“Argentina tiene historias dolorosas que no terminan de cerrarse”
El periodista y corresponsal de guerra es un fuerte crítico de la política argentina e internacional. recorrió el mundo para relatar y mostrar los peores escenarios. El miedo nunca fue una opción para él cuando atravesaba corredores minados de francotiradores.
Luego de 45 años de cruzar hacia trincheras enemigas, ver muros construirse, y ser derribados, y ser testigo del surgimiento y la caída de varios golpes de Estado, el periodista y corresponsal de guerra, Horacio Daniel Embón mantiene su mirada crítica y analítica de la política en Argentina y el mundo. Hoy, con la pandemia, suma una nueva guerra a su lista de coberturas, pero esta vez el enemigo es invisible.
A los 68 años, el periodista ya transitó incontables radios, estudios de televisión, redacciones y agencias de noticias. Pero también se empapó de calle y realidades sociales en los varios países que recorrió cubriendo luchas como las guerras de Los Balcanes, la de Medio Oriente y Nagorno Karabaj.
A lo largo de su carrera estuvo presente en acontecimientos históricos como la caída del Muro de Berlín y en el proceso judicial “Mani pulite” en Italia. Además, trabajó como redactor de la agencia Noticias Argentinas (NA) durante el gobierno cívico-militar en Argentina y se considera un “fiel defensor de la memoria”.
Entre su programa de noticias en Radio Nacional Folclórica y su nuevo ciclo televisivo llamado “Homo sepia”, que se transmite por la Televisión Pública, Horacio se hizo un tiempo para reflexionar y realizar un recorrido por su basta carrera con Cooltura.
—¿Cuándo te diste cuenta de que querías ser periodista?
—Desde muy chico. Siempre me interesó mirar y contar, que es la esencia del periodismo. Después, además de estudiar, fue una cuestión de tener la formación intelectual para poder sostener argumentos. No me basta con contar, por ejemplo, que hoy hay viento: hay que saber de dónde viene y por qué existe, y no solo decir "abrigate porque hace frío". Entonces, en otro plano, tengo que narrar cuáles son los fenómenos sociales de un país más allá de la política cotidiana que te imprimen dirigentes o dirigidos.
—Tras 45 años de oficio, ¿cómo resumirías tu carrera?
—Tuve mis comienzos en radio y agencias de noticias, como Noticias Argentinas (NA), pero a esta altura del campeonato atravesé casi todas las plataformas. Trabajé como periodista, redactor, secretario de redacción de noticieros en la televisión y en diarios. Fui casi fundador de lo que ahora se conoce como la televisión por cable, con un grupo de colegas armamos “Cablevisión”, esa señal que por mucho tiempo dio la vuelta al país. Viajé por todos lados para ver otras dimensiones del hombre, desde el Tíbet hasta el Machu Picchu, fui corresponsal de guerra, testigo de la caída del Muro de Berlín y de la cortina de la Unión Soviética. Además vi todos nuestros movimientos en Latinoamérica, la llegada de Lula da Silva, de Néstor Kirchner y de Evo Morales, entre otros.
—¿Es difícil hacer periodismo político en países extranjeros?
—No hace falta viajar, uno también es extranjero en su propia patria. A veces no se entienden estas alternancias que hemos tenido, sobre todo en mi generación, entre la política y los golpes cívico-militares... y después de estudiarlos te das cuenta cómo el poder mundial no solo se quiere quedar con los recursos naturales, sino de qué manera articulan las fuerzas sociales para generar levantamientos y así quedarse con todo un país.
—Trabajaste en Noticias Argentinas (NA) durante la dictadura militar...
—Mis compañeros y compañeras vivieron cosas terribles, que las pudieron contar luego, y todavía se siente la ausencia de aquellos que fueron secuestrados y desaparecidos. Nosotros teníamos desde la agencia mucha información que se iba filtrando y goteando para poder después pelear; y cuando llegó la democracia eso hicimos. Con toda la información que habíamos recaudado buscamos recuperar esencialmente la memoria.
—¿Te considerás un defensor de la memoria?
—Desde el primer día estuve no solo con madres, abuelas y familiares, sino poniendo sobre la mesa la memoria, pero no solamente la que duele, desde el '76 al '83. Acabo de grabar con los familiares del ARA "San Juan" y es inconcebible cómo fueron ninguneados y espiados, al igual que la historia del atentado a la AMIA o las privatizaciones de los '90 que dejaron a mucha gente en la calle y de la que San Luis fue una gran excepción en este caso y un referente para otras provincias. Argentina tiene historias dolorosas que no terminan de cerrarse y cuando hablamos de derechos humanos yo sé de lo que estoy hablando.
—Fuiste corresponsal de guerra, ¿cómo manejabas el temor en situaciones extremas?
—El miedo juega de una manera interesante e importante. Eso me lo enseñó un viejo corresponsal de guerra cuando me dijo: “Antes de ponerte a escribir o contar, pensá quién paga la bala”. Por ejemplo, en Nagorno Karabaj la "excusa" entre la pelea de cristianos y musulmanes fue siempre pivote para la guerra de Medio Oriente, pero en definitiva lo que querían era petróleo y allí se juega el odio ancestral entre turcos y cristianos. El miedo claro que juega, pero también tenés que contar para afuera un contexto que otros no saben. Ahora con las redes todo es en un par de minutos y se relata todo rápido. En ese momento el mundo entero veía lo que sucedía por televisión.
—¿Recordás algún momento en el que corrió riesgo tu vida?
—En Balcanes, Sarajevo, con los francotiradores había horas con toques de queda y los periodistas teníamos corredores de resguardo que no siempre se respetaban. Comprendimos perfectamente bien cómo cuidarnos porque he perdido fotógrafos, reportero y camarógrafos, amigos que tratando de jugarse la vida, la perdieron.
—¿Cómo fue ver caer el Muro de Berlín?
—Recorrí muchas veces lo que era en ese entonces la Unión Soviética y después a la Rusia fuera del muro. Para ese momento nos habíamos movido hasta Berlín y el día de la liberación fue increíble porque las familias estaban de un lado y del otro, fue un antes y después que iba más allá de lo militar, lo estratégico y de esas amenazas de bombas que se tiraban de un lado para el otro. Su caída tuvo que ver con las fuerzas económicas, que hasta ese momento eran turcas, polacas e inmigrantes. Cuando se libera el muro, los alemanes comenzaron a ser la fuerza laboral que ellos necesitaban y todo el panorama económico del país se transformó en una fuerza neutral.
—¿Qué opinás de la situación actual en Argentina?
—En los últimos cuatro años, más allá de las herencias y las herencias de las herencias, han dejado una deuda externa y social increíble. Entonces ahora, en medio de la pandemia, no se puede atribuir todo a una gestión que tiene siete u ocho meses, y esto va más allá de cualquier intención política. Hoy por hoy el coronavirus es urgente, tenemos muchos fallecidos y la irresponsabilidad supera, entonces echarle toda la culpa al gobierno me parece incorrecto cuando llegaron al poder con una secretaría de Estado de lo que antes era un ministerio y no había camas de hospitales ni terapistas de alta calidad.
—¿En qué consiste tu nuevo programa “Homo sepia”?
—Empezó la primera semana de noviembre, en Canal 7, que creo que va ser algo totalmente diferente, es una especie de viaje en el tiempo para conocer diferentes décadas de la Argentina. Vamos a abordar temas políticos, deportivos, culturales y musicales.


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