Sonrisas detrás del barbijo; "Circolibrí" volvió a las funciones

Parte de la llamada "magia del circo" es que ha regresado una y otra vez a sus funciones. Una nueva demostración de esa persistencia se vio el domingo y lunes en Potrero de los Funes gracias a una compañía que alegró las tardes y retornó a su actividad después de siete meses.

En rigor, la dupla que compone "CircoLibrí", la agrupación asentada en la localidad, fue de las más activas durante la cuarentena y ante cada permiso de las autoridades brindó sus habilidades. Es por eso que cuando en el hotel Serrano de El Volcán otro grupo infantil regresó en formato autocirco, Enzo Wiggenhauser, el payaso de "CircoLibrí", estuvo allí con su nariz roja para hacer una colaboración. Y cuando la Municipalidad de San Luis festejó el Día de las Infancias en el Centro Cultural Puente Blanco, fue convocado para brindar su espectáculo solista.

Esas presentaciones fueron pequeños oasis que anticiparon lo que sucedió el fin de semana largo: el regreso de una función propia y en el espacio ideado por el grupo. Durante todo el show, el personaje creado por Enzo mencionó el tiempo que llevan sin trabajar, a veces, a modo de chanza, para justificar la caída de los elementos en los malabares.

La bella jornada del domingo sirvió también para la reapertura del Paseo de Artesanos en lo que podría ser un anticipo de la temporada de verano. "Esperamos poder trabajar sin interrupciones", dijo esperanzado Wiggenhauser a etc. al final de la pieza.

Las condiciones impuestas por las autoridades para permitir la realización del espectáculo fueron cumplidas de punta a punta por los artistas: uso de barbijo, instalación de las llamadas "islas de sillas", higienización de todos los elementos, ocupación del 25 por ciento de la capacidad y la trazabilidad. El público respondió con amabilidad a todas las disposiciones.

"Afortunadamente, todo salió muy bien, la gente conectó con nosotros y nosotros pudimos hacer nuestra labor", dijo Florencia Martínez, la otra integrante de "CircoLibrí".

El espectáculo fue una versión reducida a 45 minutos de "Clásicos del circo", el show que la compañía realiza hace varios años y en el que conjuga las actividades de la profesión: diábolo, acrobacias, magia, malabares y humor.

Sobre el final, los artistas agradecieron a las autoridades y al público y contaron cómo pasaron todo este tiempo sin trabajar. En ese momento pasaron lo que llamaron "la gorra consciente" y enumeraron todo el trabajo extra que tuvieron que hacer para obtener los permisos, por lo que estipularon que 200 pesos por persona sería una cifra adecuada. El camino por las sillas para recolectar el dinero tuvo su punto máximo cuando una mujer puso un billete de mil pesos en la bolsa: "Se cayó un naranjita", dijo sorprendido Enzo en la mejor frase de la tarde.

Finalizada la función, el payaso trató de explicar las razones de la necesidad de reencontrarse con su gente. "Nosotros dejamos que sea la gente la que determine cuánto cuesta nuestro trabajo. Esa actitud es algo que no nos llena los bolsillos, pero nos llena el alma".