El mundo había aceptado la globalización del comercio y de sus reglas, incluso antes que a la globalización en sí. Siglos de tradición y adaptación a cualquier escenario, hicieron del comercio una piedra fundamental de la civilización. Hasta que los dos más poderosos de esta época, decidieron convertirlo en un asunto entre dos.
Los ataques comerciales de Estados Unidos contra China y la creciente tirantez en las relaciones internacionales postraron hasta el decaimiento a la Organización Mundial del Comercio (OMC), la arquitectura jurídica global que regula los intercambios de bienes, servicios y propiedad intelectual.
El instrumento distintivo de la institución, su Órgano de Solución de Diferencias, que arbitra en las controversias entre los Estados parte, está amenazado de inminente extinción porque Estados Unidos obstruye la elección de nuevos jueces de su Órgano de Apelación, máxima instancia del sistema que puede caer en acefalía el 11 de diciembre.
Y las actividades centrales de la OMC, las negociaciones para perfeccionar acuerdos comerciales ya existentes en agricultura, productos industriales y servicios, o en nuevos campos, como el comercio digital, permanecen paralizadas, en la mayoría de los casos por las habituales diferencias entre países del Sur y del Norte.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que se aprobó en 2015, uno de los puntos establece “de aquí a 2020, prohibir ciertas formas de subvenciones a la pesca que contribuyen a la sobrecapacidad y la pesca excesiva”. Determina igualmente que el mismo plazo se deberán “eliminar las subvenciones que contribuyen a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada y abstenerse de introducir nuevas subvenciones de esa índole”.
La última conferencia ministerial de la OMC, celebrada en Buenos Aires en diciembre de 2017, se hizo eco de las urgencias planteadas por la ONU y exhortó a los 164 Estados parte de la institución comercial a introducir las reformas en los plazos reclamados.
El grupo de negociaciones sobre las subvenciones a la pesca es el único organismo de la OMC que ha avanzado en sus trabajos en ese lapso, en particular en los aspectos técnicos que precisan lenguajes y definen actividades e instrumentos especiales, sin llegar aun a las cuestiones políticas más espinosas.
Uno de los aspectos políticos es la específica advertencia que hizo la ONU en su Agenda 2030 al declarar: “Reconociendo que la negociación sobre las subvenciones a la pesca en el marco de la Organización Mundial del Comercio debe incluir un trato especial y diferenciado, apropiado y efectivo para los países en desarrollo y los países menos adelantados”.
En los textos del Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (GATT, en inglés), antecesor de la OMC, ya figuraban menciones al trato especial y diferenciado que se concedía entonces (entre 1948 y 1995) a los países de menores ingresos.
La OMC incorporó esas disposiciones, que dan ventajas a los países en el cumplimiento de las obligaciones que el sistema comercial les impone.
Esa modalidad favorable a los países del Sur se aplica normalmente en la OMC, aunque algunas naciones industrializadas han hecho esporádicas críticas porque interpretaban que algunas de las economías beneficiadas ya habían superado la barrera del subdesarrollo.
Hasta que llegó Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en enero de 2017, y proclamó que “las guerras comerciales son fáciles de ganar”, declaró su aversión por la OMC e incrementó los aranceles a las importaciones de acero y aluminio de países aliados y de otros.
Esos fueron los primeros pasos de una ofensiva que trastocó el comercio internacional y el conjunto de las relaciones globales.
Una de las aspiraciones de Trump es la de reducir los beneficios del trato especial y diferenciado solamente a los países menos adelantados que en marzo de 2018 sumaban 45, según la última de las revisiones trienales que realiza el Consejo Económico y Social de la ONU (Ecosoc).
En esa lista no figuran China ni India, dos de los blancos de los ataques de Trump a la hora de reclamar que se despoje de esos beneficios a gran parte de las naciones más pobres.
Los dos países superpoblados de Asia rechazaron en la OMC las pretensiones de Trump con argumentos que repetirán cuando el tema del trato especial y diferenciado surja en comité de negociaciones sobre las subvenciones a la pesca para tratar de alcanzar un acuerdo.
El comercio está en manos de dos, pero a las consecuencias, las sufrirán todos.


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