“Me gusta despuntar a la risa y a la locura desde un lugar casi dramático"
El artista de alma libre y espíritu salvaje recorre su carrera con Cooltura, desde sus personajes más polémicos hasta cómo nace su humor delirante. El actor y doblajista coloca su impronta personal en todos los roles que encarna y los proyectos que conduce.
Solo hace falta escuchar su particular voz, un tanto ronca y cantada como la de un rockero, o ver un mechón enrulado de la que era su vasta melena, que de a poco fue reemplazada por una mata canosa, pero igual de enjambrada, para reconocer a Favio Posca. Sin embargo, la magia sucede cuando alguno de sus personajes más famosos toma su cuerpo prestado durante un rato para transportar a quienes lo ven a un hospital de salud mental con “Pitito” o un cómic al estilo de Marvel donde interpreta a Ronco Milevich, un villano con poderes eléctricos, o a la diseñadora de los trajes de superhéroes, Edna Moda.
El marplatense de 53 es músico, actor, productor, doblajista y si bien lo han encasillado como humorista, él niega pertenecer a ese grupo. Todo eso y sus varios personajes, acumulados en sus 30 años de carrera, son los que aparecen alternadamente en “Retomando”, su show de streaming que tuvo seis funciones, la última fue ayer, en donde toca la guitarra su hijo Rocco Posca.
—¿Cómo arrancaste con la actuación?
—Surgió cuando tenía 18 años, había terminado el secundario, estaba medio perdido y empecé a estudiar en la Alianza Francesa de Mar del Plata. Ahí tomé mi primera clase con un francés que vivía en la costa y la verdad que fue mágico e increíble, ya la primera clase empecé a coparme, compenetrarme y me di cuenta de que era lo que me gustaba. Hasta entonces no había encontrado nada que me apasionara, había hecho música y de todo un poco, pero nada que me subyugue. Así que creo que ahí fue mi comienzo con mi primera clase de teatro.
—Tu carreta está atravesada por el humor
—En realidad me gusta despuntar a la risa y al delirio, pero siempre desde un lugar casi dramático, por eso a veces digo que no me considero o no me identifico con la palabra humorista, porque la risa en mis espectáculos tiene que ver con la identificación de la gente, con el delirio y la locura, pero no con el remate o un chiste o hacer reír con humor ácido. Yo voy por caminos paralelos. Pero es cierto que la risa siempre cabalgó como pilar liberador en mis espectáculos.
—Hiciste de villano en varias ocasiones...
—La verdad que en la televisión, si bien no son mis espectáculos, siempre puse mi impronta, mi vestuario y mi look. Por ejemplo, en el caso del villano, como Ronco Milevich, para mí fue un placer total hacerlo porque estaba buenísimo y aparte mi objetivo, que creo que lo cumplí, es que el villano sea querible, ese es el gran desafío. Cuando es querible tenés a todo el público de tu lado, es como El Guasón, que normalmente es bastante querible, incluso más que Batman. En la tira me acuerdo que había pasado eso, Ronco terminó siendo muy querible, casi más que los buenos.
—¿Te involucrás mucho a la hora de componer un personaje?
—Sí, totalmente. Cuando hago televisión o cine también hay muchas escenas donde puse mi vestuario, me gusta ayudar al que labura y si hay una vestuarista que está como media indecisa la ayudo, le propongo cosas y aporto no solo para mí, sino también para el equipo. Sobre los libretos siempre me gustó aportar mis ideas y mis textos, dentro de lo que se puede, en una tira o en una película y eso está bueno, es como que laburo mucho en equipo e indefectiblemente crece mucho mi personaje, pero también lo hacen las personas con las que actúo.
—¿Cuándo nació el oficio de doblajista?
—De chicos decidimos con mi mujer venir a Buenos Aires y arrancar de cero acá. Yo trabajaba en el Teatro San Martín que en ese momento era municipal y pagaban buenos sueldos. En paralelo estudiaba danza y canto y en un momento me surgió hacer un curso especializado de doblajista porque era una salida laboral interesante. La verdad es que durante un par de años tenía ese trabajo paralelo y ganaba buen dinero. Nació como un elemento más.
—¿Cómo fue conducir en la tele?
—Hice “Los Osos” con Lalo Mir y Fantino, que fue un programa que estuvo muy bueno, yo salía a hacer notas con todo tipo de personajes, como Pablo Lescano cuando recién arrancaba. Además me metí en lugares muy interesantes, no sé si lo vio mucha gente, pero a mí me divirtió esa etapa de conducción. Hice también una participación en el show de Susana, más allá de que se asustaron un poco con el tema de "Pitito" que era muy loco para ese tipo de programas. Pero gracias a ese personaje gané un club de fans en España y pude ir a Madrid donde me fue espectacular en teatro, quise volver, pero justo empezó lo de la pandemia y se atrasó todo. También hice diez años de radio en la Rock&Pop, que fue muy copado. Siempre hice lo que quise, lo que me proponía lo lograba, el tema es tener ganas, ponerse la camiseta y dar todo. Ese es mi leitmotiv.
—Cuando hacés tus apariciones en la televisión como Favio Posca, ¿interpretás un personaje también o el que se ve es el Favio auténtico?
—En la época en que conducía era yo y trataba de ser lo más natural posible. Personajes hago solo arriba del escenario cuando compongo y ahí sí concretamente me corro de quien soy, en esos momentos soy otra persona, me dejo penetrar por otro ser y como que entro en un trance donde yo manejo la nave, pero muy de lejos. El personaje habla, piensa y respira de una manera, son personas por separado, no yo actuando de tal personaje. Por eso la gente también flashea tanto conmigo, porque solamente con un movimiento de cuerpo sin necesidad de mucho vestuario ya soy otra persona.
—Escribís y producís tus propios unipersonales, ¿cómo nacen las ideas para tus obras?
—Comencé en los '90 por una necesidad creativa de decir quiero tener mi propio sello, yo ya venía trabajando en teatro y era bastante conocido, pero quería hacer algo propio y me puse en la mente hacer algo distinto a lo que se venía haciendo en ese momento. Si bien ya existían los unipersonales yo quise dar un paso más, en ese momento me dije: “Voy a hacer uno pero que no tenga nada que ver con lo que la gente vio” y ahí es cuando empecé a pensar de qué manera podía abordarlo. En estos 30 años de carrera no he parado de hacer shows propios en donde se mezcla mucho la risa, pero también la música, el rock y las imágenes. Logré una buena mixtura con un nombre muy propio.
—¿Te considerás un artista integral más que un actor?
—Yo creo que soy un artista más que solamente quedarme en la actuación. El actor es un intérprete de los textos que puedo llegar a tener por ahí en una tira, pero ni siquiera porque incluso en esas ocasiones pongo mi impronta. Siento que soy más artista integral que cualquiera de las demás cosas porque también hago mi música, compongo y dirijo mis shows y eso hace que sea mucho más amplio el espectro.
—¿Cómo fue hacer el unipersonal "Retomando" vía streaming?
—A partir de esto de la cuarentena tuve primero la necesidad económica de poner primera y también la necesidad artística. Dije: “Ya que en los '90 logré hacer algo diferente ahora con esta puerta que se abre nueva también quiero hacer algo distinto”. No quería caer en una computadora, una luz que me ilumine y estar ahí sentado. Me gusta hacer cosas donde la gente vea calidad, así que me jugué e invertí económica y artísticamente mucho como para hacer un streaming que estuviera a la altura de lo que quería con músicos en vivo, con mi hijo Rocco tocando. También puse una cámara que me iba siguiendo por toda la casa y voy componiendo distintos personajes en cada rincón de mi intimidad. La gente es como que va viendo una serie, no es un show donde estoy detrás de un telón, voy mostrando los lugares con mínimos cambios de vestuario y aparecen todos los personajes que le gusta a la gente y los nuevos.
—¿Cómo vivís la pandemia?
—Cuidándome, muy en familia. El 15 de marzo ya había estrenado un espectáculo y cerraron todos los teatros así que no me quedaba otra que estar tranquilo. En estas situaciones si te dejás ganar por la cabeza, perdés, entonces dije: "Esto es mundial, hay que acatar el cuidado". Tengo a mi mamá en Mar del Plata que está viejita y estoy muy atento a ella. Y después viviendo el día a día y aprendiendo de lo que nos está pasando para evolucionar desde lo humano, tratar de ser más solidario con el otro y principalmente darse cuenta de que el futuro no existe, el futuro es ahora mismo en función de lo que vamos viviendo. No hay que proyectarse demasiado, eso quedó clarísimo.
—¿Creés que es importante la risa en estos tiempos?
—Es fundamental, la gente quiere divertirse y reírse, no solo lo necesitan, sino que se lo merecen. Necesitan salir de las noticias del día a día, del qué pasará y de la incertidumbre que es muy del ser humano, pero es lo que nos tira para atrás. Y yo creo que tengo la posibilidad de divertirlos durante una hora y media que dura el show. Le di a la gente lo que tenía ganas de ver con personajes como “El Perro”, “Hormiga”, “Astroboy” o “Pitito”, que tiene un lado muy emotivo en este show que habla de los abrazos y de poder reencontrarnos. Desde su locura y ternura tira una mirada muy optimista, aunque esto sabemos que no es bueno, pero él dice: "Prefiero ser un optimista a un negativo", y tiene razón. Con sus palabras y desde su locura puede expresarse y la gente lo súper agradece a ese lugar de esperanza.
—¿Visitaste San Luis?
—Sí conozco la provincia, aunque no he podido actuar nunca ahí. No sé por qué no se dio y yo estoy esperando que pase todo esto para ir, es algo que me encantaría. Tengo una anécdota muy buena, una vez subí al filo en Villa de Merlo, fui con mi cuñado. Yo tenía un monopatín que me había traído de Europa, me tiré desde arriba y me paró la Policía porque no se podía. Era un monopatín de esos de metal que van a las chapas y tiene como un frenito atrás, le fundí la goma porque es muy alto ese lugar. Me acuerdo de que cuando llegamos había niebla y una vez arriba nos adentramos en la sierra, nos sentamos en una roca a mirar la niebla y parecía que estábamos suspendidos en el cielo. Fue muy loco ese momento


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