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El pato llegó a San Luis para volverse tradición

Un grupo amantes de los caballos formó "El Molino", el primer equipo de la provincia de una disciplina que nació en el campo pero que aún es poco conocida. Sueñan con sumar gente y organizar un torneo.

Por Juan Luna
| 29 de septiembre de 2019
Un par de hombres se juntaron para hacer una práctica deportiva ancestral.

Un mensaje llega al WhatsApp de "El Molino" y llena de energía a sus integrantes: “Este domingo hay partido”. No es un grupo más de los tantos que día a día colman las canchas de fútbol 5 o alguno que otro potrero; ni tampoco uno de los menos numerosos, que se congregan para practicar básquet, rugby o hockey. Se trata del primer equipo de pato de Villa Mercedes, que no solo es el único en la localidad sino también en toda la provincia, y probablemente en toda la Región de Cuyo.

 

Y si la aventura de un par de hombres para juntarse a hacer una práctica deportiva ancestral tiene un lugar hoy entre las páginas de la revista El Campo es porque no se trata de cualquier disciplina. El pato tiene sus raíces en el campo profundo, en esa constante interacción de los gauchos con sus caballos y en la búsqueda de entretenimientos que aliviaran la rigidez de los trabajos rurales, de la misma forma en que surgió la jineteada e incluso el polo o la equitación, aunque estos últimos reservados para algunas clases sociales más acomodadas.

 

Pero la gran diferencia es que el pato está declarado por ley como el deporte nacional argentino y hasta el momento se practica solamente en nuestro país. Aun así, es una actividad muy poco conocida que lucha por expandir sus horizontes y adaptarse cada vez más a los nuevos tiempos.

 

 

El culpable. Mirco Iraola se maravilló con una exhibición y quiso armar su propio equipo.

 

 

En la ciudad de la Calle Angosta, el equipo nació este año por iniciativa de algunos muchachos de diferentes edades y profesiones, pero todos amantes de los caballos, que querían darle rienda suelta a esa pasión de alguna forma.

 

“La culpa de todo la tiene Mirco”, dijeron a coro algunos de los jugadores, a modo de broma. Pero efectivamente, Mirco Iraola fue quien tuvo la inquietud y puso manos a la obra. “Siempre tuve la idea de usar los caballos para algo, para practicar algún deporte, porque solo los usábamos para hacer alguna cabalgata un fin de semana", relató el hombre que es un cuadro de la Fuerza Aérea. Al principio, compró una pelota y junto a su cuñado Javier Salafia empezaron a probar cómo hacer pases sobre el lomo de los equinos, pero después "quedó en la nada”, admitió.

 

Sin embargo, cuando vio una exhibición de pato en una edición de la Expo Rural de Buenos Aires, tuvo un flechazo por el deporte. Primero convenció a su cuñado y después convocaron a Gonzalo Pollo, otro de los integrantes fundamentales para que el sueño comenzara a tomar forma.

 

Entre ellos ni siquiera se conocían, pero una conocida en común los puso en contacto. “Yo hace muchos años jugué al pato, pero era a campo nada más. Un día me llegó un mensaje de Mirco, porque mi hermana le había dicho que a mí me gustaba. Así que nos pusimos de acuerdo y empezamos a armar el grupo. Al principio, nadie nos ponía fichas, ni nuestras esposas. Pero en abril fue que dijimos que íbamos a poner la fecha de inauguración del equipo y lo hicimos”, relató entre risas Gonzalo, un joven productor de la zona de la Cuenca del Morro.

 

Al estar más ligado al campo, Pollo fue convocando a más personas del mundillo de los caballos que podrían estar interesados, y lo que parecía una aventura de a poco se hizo realidad.

 

Miguel Chaij, por ejemplo, tiene 48 años y desde chico trabajó en diferentes estancias, en donde tuvo un contacto diario con los equinos. Pero desde hace un tiempo que la vida y el trabajo lo llevaron a estar alejado de estos animales. Su llegada al equipo fue casi una casualidad. “Fui un día a la casa de Gonzalo por otros motivos, y me invitaron para ir a jugar con ellos un domingo. Caí a mirar nada más, pero me subí al caballo, después empecé a jugar, y al final me gustó. Hace dos meses que estoy en el grupo”, contó el más experimentado del equipo y un férreo defensor, según lo definen sus propios compañeros.

 

Por eso, aunque todos vengan de diferentes ámbitos, a todos los unió en primer lugar la pasión por los caballos. Después, una vez que se animaron a hacer algunos pases y algunos tiros al aro, todos empezaron a enamorarse del juego y de todo el universo que se arma alrededor. "Todos los que juegan se vuelven fanáticos, porque tiene mucha adrenalina, mucha acción que te hace sentir competitivo. Porque si vamos por el trabajo, todos somos de distintos lugares: Mirco es militar, Javier trabaja en una fábrica, Miguel con los colectivos, pero nos une una pasión”, aseguró quien ya se declara un loco por el pato. “Solo me falta un tatuaje”, agregó entre risas.

 

Tras los primeros encuentros, en abril de este año, programaron tener al menos dos prácticas por mes. No tienen un lugar fijo para reunirse, y rotan entre el campo de Pollo y una quinta de otro de los integrantes. Hasta el momento, siempre son entre seis y ocho integrantes y logran armar partidos de tres contra tres o de cuatro contra cuatro.

 

Pero lo que más destacan todos es la afinidad que han logrado, a pesar de que la mayoría no se conocía antes de arrancar con el deporte. "Cada vez que nos juntamos, vamos todos con nuestras esposas y los niños. Se genera un ambiente lindo, al aire libre y muy familiar", dijo Chaij. De esa forman, han empezado a contagiar esta nueva pasión a sus hijos. "Los más chiquitos están muy entusiasmados. Ven la pelota y ya quieren jugar. Yo creo que van a hacer los futuros 'pateros', porque van a venir iniciados. A nosotros nos costó mucho porque es algo que no conocíamos de antes", agregó Gonzalo.

 

 

Una muestra. Los jugadores difundieron el deporte en la Expo Rural de Villa Mercedes.

 

 

Porque casi todos, aunque tenían mucha experiencia montando caballos, tuvieron que aprender a jugar al pato desde cero. Ayudaron los videos en YouTube y todo lo que se puede mirar en redes sociales de los grandes jugadores que hay en el país. Tuvieron que aprender las reglas, armar los aros, conseguir las monturas y, por supuesto, la pelota.

 

En ese proceso, tuvieron una gran ayuda de los integrantes del equipo "El Bagual", de la localidad cordobesa de Sampacho, que no solo los asesoraron sino que también les prestaron algunos elementos.

 

"El mundo de la gente 'patera' se destaca de otros deportes porque nosotros queremos atraer a la gente a jugar y no excluir. Puede venir cualquiera, sea alto, petiso, gordo, no discriminamos a nadie. La idea es que vengan, que jueguen, si tienen un caballito mejor, pero sino podemos prestarle alguno", aseguró Pollo.

 

Esa misma solidaridad trataron de mantener como premisa interna en el funcionamiento del equipo. Por eso, cuando hay que conseguir alguna montura o algún otro elemento para los caballos, se organizan para juntar dinero y afrontar el gasto entre todos. Porque si bien dicen que no es un deporte tan caro como el polo, el costo de mantener a los caballos y sacarlos por la ruta para trasladarlos es alto.

 

Fue así que con la venta de rifas y el apoyo de un sponsor, ya pudieron diseñar sus propias camisetas y cascos, además del estandarte y las pelotas especiales que se usan en el pato, que tiene una envoltura de cuero con seis manijas. "Obviamente que no vamos a vivir de esto, al contrario, vamos a perder plata. Entonces todo lo que invertimos es porque nos gusta y queremos que se conozca más", explicó Salafia.

 

Esa es una de las grandes diferencias con el polo, otro deporte que se juega con caballos y que tiene un gran vínculo con el campo. Pero es una disciplina mundialmente conocida, que mueve grandes cantidades de dinero e involucra a las grandes empresas.

 

El pato, en cambio, por ahora es solo una marca registrada del país y no está difundido en todas las provincias. Buenos Aires es el lugar en donde más se practica, y Las Heras es considerada la capital nacional. También se juega en Córdoba, La Pampa, Salta, Jujuy, Tucumán y Corrientes.

 

"Nosotros somos los primeros en la Provincia de San Luis y de eso nos sentimos orgullosos", dijeron, e insistieron en las ganas de que más personas conozcan la disciplina, que se formen nuevos equipos en suelo puntano, y que puedan organizar partidos y hasta torneos entre ellos o con otros grupos de la región.

 

 

'El Molino' está formado por hombres de diferentes ámbitos y de distintas edades. Sólo dos vienen del campo, pero a todos los une la pasión por los caballos.

 

 

Por eso, hace dos semanas se presentaron en la Expo Rural de Villa Mercedes e hicieron varias demostraciones abiertas para todo el público, para que los visitantes pudieran tener aunque sea un primer contacto con la actividad. "Hay un gran desconocimiento de lo que es el pato y de que está declarado como el deporte nacional argentino. Muchos creían incluso que era un exhibición con animales", expresó Pollo.

 

De ese modo, con el nombre de "El Molino" pretenden que la disciplina sea más conocida entre los habitantes de la provincia.

 

 

Un juego apasionante

 

La lógica del juego es muy similar a la de la mayoría de los deportes: son dos equipos que se enfrentan y se disputan una pelota para tratar de anotar la mayor cantidad de goles en la portería contraria.

 

Pero en este caso, los jugadores van montados a caballo y llevan la pelota en sus manos, a diferencia del polo por ejemplo. Cada equipo está formado por cuatro miembros y los "arcos" son en realidad aros de un metro de diámetro colocados sobre un poste a una altura de 2,60 metros.

 

Las dimensiones de la cancha deben ser como mínimo de 1,80 metro por 80 centímetros, y de 2,20 por 90 como máximo. Aunque se puede disputar en cualquier superficie, lo ideal es que sea un terreno bien llano y preferentemente con césped.

 

El juego se divide en cuatro tiempos de unos ocho minutos cada uno, aunque eso depende en general del torneo que se esté disputando o de si es un partido amateur entre amigos.

 

Una de las reglas más llamativas es que los jugadores pueden atrapar la pelota de cualquier forma, pero una vez que la toman deben llevarla sí o sí a su mano derecha, aunque sean zurdos, y extender su brazo a un ángulo de noventa grados con respecto a su cuerpo.

 

"Uno siempre tiene que ofrecer la pelota a los rivales, porque si no te cobran una infracción que es una 'negada'. No podés amagar ni mover el brazo, lo único que podés hacer para esquivar al rival es maniobrar con el caballo", explicó Iraola.

 

 

Cuarteto. Iraola, Chaij, Pollo y Salafia, bien uniformados con sus camisetas y sus cascos.

 

 

Si dos jugadores toman la pelota de alguna de las manijas, se produce una jugada clásica que es la "cinchada", en la que los dos intentarán quedarse con el balón con el uso de la fuerza, mientras tratan de mantener rectos a sus equinos al galope Sin embargo, si en diez segundos ninguno de los dos logra quedarse con la pelota, el árbitro se la otorga a quien llegó en segundo término.

 

Después hay una gran cantidad de reglas más específicas que le dan más dificultad al deporte y que hacen que la táctica sea indispensable para sobreponerse al oponente, más allá de las condiciones que tenga cada uno para cabalgar y manejar el balón.

 

De hecho, aseguran que ni la edad ni el estado físico son restrictivos. "Hemos visto videos de gente muy robusta que levanta el pato del suelo como si nada", afirmó Javier. Pero sí admitieron que después de que termina un partido, quedan con el cuerpo extenuado, por más de que el que haga el gran desgaste sea el caballo. Las piernas y los brazos se ejercitan mucho, y en algunas ocasiones pueden llevarse algún moretón debido a un golpe o un embiste.

 

En el caso de los caballos, hay un tipo de animal ideal para el deporte, que en general tiene que tener al menos 1,50 metro de altura, "tiene que ser manso, ágil, rápido, tener buena boca porque se frena mucho y se dobla mucho, debe tener casi las mismas condiciones que uno de polo, solo que más pechador", lo describió Iraola.

 

 

1,80 Es el largo que debe tener como mínimo la cancha de pato, con 0,80 de ancho, mientras que de máximo puede llegar hasta 2,20 con 0,90. La superficie debe ser llana, de pasto o con césped.

 

 

Es por eso que muchas veces se utiliza el "descarte" del polo, es decir aquellos ejemplares que tienen algún defecto para ese deporte se pueden adaptar al pato, que es menos exigente en esos aspectos. "Como nosotros recién estamos empezando, usamos los que tenemos a mano", admitió Pollo.

 

Porque para los "pateros" villamercedinos todo es un mundo nuevo, un descubrimiento en el que tratan de pulir detalles y mejorar cada vez más. Javier, por ejemplo, cambió el ciclismo por el pato, vendió su bicicleta y ya se compró sus dos primeros caballos. "Estoy muy contento por el grupo de amigos que se ha formado. No solo jugamos, sino que también nos juntamos a comer asados y a compartir con las familias", valoró.

 

Miguel destacó que gracias a "El Molino" pudo recuperar ese vínculo y esa pasión que tenía por los caballos, mientras que Gonzalo resaltó lo amigable que es el deporte. "Antes me gustaba, pero ahora soy fanático", aseguró. Mirco sonríe, porque de a poco empieza a concretar su sueño de desplegar su amor por los equinos, y ya tiene otro objetivo en la mira: "Los muchachos me están frenando, pero yo estoy ansioso por organizar el primer torneo de pato en la provincia", reveló entusiasmado.

 

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