Jonatan Consoli prepara su nuevo libro “Ensayos de la muerte”

Con una mente explosiva e indisciplinada, Jonatan Consoli siembra personajes y crea historias prácticamente de la nada. Desde el más mínimo detalle o gesto, hasta una persona que se cruza en la calle o con quien tuvo una breve conversación son el puntapié para dar vida a las fantasías más impensadas. Sin embargo, las ideas de esa psiquis impredecible están cubiertas y arropadas por un manto de oscuridad y un murmullo constante que susurra siempre lo mismo: muerte.

Un exsoldado que regresa de la Segunda Guerra Mundial, un matrimonio octogenario que empieza a tener delirios compartidos o un grupo de adolescentes que se enfrenta a los peligros de las calles. Cualquier situación es fuente de inspiración para que el escritor la retuerza, la enrosque cual serpiente cascabel y la transforme en una historia que hace poner los pelos de punta. A todas esas narrativas, Jonatan las recopiló en un solo libro: “Ensayos de la muerte”.

“Soy novelista, entonces escribo textos muy largos y muchas veces expongo a mis personajes a situaciones que no entran en la trama o que podrían distraer al lector del argumento central. Entonces me quedan pequeños relatos, y con ellos estoy armando el libro”, explicó el porteño, quien hace seis años vive con su pareja y sus dos hijos en Juana Koslay.

Su nueva creación espeluznante saldrá la próxima semana en su versión digital, y a principios de noviembre estará lista la edición impresa. Por el momento, hay una preventa exclusiva en su sitio web https://jonatanconsoli.com. “Me acompaña el artista plástico Andrés Casciani, es un ilustrador mendocino muy conocido. La verdad es que fuimos muy cuidadosos con lo estético porque cada relato lleva su propio dibujo. Es una propuesta artística compleja y concreta”, fundamentó Jonatan, reconocido por su novela corta “Una noche en el maldito lago La Plata”, que fue declarada de interés provincial en Santa Cruz.

El porteño, que se crió en la Patagonia, relató: “Invertí todo mi esfuerzo en la música y recién a los 23 años empecé a tomar más en serio el tema de la literatura. Había hecho una especie de prueba a los 17 años, escribí una novela que terminé tirando; a los 18 hice otra de estilo medieval, que la conservo con cariño, pero no va a ser publicada nunca”.

A partir de allí surgió una rutina de escritura bastante descontracturada. “En cuanto a lo creativo, soy bastante indisciplinado. Me cuesta tener un horario estricto y obligarme a escribir", aseguró.