otros países que practica una política basada en la inclusión y no en el miedo. Estas tradiciones no han desaparecido y volverán a predominar, pronosticó.
Segundo, ellos saben hechos.“La ONU es popular en todo el mundo, y saben que no podemos negar más la necesidad de cooperación internacional, como no podemos negar la existencia de la gravedad”, dijo Edwards, quien también es director del Centro de Estudios de la ONU y de Gobernanza Global.
Entonces, muchos llamaron este martes, el día de apertura de las sesiones de la Asamblea General, “el día de los populistas hombres fuertes”. Pero su tiempo no durará, predijo. Y es interesante yuxtaponer sus discursos con el de la activista estudiantil sueca Greta Thurnberg sobre la crisis del cambio climático el lunes 23.
El secretario general de la ONU, António Guterres, confía en los optimistas, y el resto de la semana, en el podio de la gran sala de la Asamblea General se escuchará una firme respuesta a los discursos de la jornada inaugural, aseguró Edwards.
Trump, una vez más, planteó una cansina política exterior, basada en el nacionalismo y el miedo, “buscando desacreditar y socavar las instituciones multilaterales y la cooperación internacional que es tan críticamente importante para promover nuestra prosperidad y seguridad compartidas”.
Y reformuló la falsa premisa central de su política exterior: que los esfuerzos necesarios para construir un mundo mejor y más seguro son de alguna manera una amenaza para los estadounidenses y sus intereses.
Apuntó con los dedos a otros por algunos de los desafíos más grandes, como las crisis en Yemen y Siria, pero no asumió la responsabilidad del papel de su administración en alimentarlos, y no se comprometió a hacer su parte para detener la violencia y salvar vidas.
“Los desafíos a los que todos nos enfrentamos: la creciente de-sigualdad, la afluencia de la migración forzada, la crisis climática, son los mismos para las familias y los países de todo el mundo. En un momento en que todos estamos preocupados por el futuro, debemos trabajar juntos para construir y renovar la cooperación internacional, no derribarla”, es el resumen de los críticas a Trump.
Bolsonaro y Al Sisi atacaron a la prensa con una retórica virulenta y en el caso del egipcio, ya prohibió en su país, más de 500 sitios de noticias, entre ellos a la BBC. Los discursos del odio se escucharon en la ONU. Se esperan otras palabras y otras intenciones.


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